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No corta el mar, sino vuela

El bombero forestal alcoyano Santiago Terol tuvo un accidente, se vio obligado a dejar su oficio para siempre y estuvo a punto de perder una pierna - El paddle surf ha sido clave en su rehabilitación y ahora ha recorrido el litoral alicantino con su tabla, la comida a cuestas y durmiendo en calas

Santiago Terol, durante su travesía.

No son cañones los que lleva por banda, sino un afán de superación que también inspiraría a cualquier poeta. Santiago Terol, bombero forestal de Alcoy, sufrió un grave accidente de escalada desde una altura de nueve metros en 2017 que le dejó temporalmente en silla de ruedas. Tuvo que decir adiós para siempre a su trabajo (tiene una incapacidad total permanente para su oficio) y casi pierde una pierna. Fractura abierta de tibia y peroné, injerto de piel, reconstrucción de hueso del tobillo con placas de metal, infección primero por mala praxis y una serie de mazazos para hundir al más bravo. Hoy, tres años después de aquello, ha recorrido 73 kilómetros del litoral alicantino con su casa a cuestas, durmiendo en calas y con la comida y el resto de útiles a bordo de su tabla. El paddle surf ha sido clave en su rehabilitación y le ha devuelto la sonrisa.

«Mis aficiones eran la escalada y el alpinismo y mi trabajo, mi vocación; y sé que nunca más podré hacerlos», se dijo Terol cuando afrontó una recuperación a la que no le veía final. Entonces optó por el paddle surf para mejorar la propiocepción, un deporte que desconocía y que le ha cambiado la vida. «La doctora me dice que la práctica de este deporte ha sido decisiva, se sorprende hasta de que tenga musculatura en la pierna porque tuvieron que quitarme piel para ponérmela en la zona del tobillo que tenía destrozada», explica.

Santiago y su tabla se hicieron inseparables. Empezó a recorrer el litoral alicantino y a contarlo. Nacía así el proyecto «Diarios del mar», que le ha llevado a surcar aguas de países como Bélgica, Suiza u Holanda y que acumula seguidores y adeptos en redes sociales. No hay aventura sin vídeo, explicación y consejos para quienes se quieran iniciar en el paddle surf.

Esta semana decidió elevar aún más su osadía y se propuso recorrer en tres días todo el litoral de la Marina Alta. Durmiendo en calas y con todos los víveres a bordo de su tabla, una especial preparada para la ocasión. Comenzó en Les Rotes (Denia) y terminó en El Mascarat (Altea), ya en la Marina Baixa. Combatió contra un clima y un oleaje revuelto pero ha logrado cerrar el reto con éxito aunque en más tiempo del previsto y por eso tuvo que reponer algo de cargamento.

Le siguió gente en la aventura aunque él llevaba a cuestas todo su kit de supervivencia. «Empecé la aventura con un compañero del club pero no pudo acabar por el mal tiempo», cuenta Terol, que explica la dificultad del reto en sus condiciones. «Yo no puedo andar más de un kilómetro porque me duele el pie. En el paddle también hago paradas y me siento en la tabla para meter el pie en el agua y desinflamarlo», revela.

«En la pierna izquierda estoy con una movilidad limitada, tengo un 33% de minusvalía aunque ahora el INSS quiere revisar mi grado. Más quisiera yo no tener ninguna limitación y poder hacer mi trabajo todos los días», lamenta Terol, que en la pierna menos afectada tiene el talón deformado. «Con ésta hasta podría trabajar», explica.

17 litros de agua a cuestas

En la tabla, especial para travesías, Terol cargó 17 litros de agua, un saco de dormir, un hornillo y comida para tres días. Se encontró un hándicap con las baterías de los aparatos electrónicos. «Llevaba varias pero como colgaba continuamente contenidos las fui fundiendo», cuenta entre risas. También llevaba dos cámaras GoPro, con las que ha grabado vídeos que va compartiendo en su perfil de Instagram y de YouTube. Otro de los que le siguió grabó parte de la travesía con un dron.

Lo que empezó como una distracción para distraerse mientras durara la baja se ha convertido en su auténtica pasión. «No pude volver a mi trabajo y ahora he fundado un club, Los Gondoleros, que tiene como objetivo principal fomentar la salud medioambiental y la práctica del paddle surf», cuenta un Santiago Terol que lleva más de 1.500 kilómetros navegados sobre la tabla. «Gracias al paddle surf me siento más fuerte», cuenta con orgullo. Terol ya no corta el mar, ahora vuela. Y ni enemigo navío, ni tormenta, ni bonanza, su rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar su valor.

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