Dicen los psicólogos que, en épocas grises como la que vivimos ahora, una de las mejores medicinas es aferrarnos a aquello que nos hace felices. Desconectar de las penas y aflicciones cotidianas para conectar con nuestras aficiones. Dedicarnos a nuestros hobbies no solo nos ayuda psicológicamente: aumenta la productividad laboral, la creatividad, reduce los conflictos y el estrés, mejora las relaciones personales, la memoria y el estado de ánimo. En un mundo obsesionado con el trabajo y la tecnología, orientado a producir y a consumir, dedicar parte de nuestro tiempo a lo que nos gusta más allá de estos ámbitos es toda una filosofía de vida. Maneras de vivir, como diría Rosendo Mercado

Los fans del HLA Alicante lo sabemos bien. Desde que comienza la temporada, vamos cruzando el calendario subrayando en el diario las páginas en que hay partido. El viernes pasado estaba grabado a fuego: primer encuentro de la LEB Oro en casa contra Lleida. Los afortunados que pudimos disfrutar del espectáculo en el pabellón Pedro Ferrándiz, viendo ganar con solvencia a nuestro equipo favorito, nos pudimos sacar entonces esa espina que llevaba ahí clavada toda la pandemia. Nos habían quitado aquello que nos daba la vida cada semana, aquello que simbolizaba nuestro refugio del ruido diario. Aquello que nos une por encima de tantas cosas que nos separan. Pero los bloqueos de Zohore, los robos de Chumi, los palmeos de Bilbao, las defensas de Galán, el acierto de Martínez, los ataques de Gjuroski, las asistencias de Llompart, los triples de Urtasun y Huertas, los buenos minutos de Rodríguez, las canastas de Arcos y la muñeca de Pitts hicieron que volviera a latir con la fuerza de siempre ese corazón lucentino al ritmo de los cánticos de la Kali Nord. No sé si estoy en lo cierto, pero lo cierto es que así lo viví. El Lucentum, el espíritu del equipo, la comunión con los aficionados, las redes que se tejen en las propias redes y el instinto de superación son nuestra seña de identidad. Maneras de vivir. Sigue jugando así, HLA. Nadie te va a alcanzar. Dos jornadas de liga y el Lucentum no tiene rival. Este viernes, de nuevo en casa, espera Palma. Bajo el signo de Leño, entendiendo esta pasión por el baloncesto como una manera de vivir, solo le pido a este equipo que nos siga dando tantas alegrías. Hacerme así de nuevo sonreír… prometo estarte agradecida.