La responsabilidad de contener la propagación del coronavirus es de todos, aunque no en la misma medida. El fútbol no profesional, del que trata de escapar el Hércules desde hace seis años, se ha puesto en marcha con un protocolo sanitario elaborado por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) que basa toda su eficacia en el principio de «autorresponsabilidad» y «voluntariedad», es decir, en la buena fe de los clubes, que pueden, o no, tenerla.

El órgano que rige el fútbol «modesto» solo exigió una prueba de detección de antígenos al comienzo de la pretemporada. Después, nada. El protocolo se limitaba a pedir a los equipos que alertaran por cuenta propia de la aparición de casos en la plantilla. Más de un 90% solo activaba la búsqueda de positivos cuando algún jugador manifestaba síntomas compatibles con la enfermedad. Si era asintomático, no había radar que lo localizara.

Tal vez eso explique que, a pesar de cómo evolucionaba la pandemia en su segunda ola expansiva por todo el país, solo el Hércules, de los 102 clubes que conforman la Segunda B esta temporada, hubiera detectado contagios (por voluntad propia), concretamente dos, un canterano con ficha del primer equipo y una nueva incorporación, este ya reincorporado al trabajo grupal.

Cuestionarios cada 14 días

Desde el comienzo de la Liga, el control de propagación del virus se realiza a través de cuestionarios. Los futbolistas, por medio del programa Fénix de la Federación, con su clave de usuario, responden a seis preguntas del tipo «¿proporcionó atención directa a pacientes de covid-19 o visitó o permaneció en un ambiente cerrado con algún paciente con la enfermedad?». El formulario, con el sí o el no tachado, lo rellena el jugador en su domicilio y si, de sus contestaciones, se deduce que puede estar contagiado, se envía una alerta al club para que obre en consecuencia.

No hay validez médica ni certificación sanitaria en el sistema, es la palabra del futbolista la única que cuenta y solo él sabe si dice la verdad o si miente, incluso, sin querer, dado que si está rodeado de asintomáticos no diagnosticados puede percibir que todo su entorno sigue perfectamente sano. El Hércules obliga a su plantel a rellenar este formulario preventivo los miércoles y tienen validez dos semanas. Antes de cada encuentro, el colegiado debe confirmar que todos los convocados han enviado su cuestionario a la RFEF para poder ser alineados.

Hasta el momento, eso que la Federación denomina «Protocolo Reforzado» es una lista interminable de recomendaciones que nadie más que el propio club verifica. La expansión exponencial del covid-19 es tan notable que la RFEF va a tratar de limitar esta arbitrariedad en la detección obligando a los equipos de 2ªB y 3ª a someterse a test, por fin, semanales.

De antígenos, nada de PCR

Sin embargo, estas pruebas de detección no serán las que están consideradas como las más eficaces (PCR). Al contrario. Son test rápidos (355.000 asegura que ha comprado la RFEF para hacer llegar gratis a los clubes a partir del lunes) basados en la localización de antígenos mediante saliva. Cuestan 5 euros –por los cerca de 90 de las PCR– y facilitan resultados antes de 30 minutos.

¿El problema? Que únicamente muestran una fiabilidad superior al 90% cuando la carga viral del infectado es muy alta o cuando la enfermedad está muy avanzada. De modo que valdrá para localizar algún caso más, pero se seguirán escapando muchos asintomáticos.

Además, la gratuidad únicamente afecta a la prueba en sí. La realización corre a cargo de los equipos, que deberán decidir quién o qué laboratorio las practica. El protocolo no recoge si será necesaria la declaración jurada de un médico de que los resultados obtenidos están 100% garantizados sanitariamente, si se ha respetado la profilaxis médica que exige la manipulación de los test.

Las diversas respuestas que activan las Comunidades Autónomas cuando se diagnostica un positivo por covid en un vestuario tampoco ayudan. Por ejemplo, aquí, la Generalitat, obliga a confinar a todo el equipo; mientras que en otras como Galicia, Cataluña o Madrid se llega a ese extremo cuando los afectados superan un número concreto. Resulta chocante el bajo número de contagios que se han notificado en el denominado fútbol «modesto», lo que dispara la hipótesis de que únicamente cuando el futbolista manifiesta síntomas muy evidentes, se enciende la alarma, aunque ya se han dado casos de jugadores con cuadros de fiebre antes de un partido que se han identificado como amigdalitis y no han requerido test ni confinamiento grupal de mínimo 10 días.

Usar la «app» Radar Covid-19

La RFEF recomienda a futbolistas, técnicos, árbitros y demás miembros con licencia federativa el uso de la aplicación móvil «Radar Covid-19» para, aseguran en una circular, «un mayor control». Y lo hace a través del árbitro, que, por ejemplo, en el acta del Mestalla-Hércules, escribió: «Informo a los delegados de los equipos de la recomendación de la RFEF de usar la aplicación móvil ‘Radar Covid’ y la petición de que lo transmitan a los jugadores...». ¿Qué puede salir mal?