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Tribuna

El fracaso no es una opción

Mar Galindo

Cuando uno se lanza a la carrera espacial, tiene que lidiar con problemas inesperados. Y ante ellos, puede adoptar distintas actitudes y soluciones. Bien lo sabía Eugene Kranz, al que todos llamaban Gene. Este ingeniero aeroespacial, que había sido piloto de guerra, estaba al frente de las operaciones de la NASA y dirigía las famosas misiones Apollo cuando hubo un terrible problema con el Apollo 13. Sí, amigos. Gene fue de aquellos que escuchó eso de «Houston, tenemos un problema». Parte de uno de los módulos explotó en mitad de la misión espacial. Siguieron horas críticas en las que había que tomar decisiones rápidas que afectaban a la trayectoria de la nave y a los recursos de oxígeno, electricidad y agua con los que contaban los astronautas para sobrevivir. Y entre todas las opciones que se barajaban, entre todas las decisiones que se contemplaban, no estaba fracasar. Rendirse no estaba en el guion. Gene Kranz se lo dejó muy claro a su equipo, inspirando con su trabajo una de las frases que ha pasado a la historia como emblema de un proyecto, una filosofía de vida. El propio Kranz había sido testigo del accidente del Apollo 1 que, en 1967, había acabado con la vida de tres astronautas en Cabo Cañaveral tras incendiarse la cabina, y no estaba dispuesto a perder a nadie más. Era 1970 y el Apolo 13 tenía que aterrizar (¡alunizar!) en la Luna. Pero un incendio en uno de los tanques de oxígeno lo impediría. Tras muchas vicisitudes, con la inestimable colaboración de los controladores de la misión, la nave pudo amerizar en el Pacífico y los tres astronautas sobrevivieron. Todo el equipo recibió la medalla presidencial de la libertad por su heroica actuación. No pisaron la Luna pero dieron una histórica lección de trabajo en equipo y de coraje en momentos de peligro e incertidumbre.

Pedro Llompart intenta entrar a canasta ante Covirán. MANUEL R. SALA

El fracaso no es una opción. Un tropiezo no es una derrota. Y en su singular carrera hacia la meta final del ascenso a la Liga Endesa, el HLA Alicante tiene esa consigna en el centro de control. El equipo de Pedro Rivero prepara cada partido como si de una misión espacial se tratara, planteando diversos escenarios y las posibles soluciones. Previendo qué puede fallar y proponiendo alternativas. Saben que bajar los brazos no es una opción. No darlo todo en la pista no se contempla. Somos el Lucentum y hemos venido a jugar. Por mucho que equipos como Granada se interpongan en el camino, esta plantilla tiene la mirada puesta en la única plaza disponible para la ACB. Quieren llegar a lo más alto y pondrán todos sus recursos al servicio de la misión. Porque no tenemos un Gene Kranz que nos lo recuerde, pero sí un lema que bien podría haber salvado a aquellos astronautas de morir en el espacio: «quien nunca se rinde, al final triunfa».

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