Todas las realidades son visibles detrás de los tópicos, solo hay que saber eliminar la hojarasca. El Alcoyano ha convertido en costumbre algo tan inusual como dominar a un adversario que le triplica en presupuesto desde hace décadas. El equipo de la Hoya firma unas estadísticas envidiables en sus duelos de rivalidad con el Hércules, de hecho, no pierde con el conjunto de la capital desde 2011. Fue por la mínima y ambos competían en Segunda División entonces.

Tras aquel 15 de octubre, el Deportivo siempre ha sumado puntos en los derbis contra los blanquiazules, la mayor parte de las veces de tres en tres. En 2014 se confirmó el desastre herculano y el club dio con su tenue infraestructura en Segunda B, desde ese instante, la entidad propiedad de Enrique Ortiz no ha tenido ocasión de brindarle a su socio de turno, en este caso Juan Carlos Ramírez, un triunfo frente al cuadro montañés.

En liga, ambos clubes se han enfrentado 11 veces tras la expulsión (ganada a pulso) del Hércules del fútbol profesional. El balance es netamente favorable al conjunto de El Collao, que ha rubricado siete victorias y ha cedido 4 empates, el último, este curso, en la primera vuelta, sin goles, con David Cubillo y Vicente Parras como responsables. Menos de dos meses después, en un calendario tan insólito como el presente distópico que nubla el mundo, vuelven a cruzarse para perpetuar o poner fin a una normalidad que lleva camino de tornarse axioma.

Cubillo empezó a gestionar vestuarios profesionalmente el mismo curso que el Hércules logró su último triunfo sobre el Alcoyano. Casi una década después, el preparador se enfrenta al reto de poner fin a una maldición crónica. El técnico madrileño, en su segunda tentativa, tratará de brillar donde fracasaron, con más o menos estrépito, siete entrenadores antes que él: ni Pacheta, ni Manolo Herrero, ni Vicente Mir, ni Tevenet, ni Claudio Barragán, ni Gustavo Siviero ni Lluís Planagumà fueron capaces de sobreponerse a una inercia derrotista que representa, la mayor parte de las veces, la falta de ambición de algunas de las propuestas futbolísticas defendidas (nunca mejor escrito) sobre el césped de Rico Pérez desde que los herculanos regresaron al cieno de la be.

Hasta ahora, los tropiezos en los duelos de proximidad siempre habían dejado secuelas, habían sido el germen de desavenencias irreconciliables o sentencias firmes de destitución. Por suerte para las dos entidades, sus actuales dinámicas impiden que se pueda desencadenar una tormenta catastrófica pase lo que pase en el partido. El dato más sonrojante de todos los que juegan en contra del Hércules en estos duelos directos tiene que ver con las dificultades blanquiazules para hacer goles. Tres ha metido en once partidos, cinco veces menos que su rival hoy (12 horas), y ninguno ha servido para ganar.

Solo un futbolista en la plantilla de Cubillo fue capaz de saldar con triunfo un pulso con el Alcoyano. Ismael Falcón, en su primera etapa alicantina, vio desde su portería como Míchel –ahora en el Valladolid–, batía a Maestro nada más reanudarse el duelo tras el descanso. El alcoyanismo es bastante más que una moral infinita...