El Lucentum no acaba de funcionar como debiera. El equipo lleva emitiendo señales desde hace muchas jornadas, pero las victorias han ido tapando los defectos que presenta el equipo de Pedro Rivero. Cierto es que el HLA Alicante nos ha acostumbrado a ganar prácticamente todo en 2020 y a aplastar a sus rivales partido sí, partido también, y cuando le hemos visto ganar con dificultades se nos enciende una luz de alarma. Pero el problema ahora va más allá de ello. Si dejamos al margen el partido de la Copa Princesa en el que el equipo estuvo al nivel de antaño e hipermotivado, son tres derrotas seguidas en la competición liguera ante TAU Castelló, Palma y Huesca, síntoma de que no todo está transcurriendo con normalidad. Pedro Llompart no está. En estos tres partidos ha promediado tres puntos y en la última derrota se quedó sin anotar. Fueron 19 minutos en los que solo intentó dos triples y no dio ninguna asistencia. El capitán es primordial en el equipo y su rendimiento se ha alejado mucho de sus parámetros habituales, teniendo una influencia directísima sobre el equipo, que adolece de timón. Por su parte, Pitts mantiene su anotación pese a los 4 puntos anotados en Huesca, pero aparece con más intermitencia. Ayer desapareció y ante el Breogán se quedó sin anotar en la segunda parte. De cualquier forma, con Llompart en su estado habitual, el jugador americano aumenta su rendimiento. Es su complemento perfecto y ahora mismo urge recuperar a la considerada mejor pareja de bases de la competición.

Otro grave problema lo tiene el HLA en la pintura. Es indudable que Jonas Zohore ha mejorado, pero sigue siendo insuficiente para un equipo que deberá afrontar un play off de enorme exigencia si todo va bien. No es el pívot determinante que vaya a resolver partidos ni su actitud en defensa en Huesca merece ningún aplauso. Tampoco está acompañado por un Jorge Bilbao con los números en los que se movía en el primer tramo de la temporada. El pívot vasco tuvo buenos momentos el viernes junto a un Galán que tuvo una gran aportación en el rebote, pero falta algo. El equipo pide a gritos un pívot desde hace muchas jornadas, pero en una temporada tan atípica como ésta y sin público en las gradas no parece el mejor momento para realizar ningún desembolso económico que haya que arrastrar y lamentar más adelante.

Si el equipo ha demostrado que con lo que tiene puede competir ante un rival tan poderoso como el Breogán, es perfectamente comprensible que se acabe la temporada con la plantilla actual salvo que surja una oportunidad tan ventajosa como la de Noah Allen. Eso sí, duele la imagen que se dio en Huesca y principalmente lo que se vio en un indolente último cuarto, que estuvo al nivel de la prórroga disputada en Lugo e incluso peor, lanzando triples a la desesperada sin ningún patrón de juego. Tampoco Gjuroski se empleó mucho en defensa en un partido para olvidar pronto.

Vienen ahora dos partidos que pueden condicionar mucho la segunda fase de la competición. Apenas hay tiempo para lamentarse de la debacle de Huesca porque el martes viene un Girona mucho mejor que el de la primera vuelta que no te permitirá errores. Urge cambiarle la cara al equipo y, sobre todo, la actitud.