Hace siglo y medio, en el lejano Oeste, en mitad de la guerra civil norteamericana, tres cazarrecompensas sin escrúpulos se alían para conseguir un botín de monedas de oro. Una historia de luchas, picaresca, caos, supervivencia, duelos, ambición, violencia y tesoros escondidos. Ladrones, pistoleros, asesinos. El culmen de una trilogía de culto, exponente del spaghetti western, obra maestra de Sergio Leone y emblemático film de Clint Eastwood. Una singular producción italo-hispano-germana; la película favorita de Quentin Tarantino. El desierto de Almería en todo su esplendor. El primer duelo triangular de la historia del cine. Una de esas inmortales bandas sonoras del genial Ennio Morricone. «El bueno, el feo y el malo» no es solo una de las mejores películas de todos los tiempos. Es también una metáfora de la realidad actual del HLA Alicante, a punto de concluir la primera fase de la LEB Oro para entrar de lleno en la lucha por alcanzar el play-off de ascenso a la Liga Endesa. Empecemos por lo bueno. Tenemos una de las mejores parejas de bases, con nuestro capitán como particular «Rubio» de la película. El dinamismo que imprimen al juego hace que jueguen juntos en ocasiones, y a ellos se une un inspirado Txemi Urtasun capaz de liderar cuando el partido lo exige. Este año ha sido además el de la explosión de Chumi Ortega, con un crecimiento espectacular en todas las facetas del juego. Junto a él, nuestros exteriores Noah Allen, Edu Martínez y Rafa Huertas tienen un talento capaz de desestabilizar el encuentro en momentos clave, y su acierto en el tiro será un arma fundamental a partir de ahora. Jugando por dentro, Álex Galán muestra en cada partido su enorme potencial ofensivo y defensivo, sin arrugarse sea quien sea el rival. Jorge Bilbao dejó momentos estelares en la zona esta temporada, y Jonas Zohore ha demostrado que tiene la capacidad de ser ese cinco intimidador que tanto necesita el equipo. Stojan Gjuroski puede hacer mucho daño desde fuera y desde dentro del perímetro y el joven Guillem Arcos no desaprovecha los pocos minutos que puede disputar. Sigamos con lo feo. El equipo ha mostrado, en diversos encuentros, desconexiones graves, encajando parciales escandalosos y desaprovechando la ocasión de cerrar los partidos en momentos de clara ventaja. No se pueden dilapidar los buenos colchones de puntos, las oportunidades de hacer faltas estratégicas, la superioridad en distintos aspectos del juego. Está feo perder partidos que se pueden ganar. Y concluyamos con lo malo. Una de las asignaturas pendientes de la temporada son los rebotes. Hay que aprender a cerrar el rebote ofensivo y defensivo, atacarlo sin piedad, y es vital evitar las pérdidas, que tanto nos lastran. Igualmente, es necesario ganar poderío e intimidación en el juego interior, hacer más daño con las armas de que disponemos. Los rivales ya nos conocen bien y hay que variar la estrategia para impedir los cómodos accesos del enemigo a nuestro aro. Y de lo malo, lo peor: un baloncesto sin aficionados; un eco sordo en los pabellones; un Centro de Tecnificación vacío, sin alma.

Han pasado más de cincuenta años desde que «El bueno, el feo y el malo» se estrenara. Pero en la memoria colectiva de todos queda el eterno cigarro de Eastwood, su sombrero, el imponente desierto detrás. En una singular cancha redonda tiene lugar el duelo a tres bandas más famoso de la historia del cine, entre tumbas y cactus. ¿Recuerdan el final? «El mundo se divide en dos categorías: los que tienen el revólver cargado y los que cavan». La LEB Oro es una guerra. Y les aseguro que, al igual que «el bueno», el Lucentum tiene a sus pistoleros a tope de balas y dispuestos a emplear toda su pólvora para llevarse el botín de oro.