Aquella mañana de sábado parecía como todas las demás. Desde el asiento trasero, vio como su padre se disponía a entrar en el coche de nuevo, tras haber comprado el periódico, como era preceptivo, en el kiosko de la plaza de San Antonio.

Ahora, según el ritual habitual, lo siguiente era matar el tiempo esperando a que su madre y sus abuelos acabaran la compra semanal que, como de costumbre y como tantos otros alicantinos, hacían en el mercadillo de Campoamor.

Nada hacía presagiar que aquel caluroso 6 de junio de 1987 fuese a ser especial pero llegó un inesperado giro de guion. Su padre, que debió pensar que había llegado el momento de hacer partícipe a su hijo de la lectura matutina, abrió el diario por las páginas deportivas y le pidió que mirase junto a él las tablas de Primera y de Segunda División.

A continuación, le empezó a hablar brevemente -con un lenguaje que su retoño pudiera entender- de cada uno de los equipos: “...el Real Madrid y el Barcelona son los mejores y, además, grandes rivales; el Espanyol y el Atlético son algo así como sus vecinos pobres; en el Athletic de Bilbao todos los jugadores son nacidos en la misma zona...”.

El kiosko de la plaza San Antonio

Y así prosiguió José, con su clase didáctica y enriquecedora durante un buen rato, hasta que llegó el momento culminante que, como en una peli de Villeneuve, se había dejado para el final: “...y este es nuestro equipo, el Hércules”. Siete palabras -y en ese orden- que aquel niño amaría y odiaría para siempre a partes iguales.

Por si fuera poco, a José tampoco le faltó tiempo para dejar claro a su “nano” que el Elche era su máximo rival. Finalizada con éxito la “transfusión paternofilial” de sangre blanquiazul ya se hizo la hora de recoger a su madre y a sus abuelos. Como pueden ver, la espera había dado para mucho. Entre otras cosas para que aquel niño siguiera por la radio el derbi provincial que se jugó aquella tarde y para que hoy, treinta y cuatro años después, les pueda relatar esto que leen...

 

EL PRIMER DERBI Y LA ÉPOCA DORADA DEL HÉRCULES (1925-1959)

El Hércules, campeón de 3a (6-3-1932)

Pese a que el Hércules Football Club había echado a andar en 1919 (aunque no se federase hasta 1922) y que el Elche Football Club se había fundado en 1923, hubo que esperar más de dos años para el primer enfrentamiento entre ambos. Fue en un partido de Primera Regional disputado el 22 de noviembre de 1925 en un abarrotado Campo de Don Jeremías (también llamado Stadium Elche). Allí, ante un público entregado, el conjunto ilicitano -que, como muchos equipos de la época, vestía completamente de blanco- superó a los alicantinos en un partido vibrante (3-1).

El Elche había dado primero, pero ni dos veces ni más fuerte. No en vano, desde entonces hasta 1959, los ilicitanos no pisaron la máxima categoría y sus presencias en la división de plata se limitaron únicamente a seis. Pobre bagaje del cuadro franjiverde que, precisamente al inicio de esa etapa, exactamente en la temporada 26/27, había dejado atrás el blanco inmaculado por iniciativa de su técnico Anton Fivébr. Y es que, según se cuenta, durante una visita a la Basílica de Santa María, Fivébr observó desde la torre más alta el horizonte ilicitano, donde el verde de las palmeras formaba una línea horizontal entre las casas mayoritariamente blancas- y el cielo claro de la ciudad. El técnico checo quedó tan impactado con esa visualización que pensó que la franja verde en la camiseta sería una perfecta seña de identidad para el club. Todo un visionario.     

Anton Fivébr, a la derecha, con el equipo ya con la franja verde en las camisetas

Volviendo a lo estrictamente deportivo, en la capital las cosas fueron bastante mejor en ese periodo (1925-1959), especialmente en los albores de la Guerra Civil y los primeros años de la posguerra, donde incluso el Hércules, con jugadores como el meta internacional Pérez o Maciá, llegó a acabar la Liga de Primera División empatado en la quinta posición con el Barcelona (1936) y fue sexto en la temporada de la reanudación tras el conflicto bélico (1940-1941). Alicante vivía buenos tiempos en lo futbolístico y, como toda España, pésimos en todo lo demás, en todo lo realmente importante.

Obviamente, los blanquiazules se consolidaron como el absoluto dominador del fútbol provincial en esas tres décadas, llegando a militar quince años en Segunda y siete en Primera División. Esto hizo que el Elche, que no pasaba de ser un equipo competitivo de Tercera con esporádicas temporadas en Segunda, estuviera más de veinticinco años sin ganar a sus rivales en Liga. Pero todo cambió con la llegada de los años sesenta…

Derbis 1925-1959

EL ELCHE YEYÉ Y EL ASTERISCO DE LA CONDOMINA (1960-1970)

La píldora anticonceptiva, la crisis de los misiles, el “I have a dream” de Martin Luther King y el primer hombre en la Luna. Son los sesenta. Los años del mejor Elche de la historia. De los goles de Romero Isasi, de la pizarra de Heriberto Herrera, del quinto puesto en Primera y de la final de la Copa del Generalísimo. Una década, que se abría con el segundo ascenso consecutivo del conjunto franjiverde, esta vez a la máxima categoría (1960) y que se cerraba con dos descensos sucesivos de los herculanos, que pasaron de viajar en primera clase en 1967 a dar con sus huesos en Tercera en 1969. Ahora el Elche era el pez gordo, el que se codeaba con la élite, mientras que el Hércules empezaba a erosionar su pedigrí entre la segunda y la tercera categoría del fútbol español. Obviamente, este cambio de papeles se reflejó también en los seis clásicos oficiales que disputaron, teñidos la mayoría de franjiverde, con un único asterisco. Pero qué asterisco…

Gol de Csóka en un derbi de la temporada 1960-61

Murcia, 13 de mayo de 1964, primera eliminatoria de la Copa del Generalísimo. Partido de desempate. La Condomina lucía genial sin rastro de rojo. En un desplazamiento masivo sin precedentes, miles de franjiverdes y de blanquiazules llenaban a rebosar las gradas del actual estadio del UCAM Murcia. Tras los empates en Altabix y en el Campo de La Viña, el entonces terreno pimentonero iba a dictar sentencia en lo más parecido a una final… en dieciseisavos. En un lado los alicantinos, con José Juan a los mandos y los imberbes Arana y Ramón arriba; en el otro los ilicitanos, con el meta exinternacional Pazos, el santapolero Quirant, el argentino Forneris y los paraguayos Lezcano y Romero Isasi.

La información sobre la Copa del Generalísimo Elche-Hércules en las páginas de INFORMACIÓN

El gallito de la división de plata (el Hércules había acabado ese año subcampeón en Segunda) frente al Elche de oro (quinto en Primera). Y el partido no defraudó precisamente porque sí lo hizo, al no cambiar ni una coma del guion esperado en cualquier Clásico que se precie: choque viril pero muy trabado, con emoción y tensión a raudales pero de escasa calidad. Tuvo hasta prórroga. En ella, el oriolano Ramón -para muchos, el mejor jugador que alguna vez se haya puesto la blanquiazul- se coló entre la defensa de los de Heriberto Herrera e hizo el único gol del encuentro en el minuto 107, certificando así la victoria herculana en un duelo que, por primera vez, tuvo trascendencia más allá de la provincia. El derbi se nos había hecho mayor.

Elche-Hércules (4-0). 1966 Perfecto Arjones

Derbis 1960-1970

EL CLÁSICO SE HACE DE PRIMERA (1971-1984)

La década de los setenta llegaba con un inesperado descenso del Elche tras doce campañas consecutivas en Primera División. Era el fin de una etapa gloriosa para los ilicitanos, en la que obtuvieron posiciones muy meritorias -quintos en 1964 y sextos en el 66- además del histórico subcampeonato de Copa en Madrid (derrota 1-0 en la final ante el Athletic de Bilbao). Asimismo, su pérdida de categoría suponía un reencuentro con el Hércules que iba a traer cuatro derbis de vértigo, en los que el once de Roque Olsen, haciendo valer su mayor jerarquía en esos años, se impuso en tres de ellos. Apenas dos temporadas después de haber descendido, el Elche retornaba a Primera al acabar en segunda posición el curso futbolístico 72-73. Por su parte, el Hércules de Alicante tuvo que esperar una campaña más para acompañar a sus vecinos.

Ya con los dos grandes de la provincia en la élite, los derbis adquirieron cotas de competitividad nunca vistas antes, ni siquiera en aquella “final” de La Condomina. Fueron partidos duros, broncos y muy muy calientes. Marcados, en buena medida, por el carácter y la competitividad que imprimían la gran cantidad de sudamericanos que había en ambas plantillas. Eran los Hércules-Elche de los Santoro, Giuliano, Saccardi, Gómez Voglino, Trobbiani o Rubén Cano. Pero también los de los nuevos estadios, el José Rico Pérez (inaugurado en 1974) y el Martínez Valero (1976), que fueron fiel reflejo del estatus que habían adquirido ambos equipos y de una rivalidad que crecía de manera imparable. Como muestra, este “botón” que Manuel Martínez Valero -presidente del Elche hasta 1982- dejó a su hijo ante el inicio de las obras del futuro Rico Pérez: “dejemos que estos (los del Hércules) construyan su estadio, que nosotros después haremos el nuestro que tendrá, como mínimo, una butaca más”. Sin comentarios.

Final del Hércules 2 - Elche 1 jugado en La Viña el 6 de febrero de 1973 Perfecto Arjones

El balance en los ocho choques directos que se disputaron en Primera volvía a ser favorable, por primera vez en mucho tiempo, al cuadro alicantino. Algo en lo que tuvo mucho que ver el técnico Arsenio Iglesias y su particular veni, vidi, vici: llegó a Alicante en 1973, a un Hércules que estaba en tierra de nadie en Segunda; armó durante cuatro años un equipo sobrio, pétreo y muy difícil de ganar; y se marchó dejando en el haber un ascenso a Primera (1974), sendos puestos de honor en la máxima categoría (quinto en 1975 y sexto en el 76) y la sensación de que, por fin, había cobrado sentido aquello de “le llamaremos Hércules para infundir respeto a los rivales”. Lástima que durase tan poco...

En las temporadas siguientes, todavía con muchos de los hombres del Zorro de Arteixo (Giuliano, Carcelén o Baena, entre otros) y con los posos de su libreto, el Hércules se mantenía sin muchos sobresaltos en los puestos tibios de Primera pero, año a año, iba perdiendo potencial gradualmente. Cuando finalmente acabó descendiendo, en la temporada 81-82, poco quedaba ya del mítico equipo que siete años atrás se había quedado a un paso de la Copa de la UEFA. Tras ocho temporadas ininterrumpidas en la máxima categoría, el conjunto alicantino volvía a Segunda y allí, ¿adivinan con quién volvió a encontrarse? En efecto, con el Elche C.F.

El conjunto ilicitano, que pasaba por ser uno de los equipos más potentes de Segunda División (acumulaba una quinta posición y tres cuartos puestos consecutivos desde 1979), se postulaba, junto con los alicantinos, como uno de los favoritos al ascenso en el “año cero” posmundial´82. En los dos derbis de rigor, hubo reparto de triunfos y mucha igualdad. Como en la propia temporada en sí, en la que franjiverdes y blanquiazules acabaron, respectivamente, en séptima y octava posición. Año de transición ante lo que estaba por venir...

Elche, 27 de mayo de 1984. Último partido del Campeonato Nacional de Liga de Segunda División. Mientras el Hércules de Alicante ya se había convertido en equipo de Primera tras superar al Castellón una semana antes, el conjunto local estaba en disposición de acompañarle en la jornada 38. Para ello “solo” necesitaba no perder en la última fecha ante el potente Bilbao Athletic, que contaba en sus filas con futuros internacionales como Andrinúa o Julio Salinas y que llegaba al final de la campaña disputándose el título de campeón de Segunda con el mítico Castilla de la Quinta del Buitre. La ciudad de las palmeras, consciente de la importancia del encuentro, se volcó con su equipo y llenó el estadio muy por encima de su capacidad real, con más de cincuenta mil enfervorizados seguidores. Al final, el Elche tiró de épica y, con goles de Quesada, Anquela y López Murga -este en dos ocasiones- arrolló a los “catxorros” por un contundente 4-0 en una fantástica exhibición de fútbol que le permitió ganarse un sitio en Primera División y, lo que es más importante, un lugar en la memoria de todos los ilicitanos.

El ascenso del Elche CF en las páginas de INFORMACIÓN

Derbis 1971-1984

DOS OASIS Y UN DESIERTO QUE NO TERMINA NUNCA (1985-2005)

La siguiente campaña, con Elche y Hércules de nuevo entre los grandes, fue un “vía crucis” para ambos. Especialmente para los franjiverdes que, desde la primera hasta la última jornada, no sacaron la cabeza de los últimos puestos de la tabla. Sin embargo, en el caso de los herculanos, sí hubo final feliz: un gol del argentino Sanabria en el Bernabéu ante el Real Madrid obraba el milagro y les daba la permanencia en el último suspiro. Pero la primavera dura poco. Y en el Hércules solo un rato. Apenas un año después, los blanquiazules no pudieron sobreponerse a la marcha del legendario Kempes y acabó, reencontrándose con el Elche, en el fuego de Segunda.

Allí, a mediados de los ochenta, ambos iniciaban su particular peregrinaje de dos décadas alejados de la élite, inmersos en mil problemas económicos y con sus seguidores moviéndose entre el cabreo constante y la indiferencia. Un largo desierto fuera de los focos que incluso les llevó por los angostos caminos de Segunda B (siete años en el caso de los franjiverdes y once en el de los alicantinos). Eso sí, tanto a unos como a otros, el destino les dio alguna (efímera) tregua, en forma de ascensos a Primera División. Concretamente, uno para cada equipo: el Elche de Miguel, Bracun, Claudio o Sixto en 1988 y el Hércules de Pavlicic, Parra, Paquito o Rodríguez en 1997. Como no podía ser de otra manera, entre 1986 y 2005, los eternos rivales se vieron las caras en numerosas ocasiones. Fueron exactamente diecinueve derbis, la mayoría de ellos en los “bajos fondos” de nuestro fútbol -algo que no les restó ni un ápice de pasión e intensidad- que se saldaron con cinco victorias ilicitanas y siete alicantinas. 

Derbis 1985-2005

UN PUNTO FINAL Y DOS SUSPENSIVOS (2006-2021)

Cantaba Gardel que veinte años no es nada, pero tanto al Elche como sobre todo al Hércules se le habían hecho muy largos. La temporada 2005-2006, que traía de vuelta a los alicantinos a Segunda División, nos dejaba el primer derbi tras siete años en blanco. Un empate a uno en el Martínez Valero -marcaron Frankowski para el Elche y el exfranjiverde Moisés para el Hércules- sellaba el inicio de una larga serie de enfrentamientos directos durante ocho campañas en la división de plata. Con la única excepción de la 2010-2011, en la que el Hércules de Valdez y Trezeguet estaba entre los grandes, el derbi se había convertido en un clásico de Segunda: catorce partidos entre 2005 y 2013, con tres victorias para los alicantinos y siete para los ilicitanos. Precisamente estos últimos lograban en la 12/13 un brillante ascenso a Primera, tras catorce años alejados de la élite. Aquel Elche de Fran Escribá, Coro, Fidel, Xumetra y Edu Albacar, entre otros, dominó de principio a fin la hoy llamada Liga Smartbank. Mientras tanto, a veinte kilómetros de distancia seguían presentándose síntomas de lo que se estaba fraguando: en 2013 el Hércules acababa decimoséptimo y, al año siguiente, en una pésima temporada, finalizaba colista y de nuevo descendía a Segunda División B. Ya se sabe, “si algo puede salir mal…”.

Hércules y Elche, enemigos íntimos Rafa Arjones

Por contra, en poco más de un lustro, el Elche ha vivido un renacer, una segunda juventud. Tras el discutible y más que polémico descenso administrativo de la temporada 2014/2015 -en la que finalizó decimotercero en LaLiga- y dos campañas decepcionantes en Segunda (la última con descenso incluido), la llegada de Pacheta al banquillo franjiverde marcó un antes y un después en la historia del club. El técnico burgalés, que en su día fue despedido por el propio Hércules cuando marchaba cuarto en la clasificación, tuvo en Elche la tranquilidad, la confianza y el tiempo necesario para construir un proyecto a su manera. Suele ser necesario pensar despacio para avanzar deprisa... Y vaya si lo hizo: el expanyolista y su Elche pasaron en menos de dos años y medio de estar en Segunda B a ser equipo de Primera División gracias al histórico gol de Pere Milla en Montilivi. En cambio, en la acera de enfrente, el conjunto blanquiazul sigue en un día de la marmota eterno. Son ya siete temporadas, siete largos años cosidos a retales en los que los alicantinos siguen varados, tratando de honrar su pasado y escapar, por fin, de la categoría de bronce.

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El derbi de 2017 entre el Hércules y el Elche CF, en imágenes

Derbis 2006-2021

Sea como fuere, en apenas un par de meses se cumplirán tres años del último Elche-Hércules. Tres años de milagro deportivo y recuperación económica por parte ilicitana y de proyectos fallidos e inestabilidad en todos los ámbitos en el lado herculano. Tres años de mirarse de reojo y de guardar las distancias... Y es que, al fin y al cabo son tres largos años sin enfrentarse, algo que ambas aficiones sufren por igual.

Las aficiones del Hércules y el Elche se "saludan" antes de un derbi Rafa Arjones

Porque el pique entre el Hércules y el Elche es un ni contigo pero, sobre todo, ni sin ti. Es un poco de deporte y mucho más de todo lo demás. Es una rivalidad pulida por los desaires de la historia, es la franja vertical frente a la horizontal y el azul contra el verde... Es la delantera ambulancia, la cinta de Tatono y la coleta de Pavlicic; es Megido ante Felipe Nery en el OK Corral del “fútbol quinqui”, es el doblete de Lezcano en el 66 y el hat trick de Delibasic. Es una mirada desafiante de Nino, el pulmón de Asensi o una gambeta de Tote. Es el gol del pistolero Nickie Billie o el de Ramón en La Condomina; es el paso de El Clot y Bardín al Martínez Valero y al Rico Pérez... El derbi es aquel Hércules granítico que manufacturó Arsenio en los setenta y el Elche mágico de los sesenta; es un paseo de una Dama con aroma ilicitano por la Explanada, es el sol de la playa de Sant Joan o la brisa de los Arenales. Es Elche contra Alicante, un verso descarnado del poeta del pueblo y el enfrentamiento eterno

Derbi disputado en 2012 en el Rico Pérez David Costa

Poco o nada queda de aquel Elche que se fraguó en la revista Nueva Illice o del Hércules del “Chepa” que hace casi cien años se midieron por primera vez. Desde hace mucho tiempo, el Campo de Don Jeremías ya es historia y ya ni siquiera hay mercadillo en el barrio de Campoamor. Pero tengan por seguro que, mientras el mundo siga en pie, siempre habrá una mañana de sábado parecida a todas las demás, en la que un padre le diga a su hijo “este es nuestro equipo” y le indique quién es su máximo rival, su “enemigo íntimo”. Así pasen otros treinta y cuatro, cien o doscientos años más...

Un niño llorando tras un derbi Hércules-Elche Rafa Arjones

A mi padre.