Desde que en la temporada 2016/2017 el Eldense diese con sus huesos en Tercera División y, peor aún, con la dantesca imagen a nivel nacional tras los hechos acaecidos, los del Medio Vinalopó buscaban un ansiado ascenso. Y qué mejor manera de hacerlo que en casa, en el último encuentro y ante un rival que tenía en mente el mismo objetivo: un punto en Elda alegraba tanto a locales como al Alzira. El empate sin goles ascendió a ambos.
La tarde soleada invitaba a vivir un encuentro entre dos rivales que, siendo respectivos campeones en sus grupos, acabarían jugándose la última bala de ascenso directo a una carta. Una carta con cierto seguro, eso sí.
Como ya se sabe, dos no pelean si uno no quiere. Y en el caso del duelo en el Nuevo Pepico Amat, bregaban Eldense y Alzira sabiendo que el reparto de puntos sacaba a ambos del calvario de la Tercera División. Con dichos prolegómenos y lleno absoluto (dentro de las restricciones de Sanidad), los dos conjuntos fueron intercambiando en los primeros minutos tímidas posesiones y regulando esfuerzos en esas primeras acciones del partido.
Algo más de interés por buscar el área visitante propuso el Eldense, que en un par de acciones en largo hizo intervenir para anticiparse a los delanteros al meta Pawel. Así fue transcurriendo un anodino arranque sin más historia que lo que la grada ambientalmente pudiese ofrecer, aunque incluso en ello faltó la mordiente de quien se esta jugando los cuartos a estas alturas.
Dominio local
Los locales se hicieron con el paso de los minutos con el dominio del partido ante un Alzira que propuso el papel de rival bien asentado atrás y sin dejar apenas espacios a los intentos de buscar el área del conjunto de la Ribera.
El discurrir de los minutos fue dejando paso a un partido sin excesivo brío y donde ni unos ni otros optaban por desangrar al contrario. Así se daba carpetazo a la primera mitad, con una gran ovación de los aficionados como despedida.
En la grada, en algunos momentos ajenos a lo que pasaba en el terreno de juego, los cánticos de unos y otros daban algo de colorido al duelo, en una especie de hermandad entre dos aficiones que quisieron meterle al partido el picante necesario.
Aún así, la segunda mitad no cogía velocidad, aunque los locales seguían dominando el juego y los aficionados solo miraban el marcador , en el que parecía no avanzar hacia el ansiado 90 la cifra de los minutos.
Alegría final
En la batalla de las aficiones, la del Alzira se involucraba con mayor ahínco en la segunda parte mientras el fondo del Eldense no dejaba de hacer sonar el bombo.
Sin acciones de excesivo peligro sobre el tapete del Nuevo Pepico Amat, las dos aficiones dieron rienda suelta a su esperada celebración con el pitido final de Cánovas Villarrubia. La fiesta se trasladó de la grada al césped, donde ambos conjuntos junto a sus aficionados fusionaron el blaugrana en uno solo.
Unos y otros se entremezclaron en el sintético del Pepico Amat con una fiesta que los locales acabarían trasladando a la glorieta del Eldense, estrenada meses atrás y que ya ha podido, en poco tiempo, vivir su primera gran alegría, la primera de las muchas que espera albergar para los aficionados del Deportivo.
El ascenso a Segunda RFEF permite alEldense dar un salto y no fallar en un año clave, el de la reestructuración del fútbol español y, sobre todo, recuperar el recuerdo de los grandes días de fiesta en la historia del club, apagados en los últimos años. El Eldense ve la luz en forma de ascenso.
