Primer día y primera medalla para España en Tokio 2020. La encargada de hacerlo fue Adriana Cerezo, la más joven de la delegación española, con solo 17 años. Hace unas semanas hacía la Selectividad y ayer mismo se subió al segundo peldaño del podio en unos Juegos Olímpicos. Y, a siete segundos para terminar la final, tenía en sus manos la medalla de oro, que se le acabó escapando.

Adriana Cerezo saboreó con amargura el podio en Tokio al alzarse con la plata en su especialidad de hasta 49 kilos, tras una actuación arrolladora que encumbró el taekwondo español. Y lo saboreó con amargura por su propia ambición. La joven vio muy de cerca el oro, lo sintió suyo y, aunque finalmente se tenga que conformar con la plata, su actuación durante la madrugada y la mañana del sábado (en España) la convierten en una «niña» de oro.

Cerezo salió a la pista sonriendo, celebrando antes de comenzar una final que se tomó con más cautela y cabeza fría que los combates anteriores y en el que terminó derrotada por un ajustado 11-10 cuando restaban siete segundos por una patada certera de la tailandesa Panipak Wongpattanakit, número uno del mundo y bronce en Río 2016.

La hasta ahora considerada promesa española de este deporte, convertida ya en referente, reconoció la victoria de su rival entre lágrimas de frustración, pues su meta en Tokio era el oro. Fue el único momento en que su sonrisa no brilló a lo largo del día. Adriana dio la impresión de estar en su gimnasio, sin presión. Se lo pasó bien e hizo disfrutar al olimpismo. Su nombre retumbó con fuerza en la primera jornada oficial de competición hasta el punto que el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, se desplazó «in situ» a ver su pelea por la medalla del oro.

La madrileña rozó lo más alto del podio a pesar de combatir sin el arrojo del público en las instalaciones deportivas prácticamente vacías, preparadas expresamente en el centro de convenciones Makuhari Messe de Chiba, al este de la capital.

Cerezo aseguró la primera medalla para España tras vencer por 39 a 19 en semifinales a la turca Rukiye Yildirim, cuarta del mundo, en un enérgico combate en el que abrió el marcador con una patada en la cabeza y en el que presionó con golpes y patadas al cuerpo sin dejar que las penalizaciones mutuas la distrajeran. La exhibición, yendo cada vez a más, fue abrumadora, pero quizás ya no sorprendió porque previamente Cerezo ya había dados dos auténticas campanadas.

En su camino hacia la final, la madrileña, siempre con una colorida cinta rosa fucsia en el pelo, su amuleto, sorprendió con su primera victoria ante la serbia Tijana Bogdanovic, subcampeona en Río de Janeiro hace cuatro años y número dos del mundo, a la que derrotó por un holgado 12-4.

Tras superar la primera cita se enfrentó a la que ha dicho considerar una de sus ídolos, la china Wu Jingyu, leyenda del taekwondo, con dos oros olímpicos (2008 y 2012) y tricampeona mundial, a la que derrotó de forma implacable en cuartos de final en dos asaltos por diferencia de puntos (33-2) con una sucesión de golpes certeros. Al llegar a una diferencia superior a 20 puntos no fue necesario el tercer «round».

La benjamina de la expedición española en Tokio se ha convertido en la cuarta medallista olímpica española más joven en una categoría individual, tras las gimnastas Carolina Pascual y Patricia Moreno, y el boxeador Faustino Reyes.

Adrián Vicente cae en cuartos y se lleva diploma olímpico

En la categoría masculina de hasta 58 kilos, que se disputó de forma alternativa con la femenina de -49 kg, el español Adrián Vicente cayó en cuartos de final ante el surcoreano Jang Jun, número 1 del mundo. Vicente dio guerra a su oponente, pero cedió por 24-19.

La posterior derrota de Jung en semifinales impidió a Vicente competir en la repesca por el bronce, por lo que se tuvo que conformar con un diploma olímpico. En Primera Ronda había debutado con victoria ante el portugués Bragança. El oro fue para el italiano Vito Dell’Aquila.