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Aunque no seamos favoritos

Simmons penetrando hacia canasta HLA Alicante

Dentro de ese paulatino regreso a la normalidad que ojalá culmine pronto, me dirigí el viernes al Pedro Ferrándiz con curiosidad por ver las caras nuevas con las que el HLA tuvo que reemplazar en su práctica totalidad a una plantilla con la que los aficionados nos vimos muy identificados la temporada pasada, a pesar de que en gran parte de ella solamente pudimos ver al equipo por televisión. Precisamente por ese motivo me resultó entrañable reencontrarme con los clásicos de la grada del Ferrándiz: la incansable Peña Kali, los que protestan cada decisión arbitral desfavorable, el de la bandera del Hércules en la grada superior, las luces del marcador que deberían indicar las faltas de los jugadores, y que siguen sin funcionar… Todos esos pequeños detalles que vuelves a reconocer después de tantos meses de ausencia, o de asistencia con restricciones, y que hacen que uno se sienta de nuevo en casa.

Ya fuese por las ganas que tenía de volver a ver baloncesto en vivo o por cómo se desarrolló el propio encuentro, el caso es que pasé dos horas y media de lo más entretenido y me divertí mucho. No es fácil conectar a la primera con un equipo al que le han cambiado la gran mayoría de sus piezas, pero mi primera impresión, más allá del decepcionante desenlace, fue que la directiva ha hecho un buen trabajo sustituyendo a los añorados Urtasun, Allen, Bilbao, Galán, etc. Poco a poco se irán estableciendo los roles dentro del conjunto, pero me pareció que hay calidad de sobra en los puestos de base y escolta y que no será fácil encajarlos a todos cuando Justin Pitts vuelva a entrar en la rotación. Otra buena noticia fue que Van Zegeren mejora con mucho en intensidad y regularidad a su antecesor en el puesto de center, y que el equipo tampoco va corto de tiradores, y es que en principio cualquier entrenador querría contar para esa función con un croata y un lituano.

Lo que quedó claro fue que en la puerta del despacho del jefe sigue poniendo Pedro Llompart en letras grandes, disipando cualquier duda que hubieran sembrado sus problemas físicos de la pasada temporada. Problemas que, por otra parte, nos trajeron la mejor noticia posible para el baloncesto alicantino, la presencia en minutos importantes de Guillem Arcos, participación que esperemos que no se vea reducida con el regreso de Pitts. El canterano conecta con la afición por sus vuelos y por ser «de los nuestros», mientras que el estadounidense fue el que nos devolvió a muchos al pabellón. En lo que no dudó García de Vitoria fue cuando tuvo que elegir al encargado de intentar decidir el choque.

Esas dos «ocasiones de canasta» idénticas de Simmons bien pudieron evitar ambas prórrogas, pero así de impredecible es el baloncesto. Será interesante ver si en próximas ocasiones es él quien sigue ostentando la licencia para tirar en esas circunstancias o si lo hace «MVPitts» como en ejercicios anteriores, y habrá que ver cómo conviven dos jugones con tanta tendencia a amasar el balón en el uno contra uno.

Aunque la victoria se fuese para Oviedo por errores propios del equipo local y por la inteligencia de otro veterano como Arteaga en el último rebote, mi último pensamiento, aparte de que los asientos del Ferrándiz no son los más cómodos cuando el partido se va a la segunda prórroga, fue para los aficionados que se habían perdido el espectáculo. Seguramente el puente tuvo mucho que ver, pero sería beneficioso que los que pudieron asistir y no lo hicieron se fuesen incorporando a una grada que no mete canastas, pero puede crear un ambiente propicio para decantar esas acciones que pueden ser decisivas. Aunque no seamos favoritos al ascenso, cuantos más seamos más fácil será recobrar esa conexión con el equipo que hemos ido reconquistando en los últimos años.

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