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DESDE LA GRADA C

Se busca identidad

Gerel Simmons Héctor Fuentes

Llegó la primera victoria para el HLA y esa fue la mejor noticia del pasado domingo para los aficionados alicantinos. Increíblemente, fueron necesarias otras dos prórrogas, y ya van cinco en cinco partidos, para que la balanza se decantase finalmente del lado lucentino. Normalmente los aficionados disfrutamos cuando un partido se alarga debido a su igualdad, pero no fue el caso esta vez. Los dos conjuntos parecían turnarse para encadenar errores que les hacían perder cualquier mínima ventaja adquirida, o incluso hubo fases en las que ambos rivalizaron para ver quién cometía más fallos. Seguro que no fui el único que hizo el chiste fácil de que, por momentos, el partido dio tanto miedo que fue digno de la noche de Halloween.

La buena noticia es que las cuatro derrotas que precedieron a esa primera victoria llegaron por diferencias minúsculas o tras disputar uno o dos tiempos extra contra equipos que de momento han demostrado su enjundia, estando tres de ellos entre el grupo de cabeza de la clasificación tras cinco jornadas. Ello da una idea de lo igualada que puede ser la LEB Oro esta temporada y significa que el equipo de García de Vitoria tiene nivel y jugadores para competir con cualquiera. Incluso con algo más de suerte podría estar ocupando los puestos de privilegio junto con esas escuadras.

Sin embargo, creo que no es únicamente suerte lo que le falta al equipo. En las últimas semanas hemos pasado de un partido, el último en casa contra Melilla, en el que se podía sentir la incredulidad de la grada ante una idea de juego que parecía basarse en darle el balón en cada ataque a Gerel Simmons para que lo amasase durante veinte segundos y decidiese al final qué hacer con él, a dos jornadas fuera del Ferrándiz en el que la participación del americano ha ido menguando en minutos y, sobre todo, en protagonismo, con cinco lanzamientos en cada uno de dichos encuentros. Da la sensación de que la confianza que tenía el técnico en el jugador en las primeras jornadas ha ido a menos, con una participación casi testimonial en Palma. Del mismo modo, a nuestro idolatrado Justin Pitts parece quedarle un largo camino por delante para ponerse en forma, con lo que tenemos a dos jugadores de indudable talento que no encuentran su sitio en el equipo.

La luz parece encenderse cuando las operaciones las dirige Don Pedro Llompart, a quien hay que ir tomando las medidas para la futura estatua que habrá que poner en un futuro en la puerta del pabellón. Tanto el día del Estudiantes, donde la imagen fue posiblemente la mejor del año, como el pasado domingo, la sabiduría del mallorquín le permitió tomar decisiones cabales en momentos de dificultad, sabiendo conectar de forma alterna con los pívots y con los tiradores. Por cierto, que Pilepic y Matulionis parecen haberse puesto de acuerdo para brillar desde el perímetro un día cada uno. El día que ambos acierten en el tiro exterior podemos ser testigos de un concurso de triples dentro de un partido.

Sin embargo, sería un riesgo muy grande fiarlo todo a lo que pueda decidir Llompart, sobre todo porque la carga de minutos puede pasarle factura con el paso de las semanas. A día de hoy, sería un drama que se perdiera un solo partido por cualquier lesión o molestia, a diferencia de la temporada pasada, donde la química del equipo era otra y su ausencia en el tramo final se solventó con la participación de otros jugadores, en especial con la irrupción de Guillem Arcos.

El viernes tendremos una nueva ocasión de comprobar cómo evoluciona esa química y de tratar de forjar la identidad que de momento está costando encontrar. Contra un Juaristi ISB que también suma una sola victoria, puede ser un día propicio para encadenar la segunda y mirar hacia lugares más tranquilos de la clasificación. Insisto, mimbres hay pero hay que encontrar la manera de que todos aporten lo suyo. 

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