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OPINIÓN | TRIBUNA

Soy un truhan, soy un señor

Gonzalo García de Vitoria, retratado durante el partido en Lleida. INFORMACIÓN

Una de las mayores sorpresas que a veces nos da la música es descubrir quién hay detrás de las grandes canciones. Escuchar una melodía tan famosa como la de «Sevilla tiene un color especial» y enterarse de que fue escrita por… Los Morancos. Tararear «Cántame un pasodoble español» y saber que es obra del gran actor que fue Tony Leblanc. ¡Y qué les voy a contar del bolero más famoso del mundo, «Bésame mucho»! Lo escribió una niña de apenas 16 años a la que nunca habían besado, Consuelo Velázquez. Quién lo diría. Pues lo mismo me pasa con ese temazo de Julio Iglesias, «Soy un truhan, soy un señor», que en 2022 cumple 45 años. Se la escribió Ramón Arcusa, del Dúo dinámico, inspirado en esa personalidad tan… hedonista del cantante. Y a mí me hace pensar en el entrenador del HLA Alicante, Gonzalo García de Vitoria, que a veces me parece cuerdo y a veces loco. Pierde cuatro partidos seguidos para empezar la temporada desde lo más profundo de la LEB Oro y ya pienso que no tiene ni idea de entrenar, que este hombre nos lleva al descenso de cabeza… pero luego pasan las jornadas, el equipo comienza a rendir y, de repente, llega una racha de cuatro victorias consecutivas. Y entonces recuerdo que lleva dos décadas entrenando en esta liga, que acumula muchísimas horas de experiencia en la mochila, que el deporte no entiende de prisas y exigencias sino de ritmo y acompasamiento, que todo lleva su tiempo para un equipo nuevo, y ya no me parece un truhan, sino un señor. ¡Hay que ver, cómo son estos de Bilbao…!

El miércoles pasado teníamos una de las pruebas de fuego para el equipo, el test definitivo que coronara la mejor racha de esta temporada, con el partido en casa frente a EasyCharger Palencia. Todo un duelo a muchos niveles: los nuevos lucentinos contra los ex, emparejamientos de vértigo (Bamba Fall contra Van Zegeren; Chumi Ortega contra Gerel Simmons; Noah Allen frente a Matulionis; García de Vitoria frente a su discípulo Pedro Rivero y, por qué no, Antuña contra Carrillo) y todo el morbo posible donde no cabían más alicientes. Durante 35 minutos, el equipo nos regaló un juego arrollador que apenas dio opciones a los palentinos, que cuentan con una potentísima plantilla. Gonzalo iba y venía por la banda con ese temperamento electrizante de siempre, que contrasta con la serenidad con la que afronta luego las ruedas de prensa, mientras el público no daba crédito al descalabro del final del partido. Perdimos por un punto dejando escapar una renta de catorce en cuatro minutos. Imperdonable. Y en ese preciso momento, volvieron todos los fantasmas sobre el equipo, sobre Gonzalo. Porque cuando no eres tú quien se sienta en el banquillo, todo resulta tan obvio, tan evidente: las jugadas, las rotaciones, los emparejamientos, el reparto de minutos, las defensas, quién se la juega en el último suspiro. Ese entrenador que todos llevamos dentro sabe perfectamente qué hacer a cada momento y en noches como esa solo ve en García de Vitoria un truhan, algo bohemio y soñador… ¡Qué fácil es juzgar decisiones que nunca estarán en nuestras manos, cuestionar una responsabilidad que nunca recaerá en nosotros!

Como esta liga no espera a nadie y no da tiempo a lamerse las heridas ni regodearse en el dolor, la misión del equipo es clara. La siguiente parada es este fin de semana en Huesca y el HLA Alicante tiene que recomponerse y conseguir la victoria para sacarse la espinita del miércoles. Un nuevo examen para el «coach» bilbaíno. Otra oportunidad de ser un truhan ante los ojos de la afición… o de volver a casa con la victoria, como un señor. 

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