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TRIBUNA

«Principia mathematica»

«No me resigno a perder la fe, a dejar de creer en las posibilidades del Lucentum»

Pedro Llompart se dirige uno de los colegiados durante un partido en el Pedro Ferrándiz de Alicante.

Ahora que, por motivos laborales, estoy pasando una temporada en la Universidad de Cambridge, podría contarles un montón de cosas sobre el transcurrir de la vida bajo el cielo inglés. Los usos y costumbres de la Gran Bretaña nunca han sido mi fuerte, pero he de decir que Cambridge me ha conquistado, por muchas razones. Dos cuestiones me llaman poderosamente la atención.

La primera es la cantidad y la calidad de las historias que sus más de 800 años de vida universitaria albergan. Grandes científicos como Newton, Darwin, Rutherford o los descubridores del ADN (Franklin, Crick y Watson) pasaron por aquí. Y la segunda es el estrecho vínculo que, desde su fundación, mantiene con la religión y el elevado número de iglesias que hay por toda la ciudad. La mayoría de «colleges» tienen nombres cristianos y un gran simbolismo religioso. Dos dimensiones del ser humano, razón y fe, que a priori me parecen irreconciliables, aquí se dan la mano con total naturalidad. 

De los más de cien premios Nobel que han salido de Cambridge, me ha resultado especial reencontrarme aquí con Bertrand Russell. Mi profesor de filosofía del instituto era un apasionado de los estudios de lógica y nos hizo estudiar a Russell, que hace más de cien años escribió sus principios matemáticos o «Principia mathematica». Y fíjense cuánto podemos decir de la situación actual del HLA Alicante aplicando las matemáticas y la lógica, «Russell’ style». 

Situado en la posición número once de la LEB Oro, con catorce victorias y quince derrotas, empatado con Acunsa Gipuzkoa, ahora mismo está fuera del «play-off» con pocas opciones de entrar entre los nueve primeros clasificados de la segunda división del baloncesto español (recordemos que el primero asciende directo y los ocho siguientes se enfrentan en eliminatorias en las que el factor cancha está en juego y que da lugar a una final a cuatro cuyo campeón también sube a la ACB). 

Quedan cinco jornadas y el Lucentum necesita sumar al menos dos victorias más que los equipos que le preceden para meterse en la fase final de la competición. Ganar los cinco encuentros sería tal proeza que no entra en ninguna quiniela. 

La lógica nos dice que un equipo que viene de perder tres partidos seguidos y cuya plantilla está plagada de lesiones en la dirección de juego no es desde luego el favorito para vencer este fin de semana a Leyma Coruña, que acaba de derrotar al todopoderoso Estudiantes y llega al Pedro Ferrándiz en buena racha. No hay que ser Bertrand Russell para llegar a esa conclusión. 

Y sin embargo, no me resigno a perder la fe, a dejar de creer en las posibilidades del Lucentum para enderezar la situación en la tabla. La razón me dice una cosa, pero el corazón ya saben ustedes que tiene razones que la razón no entiende. Y aquí entra en juego el componente religioso, el fervor deportivo, la pasión por los colores, mi debilidad lucentina. 

Serán los jugadores en la pista quienes resuelvan la ecuación este sábado y nos brinden el triunfo de la cruda razón matemática o de la inquebrantable fe en la victoria, a pesar de las adversidades. Tres meses en Cambridge y sigo sin poder entender cómo razón y fe pueden conciliarse (también a eso le dio vueltas Bertrand Russell, no se crean). Me queda el consuelo de no ser la única y de poder apelar a otro gran hombre de universidad, nuestro Miguel de Unamuno, que tantos intereses compartía con Russell. En su famoso soneto titulado precisamente «Razón y fe», el que fuera rector de la Universidad de Salamanca hacía un alegato final que bien pudiera aplicarse al HLA Alicante en la importantísima cita de esta jornada: «hay que ganar la vida que no fina, con razón, sin razón o contra ella».

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