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TRIBUNA

El peor viaje del mundo

Los jugadores al final del partido ante el Coruña AXEL ALVAREZ

Hace exactamente cien años, en 1922, se publicó un libro que narraba la historia de la expedición más famosa a la Antártida: la emprendida una década antes por Sir Robert Scott, el famoso capitán Scott al que le cantaba Mecano. Es considerado uno de los mejores libros de aventuras de todos los tiempos y se llamaba tal cual, «El peor viaje del mundo». Contaba los sueños del inglés Scott, explorador de la marina británica y líder de una misión científica que aspiraba a ser el primer hombre en alcanzar el Polo Sur, para mayor gloria del imperio. Hacía 25 años que los ingleses se habían fijado como objetivo prioritario explorar las tierras más hostiles del planeta, pero la travesía no era fácil. Requería de una infraestructura muy complicada (barco ballenero, materiales de abrigo, tiendas, trineos, perros, víveres para todos, instrumentos de medición científica y de transporte de muestras…) para enfrentarse a las adversidades de un viaje que transcurriría por terreno ignoto. Scott reclutó un combinado de militares y científicos y estuvo muchos meses estableciendo bases, trazando rutas, levantando campamentos y depósitos de provisiones… con el pequeño inconveniente de que el explorador noruego Roald Amundsen se había propuesto la misma hazaña y encabezaba otra misión al Polo Sur en las mismas fechas. Era diciembre de 1911 y el verano polar era el único momento en que las condiciones de luz y temperatura podían permitir tal osadía. Así que, en el tramo final, Scott eligió a sus mejores hombres (Wilson, Oates, Bowers y Evans) para caminar durante dos semanas, tirando de pesados trineos, hacia el punto más austral de la Tierra, allí donde convergen todos los meridianos.

El anhelado Polo Sur. Con la ilusión de escribir sus nombres en la historia de las expediciones británicas (vaya si lo hicieron…) y exhaustos por el cansancio de soportar treinta grados bajo cero a diario, por fin llegaron a su destino el 17 de enero de 1912. Pero la alegría duró poco. Allí les esperaba una tienda sobre la que ondeaba la bandera noruega, señal inequívoca de que Amundsen había sido el primero en pisar aquello y se confirmaba el mayor temor de Scott. Es más: había una carta para hacerla llegar al rey Haakon como confirmación de que, efectivamente, un explorador noruego había sido el primero en alcanzar el Polo Sur. Y unos hombres de honor como aquellos británicos llevarían la carta como prueba. Amundsen había llegado un mes antes. En 1912 esa era la única forma de saberlo.

Y con esa decepción, tenían por delante 1300 km de gélida vuelta a pie. Durante el regreso, la desnutrición, el frío y las heridas físicas del viaje no dieron tregua. Un mes después, el teniente Evans murió al pie de un glaciar. Oates estaba asolado por la gangrena, y sabiendo que sus compañeros nunca lo dejarían atrás, la noche de su cumpleaños salió de la tienda para no regresar, en un acto de heroico sacrificio. Ya solo quedaban tres hombres, el verano se iba acabando y las tormentas de nieve no permitían avanzar hasta el depósito de provisiones más cercano. Refugiados en la tienda durante varios días, hambrientos, casi congelados, al límite de sus fuerzas, no consiguieron culminar el regreso. Scott escribió en su diario por última vez el 29 de marzo de 1912. Ese fue el fin de la expedición. Frente a Amundsen y su grupo de expertos esquiadores, cuyo regreso del Polo Sur fue relativamente cómodo, los cinco británicos murieron.

Fue una tragedia nacional. Sin duda, el peor viaje del mundo. Y esa travesía en la que el capitán va perdiendo a miembros de su equipo a cada paso se empieza a parecer a la del HLA Alicante, en la que cada semana nos encontramos con una baja. A la marcha de sus americanos y las lesiones de Joan Tomàs, Pedro Llompart, Carles Noguerol y Guillem Arcos se unen ahora las de los pívots, Aaron Menzies y Joey Van Zegeren. De los doce hombres de Gonzalo García de Vitoria apenas queda la mitad para luchar durante 40 minutos en el partido del lunes contra Acunsa Gipuzkoa. ¿Cómo afrontar un encuentro en esas condiciones? ¿Tenemos que pedirle a la plantilla, una vez más, un sacrificio heroico para mayor gloria de la misión lucentina? 

El calor de los sueños del ascenso se ha ido desvaneciendo y nuestros héroes de la Antártida caminan solos y exhaustos

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La temporada del HLA Alicante se está convirtiendo en el peor viaje del mundo, ese en el que no solo es imposible conseguir el objetivo propuesto (entrar en el playoff, matemáticamente viable pero físicamente inalcanzable) sino que ni tan siquiera podemos traer de vuelta a salvo a todos los hombres de la expedición, extenuados por la dura travesía. El calor de los sueños del ascenso se ha ido desvaneciendo y nuestros héroes de la Antártida caminan solos y exhaustos sobre la gélida senda de la fría LEB Oro. Como aquellos hombres de Scott, obligados a renunciar a sus aspiraciones, los nuestros ya no pelearán por ganar, sino únicamente por sobrevivir.

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