El Red Star tiene toda la historia que el Paris Saint-Germain nunca podrá comprar. Antifascista, con una misión social muy marcada aun a día de hoy y considerado uno de los símbolos del fútbol tradicional francés, el club, que acaba de cumplir 125 años desde su fundación, estuvo a punto de pasar a manos de Gerard Piqué. “Llegamos un poco tarde a las negociaciones”, ha reconocido el jugador del FC Barcelona en una entrevista con L'Équipe. Finalmente, quien se llevó el club que hoy milita en la 3ª división francesa fue el fondo de inversión americano 777 Partners, que sabe que deberá lidiar con una de las señas de identidad del club: “Encarnamos los valores del cinturón rojo comunista”.

“Estuvimos a punto de comprar el Red Star. Desafortunadamente, llegamos un poco tarde a las negociaciones, pero fui a París, vi el estadio, hablé con Patrice Haddad, el propietario en ese momento... Me interesó porque el FC Andorra está funcionando muy bien desde que lo compramos. Recuperamos el club en 5ª División y hoy estamos primeros de nuestro grupo en Primera RFEF”, explica el jugador y dueño de Kosmos. “Estamos buscando replicar el modelo del Andorra en otro club. Buscamos en Europa un club que pudiera cumplir con nuestros deseos y nuestras expectativas, y el Red Star, por su historia, por el hecho de que esté en París, por su espectacular afición y por su estadio en proceso de renovación nos gustó enseguida”.

El club, que tiene su base a cinco kilómetros al noreste del Palacio del Elíseo, nació en un café parisino en 1897 de la mano de Jules Rimet, presidente de la FIFA y uno de los ideólogos de la Copa del Mundo. El nombre de Red Star, que es uno de los motivos de mayor orgullo de la entidad, lo eligió Miss Jenny, la institutriz de la familia del fundador, inspirándose en una compañía naviera. 

Sobre el terreno de juego, y pese a que ahora militan en el Championnat National, el equivalente a la tercera división española, el Red Star vivió su momento álgido en la primera mitad del siglo XX, cuando se alzó con cinco Copas de Francia y llegó a tener entre sus filas a Helenio Herrera, considerado el padre del ‘catenaccio’. Ochenta años después de levantar su última copa nacional, el equipo sigue siendo capaz de reunir cada fin de semana a más de 3.000 aficionados en sus gradas.

Pese a que empezaron a jugar en el Campo de Marte, prácticamente a los pies de la entonces recién estrenada Torre Eiffel, la gentrificación terminó relegándoles a Saint-Ouen, un municipio obrero en la periferia de la ciudad. Actualmente, la zona ha cambiado de nombre y se enmarca dentro de la circunscripción Sena-Saint-Denis, pero sigue conservando la misma esencia, pues es uno de los barrios más pobres de la capital y en él se mezcla una gran multiculturalidad fruto de la inmigración.

Su historia se ha escrito, por tanto, también sin un balón en los pies, pues algunos de sus miembros fueron símbolos de la resistencia contra la invasión nazi durante la Segunda Guerra Mundial y, un par de décadas más tarde, el club también se involucró en otros momentos históricos como cuando ayudó en la financiación de las revueltas sociales del 68. A día de hoy, una de las señas de identidad del club es el Red Star Lab, desde el que dirigen las misiones sociales a las que se dedicarán los esfuerzos del club esa temporada. En la 21-22, por ejemplo, han querido centrarse en el reciclaje, pero en la anterior lanzaron un proyecto de arte callejero y de aprendizaje de inglés para sus seguidores.