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Adivina quién viene esta noche

Hearst, defendido por Ortega en el encuentro en Palencia Victor Quintana (@ferropenico)

E l genial locutor deportivo Andrés Montes, que tanto marcó con su voz y su expresividad nuestras horas de baloncesto hace dos décadas, tenía un mote para cada jugador. «Adivina quién viene esta noche», decía refiriéndose a Dennis Rodman, que constantemente cambiaba de aspecto. Que nos lo pregunten hoy a los lucentinos, que recibimos en el Pedro Ferrándiz a todo un campeón NBA y del mundo. Viene Marc Gasol y Montes seguro que haría alguna broma sobre cómo crecen las alcachofas de Sant Boi.  Cuantísimo habría disfrutado Andrés si hubiera podido locutar el partido que enfrentó el viernes pasado al HLA Alicante contra Zunder Palencia en tierras castellanas. A priori, todo indicaba que aquello sería poco menos que la matanza de Texas (¡brrrrrrr!) o un «Paseando a Miss Daisy»: el todopoderoso equipo del exlucentino Pedro Rivero se enfrentaba a una mermadísima plantilla que viajaba a Palencia con tan solo siete jugadores profesionales y lo mejor de la cantera (el club de Al salir de clase, habría dicho Montes) para poder sobrevivir los cuarenta minutos en que Palencia se jugaba el factor cancha para los playoff. Hace tres meses, el partido de la ida nos había dejado 35 maravillosos minutos de poderío lucentino que había puesto contra las cuerdas a muchos de los jugadores que no hace tanto militaban en las filas alicantinas, y que para Montes habrían integrado el club de Gladiator: Noah Allen, Bamba Fall, Chumi Ortega o Chuso González. Me lo imagino cantando entonces «Esta tarde vi llover» en los mejores momentos de dominio alicantino. Y sin embargo, el guion de vuelta se antojaba diferente ante la abismal diferencia entre ambos conjuntos. Nadie esperaba que esa noche se escribiera una página más de la épica lucentina, pero este equipo se presentó en Palencia cual Robin Hood dispuesto a robar la victoria y a base de fe, una enorme defensa y un acierto descomunal logró desarbolar al equipo local y conseguir el triunfo más inesperado de la temporada. Montes habría hablado de los Balcanes al ver anotar a Pilepic y se habría preguntado, una vez más, por qué todos los jugones sonríen igual a ver a Matulionis en acción. Me atrevo a aventurar que de Rolandas Jakstas habría aseverado que tiene ocho apellidos lituanos. No habría dudado en gritar «Bienvenidos al vuelo número 7» al ver a nuestro Funky Man Guillem Arcos hacer un espectacular mate en los minutos finales y tendría clarísimo que Zaid Hearst, con sus 37 puntos y 40 de valoración, había sido el jugón del encuentro. 

 «Adivina quién viene esta noche» Montes. Es el último partido de la temporada para el HLA Alicante y recibimos a un Bàsquet Girona que ha de defender la cuarta posición de la tabla pensando ya en los playoff. Nosotros no nos jugamos nada; tan solo el placer de disfrutar del baloncesto y despedir al equipo. Ojalá sea un encuentro de mucho «ratatatá» con los triples lucentinos (hay unos cuantos raza blanca, tirador) y tengamos buenos minutos de Espartaco Galán. Que Hearst se gane el apodo de «el electricista» por su capacidad de enchufar. Será el punto final de una temporada de transición en el nuevo proyecto del Lucentum, que nos hace sufrir, nos quita años de vida pero, en noches como la de Palencia, nos devuelve la fe y nos recuerda por qué nos gusta tanto este deporte. 

A pesar de las dificultades y los sinsabores, el mensaje de Andrés Montes sigue más vivo que nunca. La vida puede ser maravillosa.

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