El otro día leí un dato que me dejó fascinada. Resulta que los caballos pueden escuchar nuestro latido del corazón a más de un metro de distancia. Y no solo eso: los caballos salvajes acompasan su corazón unos con otros cuando están en manada para afrontar mejor los peligros. Muchos cuerpos pero un solo corazón. Y lo mismo con los humanos: el corazón del caballo sigue el ritmo de los latidos de su jinete. No me digan que no es alucinante.

Pensaba en lo bonito que sería esto trasladado al baloncesto, donde también hay que poner el corazón para ganar, pero ya saben ustedes que con eso no basta. Y si no, se lo puede explicar el abuelo de Carlos Alcaraz, cuya receta del éxito son las tres ces: cabeza, corazón y cojones. 

Dejando a un lado la cuestión testicular, es muy curiosa la relación entre el corazón y el cerebro. Ambos están conectados mediante el sistema nervioso, pero es el corazón quien envía casi diez veces más información al cerebro de la que recibe, hasta el punto de que, según las circunstancias, el corazón es capaz de activar o inhibir algunas áreas cerebrales y es el único órgano con este poder sobre el cerebro. El corazón crea, además, un campo electromagnético cinco mil veces más intenso que el del cerebro, que se extiende alrededor del cuerpo entre dos y cuatro metros. Es mágico. 

Siguiendo la consigna del abuelo del tenista, me pregunto qué le falló al HLA Alicante en su debut liguero y la derrota cosechada en Cantabria. Quizá a Steinarsson y a Matulionis les faltó cabeza. El corazón de Arcos y el de Parrado no bastaron. Ni los cojones de McDonnell o de Blaylock, por seguir con las tres ces. Este martes tenemos la primera cita en casa, el estreno de la temporada en el Pedro Ferrándiz, con la obligación de ganar a un Bueno Arenas Albacete Basket que dobló en el marcador a un irreconocible Alimerka Oviedo Baloncesto en su primer encuentro en la categoría.

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Nada como empezar ganando para venir a Alicante cargados de moral. Frente a ellos, el Lucentum quiere resarcirse del mal sabor de boca del fin de semana y conjurar los fantasmas del inicio liguero del año pasado. Rafa Monclova y su cuerpo técnico habrán de poner toda la cabeza en el encuentro y fiarlo al corazón de sus jugadores.

No se preocupen. Jugamos en casa. El campo electromagnético será espectacular. Porque, al igual que ocurre con los caballos, habrá cientos de cuerpos en las gradas y en la pista, pero latirán como un solo corazón.