Desde la Gran Manzana

Ganar a la argentina

Blaylock se cuelga del aro durante el partido ante el Almansa.

Blaylock se cuelga del aro durante el partido ante el Almansa. / RAFA ARJONES

Mar Galindo

Mar Galindo

Algunos equipos tienen un don especial para dominar un partido plácida, cómodamente, ir saboreando las mieles de la victoria mientras avanzan los minutos y contemplar, de repente, casi inertes, que el triunfo se escapa de los dedos cuando el encuentro apenas toca a su fin. Lo vimos el domingo en la final de la Copa del Mundo, esa que Argentina tuvo que ganar tres veces con enorme sufrimiento, y lo hemos visto unas cuantas ocasiones en la cancha del Lucentum, con desigual resultado. Está claro que partidos como el que se ganó a Almansa el viernes pasado, por una diferencia de casi cincuenta puntos, no enganchan a la afición ni permiten sacar muchas conclusiones deportivas cuando la distancia entre los contrincantes, por las razones que sean, es tan apabullante. Pero cuando hay que bajar al barro, cuando las circunstancias exigen dar lo mejor de uno mismo en un combate igualado que solo se decide a golpe de talento, de fe y de entrega… ay, amigos. Entonces te enamoras de un equipo o de un deporte para siempre. Todos fuimos Argentina sufriendo con Messi, acariciando el trofeo para casi perderlo, desesperados ante la resistencia gala. Nunca una final de un mundial, con tantas emociones, choques de alta tensión y microinfartos en el campo y en la grada, representó tan bien lo que los seguidores del HLA Alicante hemos vivido tantas veces. El baloncesto no acumula las victorias gracias a la suerte, como se gana en la lotería. Aquí, como dice el tango, la lucha es cruel y es mucha, y cuando se gana sufriendo… la victoria sabe mejor.

Fue muy duro perder un partido que tuvimos ganado brillantemente durante 35 minutos, como ocurrió la temporada pasada en casa contra Palencia, y como pudo pasarle a la albiceleste en Catar. Pero también la historia del Lucentum alberga encuentros con mucha épica ganados en el último segundo (en Almansa bien lo saben) y victorias apoteósicas que muchos recuerdan desde la época ACB del equipo. La última temporada que el Lucentum participó en la máxima categoría del baloncesto español, no pudo empezar de manera más intensa. Se jugaba en el Centro de Tecnificación contra Bizkaia Bilbao Basket, vigente subcampeón de liga, que traía un equipazo de estrellas como Mumbrú, Raül López o Grimau. Del lado lucentino teníamos a Llompart, Singler, Ivanov, Rafa Luz… y al bilbaíno Txus Vidorreta como entrenador. El margen durante todo el partido fue bastante estrecho, pero faltando menos de tres minutos el Lucentum perdía de 9 puntos. Cuatro abajo cuando quedaban 32 segundos y el corazón en un puño. Finalmente pudimos ganar de cuatro puntos aquel partido con mucho sufrimiento, ¡pero qué manera de empezar la temporada! Qué bien sabe lo de ganar a la argentina, porque eleva a los jugadores que dan la vuelta al partido a la categoría de dioses del olimpo del deporte. 

Este jueves tenemos cita en Pumarín. El Oviedo de Trifón Poch y de Chuso González quiere poner tierra de por medio con los puestos de descenso, mientras el HLA Alicante no quiere descolgarse del playoff. Los asturianos están en racha y ya han demostrado en esta LEB Oro que son capaces de darle la vuelta a un encuentro que tenían perdido de casi veinte puntos en el último cuarto, así que se viene partido de alta tensión. Porque nosotros no tenemos a Messi ni a Mbappé, ni falta que nos hace. Rafa Monclova y los suyos saben que quien nunca se rinde, pibe, al final triunfa.

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