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¿Qué aporta la medicina a la sociedad?

"La medicina ha cambiado la forma de muerte a muchos enfermos"

¿Qué aporta la medicina a la sociedad?

Posiblemente usted sepa que la medicina que se practica mayoritariamente en los países occidentales nació de la mano de Hipócrates, en la isla griega de Cos hace ya más de 2.500 años. Hasta entonces las personas que caían enfermas entendían su situación como un castigo de los dioses, y para aliviarlos la sociedad utilizaba hechiceros o chamanes, que trataban de curarlos con ensalmos o sacrificios.

Desde Hipócrates la medicina ha tratado de ser racional, objetiva. Ha ido definiendo los rasgos de las diferentes enfermedades (caracterizándolas) en base a las alteraciones que originan en el cuerpo, dañando los órganos o haciendo que funcionen mal. Estas se expresan al exterior bien como manifestaciones subjetivas, los llamados síntomas, por ejemplo el mareo o el dolor de cabeza, o bien como cambios objetivos, los llamados signos de enfermedad: la aparición de bultos, cambios del color de la piel o elevación de la tensión arterial, etcétera.

También se han identificado muchas de las causas de las enfermedades; (muchas son externas: infecciones, exponerse al frío, las radiaciones, sufrir un traumatismo, etc... otras internas: la herencia, el ser alérgico). Conocemos los mecanismos por los que esas causas las producen: se dañan las enzimas, se cierran los bronquios, se destruyen membranas de las células, o los órganos, huesos, etc. Sabemos cómo evolucionan las enfermedades en el tiempo (las que son agudas o crónicas), y como reconocerlas o diagnosticarlas (con pruebas de imagen, o análisis, etc.) y especialmente cómo tratarlas, sabiendo que unas son incurables y otras se curan, pudiendo dejar limitaciones o no, lo que llamamos secuelas. Se entiende que la enfermedad no sólo es el cuerpo, también el alma, los sentimientos o los afectos, a veces que los límites entre sano y enfermo son difíciles de definir, y lo más importante que en realidad no existen enfermedades sino enfermos y que en cada uno de nosotros, que somos únicos, se expresan de una manera específica y respondemos de forma particular a los tratamientos que los médicos ofrecen y que son semejantes para la misma enfermedad.

A lo largo de estos siglos a través de la Medicina se han creado instituciones importantes para difundir esos conocimientos: las Universidades (Facultades de Ciencias de la Salud: Medicina, Fisioterapia, Podología, Farmacia, Enfermería, Terapia Ocupacional, Escuelas de Óptica), y se han formado ciudadanos expertos en esos conocimientos: médicos, cirujanos, etc? y lugares o centros donde atender a los enfermos (hospitales, centros de salud, centros de especialidades, etc.).

La observación de los enfermos ha permitido recoger una inmensa cantidad de información, de conocimientos, de saberes que forman la ciencia de la enfermedad (Patología). Y también cómo aplicar esa información en el enfermo, la llamada Clínica que deriva del griego clinos, cama. Se han desarrollado múltiples métodos para estudiar las enfermedades: desde pruebas de laboratorio (de la sangre o de bioquímica), pruebas para identificar bacterias, reconocer las lesiones microscópicas, pruebas de imagen: radiología, ultrasonidos, Tac, endoscopias o isótopos, registros como el electrocardiograma, etc.

Existe una necesidad incesante de tener más información: surgen sin parar nuevas enfermedades y se precisa curar muchas que aún no lo son, o individualizar más los tratamientos. Por ello un desarrollo importante en marcha es la investigación en lo sanitario y el desarrollo tecnológico de los hallazgos. Así han crecido los investigadores, técnicos de laboratorio e institutos y fundaciones que promueven la investigación.

Y especialmente se ha avanzado en disponer de muchos abordajes terapéuticos. Desde tratamientos físicos del tipo del masaje, el calor o el frío, o la cirugía, al uso de sustancias químicas (diferentes fármacos). También se utilizan hormonas e incluso se manipula la inmunidad del sujeto. Se han desarrollado las técnicas de psicoterapia y últimamente se aborda la terapia de los genes.

En un sentido práctico las sociedades que han podido aplicar estos conocimientos se han visto muy beneficiadas. Sus habitantes consiguen vivir muchos años, y hacerlo con bastante calidad de vida.

Además sus conocimientos se han extendido a otros campos: la calidad del agua, eliminación adecuada de excretas, valoración de contaminantes, las redes del frío, el etiquetado o la manipulación correcta de los alimentos, etc...

La medicina occidental ofrece información para llevar una vida sana, saludable, y no sólo en la alimentación sino en evitar riesgos, agresiones de todo tipo: acústicas o lumínicas, etc... Y promueve actuaciones para evitar las enfermedades: chequeos, vacunas? (Debemos pensar que ha desaparecido la viruela o la poliomielitis, y se puede evitar el sida o el Ebola). Todo ello se aplicará o no, el individuo las asume y se responsabiliza de su salud de forma diversa, ya que las sociedades modernas son complejas y en las decisiones interaccionan muchos tipos de intereses. Hoy no se puede dudar de la nocividad del tabaco? se discute sobre donde autorizar su consumo, pero se sigue vendiendo. Surge discusión respecto al alcohol, pero se actúa poco respecto a los contaminantes ambientales, por ejemplo de los motores del automóvil.

Cuando aparece alguna enfermedad aguda, en muchas ocasiones tenemos curas eficaces; así sucede con la pulmonía, la meningitis, el infarto, etc. Nuestra sociedad ha conseguido vivir más, alargar sus expectativas de vida. Ya les dije que la medicina ha cambiado la forma de muerte a muchos enfermos. Una niña que nace ahora tiene una probabilidad de vivir durante 82 años y si es un niño 78. Para que de media así sea otros muchos deben alcanzar los 100 o más años, ya que algunas seguirá muriendo jóvenes, porque les pille un coche, las mate su pareja o tengan alguna enfermedad que no se cura.

Las sociedades que aplican la medicina occidental se han llenado de enfermos crónicos, situaciones que por definición no podemos curar, pero sí controlar. Disponemos de medicación eficaz con ese fin para muchos problemas crónicos: la hipertensión, la diabetes, colesterol, etc.., lo que permite vivir muchos años con aceptable calidad de vida.

Recordemos el importante cambio que ha sufrido el Sida, que si puede tratarse es una enfermedad crónica más, o la práctica desaparición por la enfermedad de las vacas locas que nos alarmaron mucho hace pocos años y que se puede evitar el Ebola.

Cuando la vida llega al final, no se pueden curar las muchas enfermedades o complicaciones que pueden aparecer, pero sí paliar sus peores molestias. Entonces las actuaciones se orientan, no a incrementar la cantidad de vida sino a conseguir que ésta tenga mayor calidad. Una sociedad desarrollada no debe permitir que nadie muera con dolor o con asfixia. Son las terapias paliativas.

Tenemos pues motivos para sentir que desde la medicina occidental se ofrecen unos aceptables resultados. Seamos honestos, en muchos casos el logro no ha sido exclusivamente médico o sanitario. En él ha contribuido toda la sociedad, desde ingenieros que trabajan en la red del frío a industriales honestos que vigilan y etiquetan correctamente sus productos alimenticios o no contaminan.

En cualquier caso, los médicos, aunque orgullosos del papel social que juegan, deben ser modestos y no olvidar nunca lo limitados que son. Reflexionemos sobre el hecho de que se mueren el cien por cien de los enfermos y perdóneme la ironía, más aún, mueren todos los médicos? O algo con menos calado, que parte de la sociedad sigue acudiendo o simultaneando esta medicina con las alternativas, no han conseguido adhesiones globales y no conseguimos tener fármacos que sólo actúen donde quieren, generalmente interaccionan y perjudican en otros lugares.

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