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Cuando la ciencia mola

Internet permite a los nuevos divulgadores luchar contra la pseudociencia, atraer a nuevas audiencias y consolidar una comunidad donde impera la cultura científica. Muchos alicantinos participan en este fenómeno

Pere y Juan Carlos García, grabando su podcast. ÁLEX ÁLVAREZ

No conviertes el nitrógeno líquido en algo que atrape a los adolescentes con un ensayo de quince páginas sobre sus propiedades, pero sí con un vídeo de diez segundos donde logras que haga saltar por los aires 1.500 pelotas de ping pong al evaporarse. Sobre todo si además lo publicas con una cuenta de Twitter que se llama «Science Porn». La ciencia, con su irregular carrera en la cultura de masas, lleva varios años llegando ganando audiencia en internet gracias a nuevos divulgadores que se parecen más a unos Jackass con doctorado que al estereotipo del científico salpicado de caspa y tiza. Memes, gifs, gráficos, podcasts, vídeos y blogs son las armas que esta comunidad está utilizando para recordar que en la era de la «infoxicación» y la «postverdad» cualquiera puede encontrar en la ciencia su primera referencia intelectual y de conocimiento. Y hacerlo de forma que divierte, forma y libera.

«Hace seis años nos hicimos un planteamiento: "vamos a hacer agitación y propaganda para conseguir que la ciencia mole"». Esta es la idea con la que Antonio Martínez, periodista, y otros tres compañeros lanzaron la plataforma de blogs científicos más importante del país, Naukas. Hoy cuentan con más de cien colaboradores y una base de fans que han convertido su evento anual en la cita más importante de la divulgación española.

Se inspiran en modelos anglosajones. «El potencial que tenía la divulgación lo vieron con claridad hace tiempo Brian Cox o Neil deGrasse. Nosotros desde aquí hacemos lo mismo pero a nuestro nivel: usamos la red pero también colaboraciones en medios grandes y televisiones del país. Tratamos de llegar a cada vez más gente para que, entre fútbol y corazón, tengan otras opciones de ocio. Que digan "pues esto de los transgénicos no está mal" o "la carrera espacial en realidad es bastante interesante"», explica por teléfono este periodista, conocido en la red como Aberron.

Tanto él, comunicador científico, como sus colaboradores -biólogos, astrofísicos, geólogos, neurocientíficos y muchos otros perfiles académicos- están convencidos de que las ciencias naturales y exactas esconden maravillas capaces de desviar la atención del enésimo debate liguero o reality de ninis. Sólo hay que saber hacerlo.

Difusión en la red

«Hay que recordar que internet nació en el CERN y que desde el principio está ligado a la comunicación entre la comunidad científica», cuenta Aberron. Los científicos ya dominaban la red cuando los que hoy se llaman «influencers» todavía moraban en fiestas y discotecas . Como primeros pobladores, están muy bien adaptados a este medio.

Enrique Aparicio, profesor de cartografía de la UA e impulsor de la Asociación Universitaria de Astronomía Astroingeo, explica que, antes de YouTube, los divulgadores «se circunscribían a entornos muy reducidos, como aulas o seminarios». Ahora, gracias a la comunicación y la difusión online, «se pueden encontrar en cafés, piscinas o jardines» .

Más apertura han encontrado también disciplinas hasta ahora tan poco «cool» como las matemáticas. Juan Matías Sepulcre, coautor del libro Las matemáticas de nuestra vida, sostiene que «la divulgación está creciendo considerablemente» gracias a «los blogs, revistas o periódicos digitales, portales web y redes sociales» que «han ayudado mucho a que los buenos artículos se vayan expandiendo». En su opinión, han logrado que «el gran público ya no tenga reparos en leer aunque sea una pequeña reseña de algún resultado matemático asequible, curiosidad matemática, aplicación de las matemáticas o detalle biográfico de algún matemático ilustre», según cuenta por email.

Las posibilidades de explicar las bondades de la ciencia aplicada también aumentan gracias a los podcasts. «Hongos para controlar plagas, misiones espaciales para destruir asteroides que se acercan a la Tierra o la técnica de edición genética CRISPR de Enrique Mojica», son, en palabras de Pere García, algunos de los temas que los oyentes pueden encontrar en su su podcast «Ciencia para normales». Él y su compañero Juan Carlos García, dos ingenieros químicos de la UA, buscan «temas cañeros» de contenido científico sobre los que informan en «un lenguaje que pueda entender cualquier persona».

Para Lorena Segura, profesora del Departamento de Matemáticas de la UA y compañera de Sepulcre en el libro, detrás del auge divulgador hay un esfuerzo de captación por reconducir a la audiencia. «El gran desinterés por la ciencia que hemos percibido en nuestros alumnos y la sociedad ha ocasionado que muchos de nosotros, docentes científicos, nos preocupemos por acercar al gran público la importancia de la ciencia en nuestras vidas de una forma accesible y motivadora», apunta Segura.

«Se está moviendo muchísimo, pero todavía es algo subterráneo. Es un mundo pequeño en el que todavía nos conocemos todos», matiza Pere García.

«Hace diez años funcionaban un par de blogs aislados, como Microsiervos o Xataca, pero la expansión de Facebook y Twitter ha servido como un gran distribuidor de público. Y se ha producido un boom de la divulgación», explica el profesor titular de biotecnología de la Politécnica de Valencia, nacido en Dénia, José Miguel Mulet.

Mulet es una figura nacional. Se ha especializado en atacar a la moda de los productos naturales y en abordar temas complejos sobre medio ambiente -con especial hincapié en desmontar la labor de Greenpeace-. Tiene bastante éxito: unos 23.000 seguidores en Twitter. «Tenemos un boom, pero, aunque nos creemos la leche, no es una cosa mayoritaria y seguimos siendo pocos. Lo que ocurre es que se ha creado una comunidad», cuenta este doctor en bioquímica y biología molecular que no duda en esnifarse las cenizas de su tía, a lo Keith Richards, para hablar de ciencia forense en una ponencia.

Contra los cantamañanas

Contra los cantamañanasTodo se expande muy rápido en internet, y las estafas, los bulos y los remedios pseudocientíficos, con su poderosa combinación de respuestas atractivas y lenguaje semicomprensible, se han ido reproduciendo muro a muro con «lamentablemente más rapidez y amplitud» que las visiones empíricas, según cuenta el bloguero Fernando Frías. Algunos de estos infundios son inofensivos pero otros pueden costar vidas. Una parte de estos blogueros científicos se ha especializado en desmontarlos.

Frías, abogado de La Nucía, es uno de los más beligerantes y documentados. Ha logrado poner el foco mediático en la penetración que tiene la homeopatía en la universidad a través de su blog La lista de la vergüenza, alojado también en Naukas. Su trabajo ha revelado la indolencia de los organismos públicos -«se limitan a retirar el curso o la ponencia cuando hay problemas»- y la facilidad con que las terapias médicas alternativas consiguen púlpitos de prestigio y audiencia en este país. El Colegio de Médicos de Sevilla, la Universidad de Barcelona o la Universidad de Murcia han sido objeto de sus campañas contra cualquier formación sanitaria «que no cuente con el respaldo de la evidencia científica». Frías se apoya en el lenguaje racional y en el método científico pero no rechaza un buen argumento adornado con ironía y sarcasmo.

«Usamos el humor y los principios científicos para que toda esa gentuza quede expuesta. No por orgullo ni sensación de justicia, sino por responsabilidad social», añade Aberron. La lucha de Naukas contra la homeopatía ha logrado colocar sus artículos críticos entre los primeros resultados que ofrece Google al teclear esta terapia.

«Hace 20 años veías tres libros de ciencia y cientos de esoterismo en las librerías. Hoy se mantienen los de esoterismo pero los de ciencia han ganado mucho espacio» recuerda al respecto Aparicio.

Sin embargo, atacar creencias no es «tan prioritario en el mundo escéptico español» como atacar «las pseudoterapias y la conspiranoias». «Hay un cierto escoramiento hacia la izquierda, pero no estamos muy politizado ni faltan los blogs de científicos católicos», apunta Mulet.

Los nuevos divulgadores son beligerantes, divertidos y empiezan a ser populares. Eventos anuales como Naukas, Desgranando Ciencia o Ciencia Jot Down demuestran que lo que hacen durante el año en la red llena auditorios y que hay una comunidad. En ella, estrellas y fans se reúnen en un ambiente de fiesta, desobediencia y libertad que recuerda, con más camisas y menos melenas, al de los primeros festivales de rock.

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