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cumbre del galimatías

cumbre del galimatías

Ayer leí una entrevista a Rodríguez Zapatero que despejó dudas. Como todo vanidoso encubierto, sigue siendo empalagosamente trascendente y proclive a gestionar los problemas con una eufórica frivolidad que resultaría cómica si no acarreara consecuencias desagradables para el resto de mortales. Con lógica fascinante y amnesia ética, considera razonables a Maduro u Otegui y este bagaje también le permite zanjar las inquietudes sobre Cataluña con la receta del diálogo. El anexo inseparable es que los presos no son unos golpistas y se impondrá el pacto. Lo primero es una falsedad notoria (otro tema es la relevancia penal) y, en cuanto a lo segundo, Zapatero se limita al enunciado evangélico sin especificar cómo se repartirán los panes y los peces ni incluir en la parábola a PP y Ciudadanos, lo que inutiliza su pócima milagrosa salvo que considere irrelevante a la mitad del electorado. Al margen de que intente salvar su responsabilidad en el tiberio (ese Estatuto que nadie pedía y que muchos diputados del PSOE votaron tapándose la nariz), sus elogios confirman que la estrategia de Sánchez es esencialmente «zapaterista» sin la retórica glaseada del original.

La noticia impagable del día es la carta enviada por Podemos a sus militantes en la que un falso Aznar les anima a no participar en las primarias del partido. Debe de tratarse de la enfermedad infantil del izquierdismo que Lenin diagnosticó: si no te portas bien, vendrá el hombre del bigote. Una mínima madurez táctica aconsejaría que fuera Pedro Sánchez el remitente apócrifo y no Aznar, a quien probablemente le preocupan más las primarias de Vox que las de una tribu de sus antípodas, dado que Podemos y PSOE propinan dentelladas a la misma porción del electorado con expectativas menguantes para Podemos. Sin embargo, estas sutilezas rebasan los prejuicios y automatismos de un clan de pequeños burgueses promocionado por las televisiones que reúne la banalidad del político con ínfulas intelectuales y el gamberrismo del revolucionario esnob. Sánchez tiene dos argumentos impecables para negarse a convocar elecciones: el primero es que ni él mismo se cree las encuestas del CIS; el segundo, que Podemos nunca supondrá una amenaza mientras se esfuerce en consolidarse como un monosabio revoltoso pero finalmente servicial.

19 miércoles

Nadie nos supera haciendo trampas al solitario. Mientras Sánchez ultima el orden del día de su reunión con Torra intentando no dar la impresión de que él es el promotor de las conversaciones preliminares para un armisticio, una consejera de la Generalitat ha anunciado que, en solidaridad con los presos en huelga de hambre, mañana se levantará de la mesa antes de que comience una cena organizada por la patronal catalana. He deducido que cenará en casa, no que vaya a ayunar, lo que coincide con el postureo fingidamente dramático con que suele adornarse la Generalitat y que reverbera no tan fingidamente en la calle. El postureo incluye a los presos, conscientes de que, hace casi treinta años, el Tribunal Constitucional autorizó al Estado a alimentar forzosamente a reclusos en huelga de hambre. Esto reduce necesariamente el efecto del gesto, aunque sin aproximarse a aquel presidente andaluz que hizo una huelga de hambre de ocho horas, que aprovechó para dormir. Yo estaba afeitándome cuando en la radio le despertaron para preguntarle cómo se encontraba y pensé que el hombre estaría mejor que yo, que no había probado bocado desde hacía diez horas.

20 jueves

Pablo Casado perpetró ayer una sesión de homeopatía política: el populismo se cura con populismo. Como en el caso del PSOE y Podemos, la irrupción de Vox está desorientando al PP haciéndole incurrir en los vicios contra los que se postula como purificador. En un arrebato sobreactuado pero perfectamente medido para remover vísceras por el asesinato de una joven y la detención de un individuo con antecedentes similares, Casado se encaramó a la tribuna como justiciero dispuesto a embrear y cubrir de plumas a los villanos que el Gobierno permite deambular por las calles indefensas. Fue una trifulca obscena sin propósito constructivo: siendo evidente que la prisión permanente revisable existe en muchos países europeos exquisitamente puntillosos en la lucha contra el crimen y que la severidad de nuestro Código Penal se diluye en un benigno régimen de cumplimiento de penas, lo razonable es que PSOE, PP y Ciudadanos afronten el problema cuanto antes sin miradas de reojo a la grada. Casado prefirió el oportunismo macabro.

¿De verdad alguien cree que transmite «normalidad» la imagen del presidente Sánchez caminando parsimoniosamente por una avenida barcelonesa desértica salvo por el anillo de policías y cámaras que le rodean? Junto a este posado, voluntarioso, inocuo o ridículo según gustos, quedan otras imágenes más rugosas como la del funcionario de protocolo colocando un florero para ocultar las fotografías de los presos a espaldas de Sánchez y Torra. Probablemente, la clave resida en las palabras antes que en fogonazos anecdóticos y no me refiero a la apasionante discusión sobre si toda esta comedia ha sido una cumbre, una «minicumbre» (copyright Ximo Puig) o una conferencia internacional como asegura TV3. Hablo del comunicado conjunto, sólo apto para criptoanalistas sin tendencias suicidas: «Gobierno y Generalitat coinciden en la existencia de un conflicto sobre el futuro de Cataluña. A pesar de que mantienen diferencias notables sobre su origen, naturaleza o sus vías de resolución, comparten, por encima de todo, su apuesta por un diálogo efectivo que vehicule una propuesta política que cuente con un amplio apoyo de la sociedad catalana». Como este galimatías puede significar todo, no significa nada salvo que se persigue una tregua para no se sabe qué y disculpen el argot callejero.

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