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Retratos urbanos

El jardinero más grande del mundo

Altísimo. Fuerte. Currante. Puede ser uno de los jardineros más altos del mundo. Su estatura es de 2,13 metros. Jugó al basket en Lucentum y Carolinas. Ahora se interesa por sus servicios un equipo de fútbol americano.

Roberto Mengual Minayo. Alicante (1986). Soltero. Jardinero integrado en UTE Alicante. De lunes a sábado limpia la ciudad

Roberto Mengual Minayo nació y creció en el barrio alicantino de Rabasa. Su padre, ya jubilado, fue un codiciado profesional de la hostelería. La madre falleció hace diez años. El chico asistió hasta los 16 años al colegio público Joaquín María López. Tiene una hermana algo mayor que él. Y muchos amigos en su barriada; y tantos fuera de ella.

Finalizados los estudios primarios, Roberto se alistó en la Formación Profesional, en la rama de jardinería. Trabajó en varias empresas del sector, en su tierra y en otras ciudades. Desde hace años trabaja para la UTE Alicante, empresa especializada en limpieza, recogida y tratamiento de residuos, a través de un «enclave laboral» entre la adjudicataria del servicio y APSA, asociación a la que pertenece Roberto, afectado por una leve discapacidad.

Lleva trabajando ocho años en la limpieza del suelo, los setos y zonas ajardinadas. Velozmente se deshace de papeles, hojas, ramas o de cualquier objeto lanzado por vecinos y visitantes en las vías públicas casi adosadas a la playa y al puerto: Explanada de España, Paseo de Gómiz, Jovellanos y travesías perpendiculares al mar.

No pasa desapercibido. Se le otea de lejos. La criatura mide 2,13 metros de altura, calza un 52 y su peso supera los 200 kilogramos. Prendas de trabajo precisas: pantalón azul y una chaquetilla de color naranja reflectante que aún destaca más si cabe su presencia en la urbe. A sus 33 años, Roberto trabaja de lunes a sábado desde las 6 de la mañana hasta pasado el mediodía. Los domingos los dedica a la familia. Va equipado con escoba y recogedor.

Mantuvimos esta conversación recorriendo los 500 metros de longitud de la Explanada. Ida y vuelta, sin tregua. Roberto se niega a parar el paso. Barredera y cogedor en mano, contesta a las preguntas con la rapidez y la calma que tiene la gente buena.

De chaval practicó el baloncesto. No era el mejor, pero sí el más grande. Luchó bajo los aros en el colegio y en las canteras de los clubes Lucentum, primero, y Carolinas, más tarde. Incluso llegaron a interesarse por su juego y envergadura ojeadores llegados desde los despachos del Joventut de Badalona. El baloncesto no cubrió sus expectativas. Dejó el balón, la canasta y las «superzapatillas» fabricadas a su medida.

Un equipo de fútbol americano está interesado por este grandullón. Se trata de Los Tiburones de Alicante. Casi nada. Se lo piensa. Lleva días solo en casa. Su padre ha pasado un mal invierno y ya se recupera de una maldita gripe que le tiene postrado en una cama hospitalaria.

Es aficionado a las redes sociales: Facebook, Instagram y Twitter. En la empresa destacan su labor como limpiador, como barrendero, como jardinero y como persona. A diario tiene que detallar a viandantes y a curiosos turistas los centímetros que distancian su cabeza del suelo que pisa.

Un tipo colosal. Es muy grande.

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