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Retratos urbanos

Portuario, árbitro y herculano

Alternó el trabajo de portuario dando patadas al balón. Luego se vistió de negro y arbitró partidos de fútbol en Regional. Enterró el silbato y se metió en los despachos del Hércules para ser delegado de equipo quince temporadas.

Ángel Linares Serra. Alicante (1945). Dos hijas. Un hijo. Maquinista jubilado del Puerto. Fue delegado del Hércules 15 años.

Temporada 2010-2011. El Hércules del fútbol español con un equipazo: Calatayud, Cortés, Paco Peña, Pamarot, Abel Aguilar, Tiago Gomes, Trezeguet, Nelson Haedo Valdez, Tote, Portillo, Sendoa, Juanra, Farinós y los alicantinos Rufete y Kiko Femenía. Ejerció como delegado del conjunto Ángel Linares Serra. En el banquillo Esteban Vigo. Lo sustituyó Miroslav Djukic, un caballero, que no pudo parar la caída en picado del grupo. Descenso.

Fue la única temporada de Ángel Linares como comisionado herculano en la división de oro. Otras catorce campañas realizó las funciones de delegado en el estadio Rico Pérez y en campos de segunda o peores. Siempre peleón.

Ángel nació en la calle El Cid. Hijo de un abastecedor de frutas y hortalizas en la lonja, estudió hasta los 14 años en el colegio público La Inmaculada. Es un apasionado del balompié desde chiquillo. Cada domingo de fútbol se enganchaba al tranvía número 7, en su transcurrir por la calle Rafael Terol, para llegar al campo de La Viña. Tardes de frío y lluvia; de victorias y derrotas. Le impresionó ver jugar a Kubala bajo un tremendo chaparrón. Al finalizar del partido, vuelta a casa amarrado al tranvía. Sin billete.

Siempre trabajó en el Puerto de Alicante. Comenzó en 1962 como aprendiz en los depósitos francos y se hizo maquinista en la carga y descarga de contenedores. Laboró como portuario hasta su jubilación, en 2004. Y aficionado al fútbol. Disputó varias veces la Copa de San Pedro. Defendió los colores de San Gabriel y Babel. Ya treintañero, Ángel se hizo árbitro. Pitó en campos yermos de primera regional sin escoltas por las bandas. Solo ante el público y los futbolistas. No tuvo incidentes graves, aunque algunas veces tuvo que salir del campo con las piernas trémulas o rodeado de números de la Guardia Civil, como en una mala jornada vespertina en Beneixama. Las cosas del fútbol. Y dio el salto a Segunda División, como juez de línea, siempre con el colegiado Federico Pérez Gallego. Dos partidos: Oviedo-Figueras y Santander-Las Palmas.

Pasados los cuarenta años, recibió una llamada de Rafa Marcos para incorporarse como delegado al Hércules Juvenil B, entonces dirigido por Vicente Ruso. Ahí permaneció una década recorriendo la provincia de norte a sur como responsable de una chiquillería con hambre de pelota. Su esfuerzo tuvo recompensa: Pepe Candel y Julián Saiz, directivos blanquiazules, le ofrecieron ascender al primer equipo de la entidad ya dirigida por Enrique Ortiz Selfa. Tres lustros se mantuvo a pie de campo detrás de la raya de clarión. Nervioso. Calmado. Serio. Menudo y elegante. Pocas muecas ni expresiones en la banda. Ha pisado casi todos los estadios y campos de primera y segunda. Recuerda con cariño el ascenso en Irún que supuso el regreso a Primera.

Casado con Mari Carmen, es padre de dos hijas y un hijo, que durante unos días llegó a entrenar al Hércules. El chico sigue en este deporte: dirige una academia que investiga y desarrolla un método para entender y comprender mejor el fútbol. El matrimonio tiene seis nietos y nietas.

Personaje popular en la barriada de San Blas y de sus fiestas de moros y cristianos, Ángel Linares fundó, junto a Roberto Alcocer, la Filà Lucentinos, en 1986. En 2009, año del ascenso del Hércules, fue capitán de las huestes cristianas.

Sigue feliz y festero.

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