El matrimonio de conveniencia entre la Caja del Mediterráneo (CAM) y Cajastur está prácticamente roto. El Banco de España, valga el símil, admitió ayer a trámite la demanda de divorcio al emitir un comunicado en el que da por irreversibles todas las fusiones frías (SIP) llevadas a cabo entre distintas cajas de ahorro en los últimos meses, excepto la de CAM, Cajastur, Caja Cantabria y Caja Extremadura, sobre la cual declara que existe una "condición suspensiva". La CAM empezó ayer mismo a buscar un nuevo socio que le evite ser intervenida por el Banco de España, mientras Cajastur prepara una asamblea en la que, de no cambiar mucho las cosas, propondrá a sus delegados votar en contra de ratificar la fusión fría con la entidad alicantina. Las diferencias entre las cúpulas de ambas entidades, a pesar de haber sido las primeras en declarar su intención de integrar la totalidad del negocio, son de tal calibre, que nadie cree que puedan resolverse. La ruptura de la que iba a constituir la tercera entidad de ahorro del país y la quinta empresa financiera de España afecta a la imagen exterior y tendrá repercusiones, sin duda, en los mercados internacionales, además de dejar en una dificilísima posición al propio Banco de España.

La CAM, que nunca se ha sentido cómoda en la alianza con Cajastur y ha discutido desde el primer momento los plenos poderes que exigía el presidente de la entidad asturiana, Manuel Menéndez, considera ahora que éste no tiene bagaje suficiente para liderar el SIP, convertido en banco, aunque aún sin nombre: sigue siendo conocido genéricamente como Banco Base. Las diferencias, que habían ido in crescendo desde que se anunció la fusión fría, estallaron ayer, cuando en el consejo que por la tarde celebró el órgano de control del citado banco, Cajastur apostó claramente por acudir al fondo de rescate bancario (FROB) para alcanzar el core capital mínimo exigido a las cajas para no ser intervenidas, mientras que los representantes de la entidad alicantina defendían que el nuevo banco saliera directamente a Bolsa, apelando a que la CAM fue la primera caja de ahorros de España en cotizar y la experiencia le había ido bien.

Detrás de todo esto, luchas por el reparto de poder y recriminaciones cruzadas por ambas partes. En cuanto al reparto de poder, porque el recurso al FROB implica que el Estado nombrará consejeros en la entidad, al menos por el tiempo en que ésta tarde en devolver los créditos que pida, un lustro por lo menos. Ahora mismo, Cajastur y CAM tienen un contrato de integración en el que ambas poseen un 40% del banco nacido del SIP. Pero Cajastur plantea que la CAM tiene que rebajar ese 40% al 27% para que con la parte del porcentaje que cede obtenga representación el Estado. La CAM se niega, apelando a su mayor tamaño y red.

Las posturas, al menos anoche, eran irreconciliables. Cajastur considera que las cuentas de la CAM son mucho peores de las que conocieron antes de dar el paso de constituir el SIP, con una mora reconocida que ya alcanza el 8,7%. Para la entidad asturiana, lo que ha aflorado al cabo de los meses en los balances de la CAM no sólo resulta un lastre insoportable para el resto de cajas aliadas en esta fusión, sino que sería una irresponsabilidad en estos momentos plantear a sus asambleas seguir adelante, puesto que asumir unos balances como los que presenta la entidad alicantina supondría poner en peligro la propia estabilidad de la entidad del Principado, de Caja Cantabria y de Extremadura. Para la CAM, sin embargo, reconociendo sus dificultades por el lastre provocado por la burbuja inmobiliaria, la cuestión se centra en la figura del propio Manuel Menéndez, presidente de Cajastur y consejero delegado del banco que debía nacer de la fusión, porque no tiene capacidad para manejar una operación de la envergadura que dicha fusión plantea. La CAM considera que Cajastur desde el principio ha intentado incumplir el contrato de integración y que su tamaño y red compensa con creces sus dificultades en balance, que entienden como coyunturales. La caja alicantina pone como ejemplo contrario a lo que ha sucedido en este caso, el de la fusión entre Caja Madrid y Bancaja, que con un lastre mucho mayor, está dando los pasos adecuados para resituarse en el mercado y transmitiendo permanentemente una imagen de solvencia y gran entidad.

Así las cosas, la CAM se lanzó ayer mismo a buscar nuevos socios que presentar al Banco de España, con la espada de Damocles de la intervención sobre su cabeza. Se habló con el Santander, el Popular y varias cajas. Cajastur hace lo propio.