Casi dos horas llevaba Roberto López en la antesala del juzgado que dirige el magistrado Gómez Bermúdez cuando su otrora mano derecha y apuesta para dirigir la CAM hizo acto de presencia en las dependencias judiciales acompañada de su abogado. Vestida con un traje de chaqueta y pantalón color gris (la misma indumentaria y el mismo tono que eligió para el día de su declaración), a menos de un metro pasó María Dolores Amorós de su mentor, quien en esos momentos se encontraba hundido, más que sentado, en un vetusto y desvencijado sofá, sin que su excolega le diera ni las buenas tardes. Pensando López Abab que, más que un desaire, habría sido un despiste, salió cómo pudo de la sima en la que se encontraba y, ufano, se dirigió con una sonrisa hacia donde se encontraba su excolaboradora quien, displicente, apenas si le miró a la cara.