­Todavía hoy resulta difícil de explicar por qué Manufacturas Metálicas Madrileñas y la canadiense Alcan Limited decidieron construir en 1952 una planta para la transformación de aluminio en el litoral sur de la ciudad de Alicante, en una zona sin apenas tradición de industria pesada -la fábrica de tabaco y las cementeras eras los únicos ejemplos de grandes empresas que funcionaban en el entorno de la ciudad en aquella época- y muy alejada de los centros económicos. Los diferentes estudios que los propios extrabajadores de la factoría han realizado sobre el tema (que pueden consultarse en blog http://ghistoriafa.blogspot.com.es/ apuntan a la especial predilección por la provincia del hermano mayor del dictador, Nicolás Franco, aunque otros señalan que lo que se buscaba, precisamente, era restar poder a los grandes núcleos industriales, foco habitual de «rojos y masones».

Sea como fuere, ése fue el origen de la actual Alcoa, entonces llamada Aluminio Ibérico, que se construyó durante tres años sobre una parcela de 130 hectáreas comprada por los citados inversores a cambio un millón y medio de pesetas al Ayuntamiento que, a su vez, había adquirido los terrenos a Trasmediterránea. Inició su actividad con apenas un centenar de trabajadores pero pronto empezó a crecer y a incorporar nuevas líneas de producción a medida que los socios canadienses tomaban protagonismo.

La propia compañía fue expandiendo su actividad con la construcción de nuevas plantas y, poco a poco, Alicante se convirtió en el centro estratégico de la empresa y, a mediados de los 60, ya contaba con unos 1.400 trabajadores. Entonces llegó el primer cambio de propiedad. En 1969 el Gobierno de Franco decidió fusionar Aluminio Ibérico con Endasa, la empresa estatal dedicada a proporcionar la materia prima, el aluminio, y la sociedad resultante pasó a ser una empresa pública.

Aquel cambio dio un nuevo impulso a la fábrica, que continuó ampliando producción y plantilla hasta el punto de que en 1974 se barajó la posibilidad de construir una segunda factoría al norte de la actual. Sin embargo, la compañía estatal acabó descartando el proyecto en favor de levantar una nueva planta en San Ciprián, en Lugo, que supuso la mayor inversión industrial de la historia española hasta esa fecha. Se inauguró en 1980 y muchos vinculan este acto con el declive de la planta Alicantina que el año anterior alcanzó su récord de trabajadores, con 1.850 personas en plantilla.

Reconversión

Empezó la reconversión y los conflictos laborales, que fueron posibles gracias a la llegada de la democracia y del movimiento sindical, que desde entonces siempre ha sido muy fuerte en la fábrica. Se produce el segundo cambio gran cambio cuando el Estado fusiona Endasa con Alugasa y crea el gigante Inespal. Desde entonces y hasta que se inicia su privatización en 1998 se suceden tres ERE que reducen a menos de la mitad la plantilla.

La venta Alcoa devolvió la planta a la esfera de la empresa privada, con todas sus consecuencias. La multinacional, que en realidad solo estaba interasa en las plantas de primario del norte del país, se comprometió a mantener todas las factorías durante diez años, un plazo que ya ha expirado. Si la fábrica sigue ya sólo será porque resulta rentable.