En un momento en que las tensiones territoriales vuelven a estar a la orden del día en la Comunidad Valenciana, tanto en el ámbito empresarial, como en el político, el presidente de la Cámara de Comercio, Juan Bautista Riera, enarboló ayer la bandera del alicantismo para denunciar el maltrato que sufre la provincia, al tiempo que reivindicó la vigencia de esta demarcación frente a quienes abogan por su disolución dentro del ámbito autonómico. De esta forma, entre otras cosas, Riera se posicionó claramente de parte de la alicantina Coepa en el conflicto que mantiene con la valenciana CEV por el nuevo modelo de patronal autonómica, aunque sin citarlo expresamente en ningún momento.

Así lo señaló durante su intervención en la Noche de la Economía Alicantina, que se celebró ayer en el auditorio de la EUIPO, con el patrocinio del Banco Sabadell, y en el que pronunció un discurso con momentos marcadamente electoralistas, en el que aprovechó para vender sus cualidades para revalidar en el cargo de presidente, que ahora ocupa de forma interina, en las próximas elecciones que celebrará la Cámara. Y lo hizo delante de los que se supone que serán sus principales adversarios -el presidente de Ineca, Perfecto Palacio, y el promotor Rafael Regalado-, además de las numerosas autoridades que asistieron, encabezadas por el presidente de la Generalitat, Ximo Puig; los consellers Rafael Climent y Manuel Alcaraz; o el presidente de la Diputación, César Sánchez, entre otros.

Tras la entrega de los premios que concede la institución -entre ellos, la Medalla de Oro y Brillantes para José Enrique Garrigós- y de la intervención del presidente de la Cámara de España, José Luis Bonet, quien reivindicó los 40 años de democracia como el periodo de mayor prosperidad del país; Juan Riera tomó la palabra para hacer gala de los 35 años que lleva en la Cámara y para recordar que cuando entró en la institución, como ahora, eran tiempos difíciles. En su primer análisis de la situación actual de la provincia, lamentó la existencia de organizaciones empresariales «con problemas de identidad», también «la ausencia de liderazgo provincial» o la «desunión entre ciudades importantes» de la zona, y reclamó la necesidad de trabajar para que Alicante sea «reconocida por sus méritos» y no por «episodios circunstanciales de corruptelas o especulación».

Tras dejar claro que Alicante «no tiene sentido fuera de la Comunidad» - «no nos queremos, no nos aguantamos, pero tenemos que ser cómplices», parafraseó, sin citar al autor del dicho-, también recalcó que esa «alianza» con el resto de la autonomía «no significa decir a todo que sí». Ante esta situación reclamó unidad al empresariado y entre los distintos municipios de la provincia, recordó también que las organizaciones empresariales «no se salvan solas» y reivindicó la necesidad de tener «un auténtico liderazgo empresarial» en Alicante.

«No queremos ser una sucursal de nadie, tenemos la suficiente entidad como para exigir el papel que nos corresponde y lo usaremos con respeto institucional pero con la firmeza que nos reclaman la sociedad y los empresarios», señaló, utilizando una de las expresiones con las que Coepa ha rechazado públicamente el modelo de organización patronal propugnado por la CEV, cuyo presidente, Salvador Navarro, tuvo que escuchar estas afirmaciones, impertérrito, desde la primera fila del auditorio.

Infrafinanciación

En larga lista de agravios a la provincia, Riera cargó primero contra el Estado. Denunció la infrafinanciación de la Comunidad Valenciana, que la inversión per cápita en Alicante (108 euros) apenas es la mitad de la media estatal (192 euros), el retraso en el Corredor Mediterráneo, la falta de conexión ferroviaria con el aeropuerto y también la ausencia de una solución definitiva al problema del agua. Como contrapunto, eso sí, también enumeró los datos que corroboran la recuperación de la economía alicantina, como la reducción de 17.000 parados en el último año.

Fue en este punto donde, sin ningún tipo de rodeos, recordó que la Cámara de Comercio debe celebrar elecciones en los próximos meses. Unos comicios para los que ya ha anunciado su candidatura, que no tuvo reparo en vender a los presentes: «No voy a jugar a las falsas modestias: me siento capacitado y considero que mi trayectoria me avala, si no, abandonaría ahora mismo toda pretensión», señaló.

Así, Riera se definió como un «hombre de consenso y talante», al tiempo que también aseguró saber «mantener una línea dura» cuando es necesario. Entre otras cosas, señaló que no le «tembló la mano» cuando, desde las comisiones de Turismo o Comercio Exterior de la Cámara, tuvo que enfrentarse a los Gobiernos de la Generalitat de Joan Lerma o Eduardo Zaplana. Y para probar que tampoco dudará en reclamar ante el actual Consell, denunció que los presupuestos del Ejecutivo autonómico no tratan «justamente» a la provincia. También le exigió «reglas de juego claras» -en alusión a los cambios de normativa en materia de horarios o de urbanismo, que el Consell no acaba de perfilar-. «Los experimentos en política suele tener elevados costes para la sociedad», apuntó.

En la misma línea, le recordó a Puig la promesa de instalar en Alicante la sede de la Agencia Valenciana de la Innovación -a la que luego respondió el president-, le pidió que gestionara «adecuadamente» la Ciudad de la Luz y mostró su solidaridad con IFA y pidió que no se la dejara «caer», probablemente sin conocer que el Consell ya había anunciado su rescate.

En el apartado de autocrítica destacó la necesidad de que la Cámara fuera «útil» a los empresarios y abogó por potenciar su gabinete de estudios. Aunque recalcó que no quería entrar en competencia con otras instituciones, a nadie se le escapó que su principal rival a la presidencia de la Cámara es Perfecto Palacio, el máximo responsable del Instituto de Estudios Económicos de la Provincia.

Para concluir, volvió a sacar la bandera del alicantinismo y esta vez con advertencia incluida: «Sepan que somos un pueblo indulgente y pacífico, pero en algún momento puede ser que la provincia de Alicante deje de ser tolerante y pase a ser beligerante». Todo un aviso a navegantes.