¿Cree que hemos superado ya la crisis económica?

El sector financiero ha recuperado su normalidad, la imagen exterior de España se ha reestablecido, el PIB crece, se ajusta el desempleo... Esta lectura nos lleva pensar que los vientos nos vuelven a ser favorables. Pero después de la crisis todo ha cambiado. La globalización, la digitalización, el Big Data, la inteligencia artificial o la nueva geopolítica nos sitúan en una posición de permanente crisis, entendida como cambio. La crisis en el sentido tradicional ha terminado; la crisis como cambio está instalada y se quedará para siempre. Quien no lo entienda así lo tendrá complicado.

¿De qué modo afectó la recesión a su empresa?

A nosotros nos afectó de forma muy directa la subida disparatada del petróleo, la caída de la demanda, el corte en seco del circulante financiero y un fuerte endeudamiento debido a nuestro plan de crecimiento por adquisiciones y renovación de flota. Esta combinación de factores nos situó en el año 2008 en una situación complicada. Cerramos filas, nos reestructuramos y nos dedicamos durante años a ser más eficientes y a repagar deuda. Las cicatrices quedan y desde entonces sabemos que nos encontramos en otra realidad distinta, que no nos va a permitir relajarnos.

Como empresario, ¿qué lecciones ha sacado usted?

Como decía, estamos en otra realidad. Desde el atentado de las Torres Gemelas, en 2001, han acontecido muchos cambios radicales que afectan a nuevas tecnologías que han revolucionado el mundo y la forma de entenderlo. Quien no comprenda esta revolución conceptual de la realidad va a tener complicada la supervivencia. Estoy convencido de que en los próximos 15 años vamos a ser testigos de cambios más radicales que los vividos.

¿Cree que puede repetirse una situación similar?

Nada va a ser igual, lo que no indica que tenga que ser ni mejor, ni peor. Todo será diferente. Yo como empresario soy optimista, suscribo plenamente los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) firmados en las Naciones Unidas por 197 países el 25 de Septiembre del año 2015 en Nueva York. De hecho, en Baleària hemos asumido estos ODS como hoja de ruta de nuestro modelo de crecimiento, para convertirnos en la empresa ciudadana y responsable que queremos ser. Luego también hay avances positivos. Creo que la tecnología, la innovación, la inteligencia artificial y el protagonismo de las empresas sostenibles van a traer progreso, justicia, igualdad de oportunidades y paz.

¿Qué opina de las medidas adoptadas por los sucesivos gobiernos centrales y autonómicos a los que tocó bregar con la situación?

Creo que los gobiernos deberían adaptar las administraciones públicas a la nueva realidad. Están muy lejos de intentarlo y dudo de que sean conscientes de esta necesidad. El sector privado se ha reestructurado y se ha preparado para competir en el mundo, pero el sector público tiene trabajo por hacer.

El turismo ha sido uno de los sectores que con menos virulencia sufrió las consecuencias derivadas de la crisis. ¿Está de acuerdo con la tasa turística que estudia aplicar la Generalitat?

La tasa es siempre finalista. Si el fin de una tasa es invertir en territorio, en promoción, en marca y en innovación, y todo esto se hace bien, en consonancia entre el sector público y privado, y sin atentar contra la competitividad de nuestros productos turísticos, nadie cabal puede estar en contra. La realidad es otra cuando una tasa se convierte en un impuesto más y su objeto finalista desaparece, o cuando la competitividad de nuestros productos turísticos depende tanto del precio; entonces nunca puedo estar a favor. El empresariado desconfía secularmente de la administración del dinero público que realiza el Estado. Y desconfía cargado de razón. Pero el empresario debe de ser consciente que hay que dedicar recursos al cuidado del territorio, a la promoción del producto y de la marca, y a la innovación, y hacerlo de forma coordinada entre el sector público y el privado.

El estudio del Instituto de Economía Internacional pone el acento en la necesidad de desarrollar una economía del conocimiento. ¿Usted qué opina?

El único camino hacia la sostenibilidad -inclusiva, económica y medioambiental- es el del conocimiento aplicado a la innovación y a la competitividad. Cuando hablamos desde la empresa de redefinir conceptos clásicos, de cambiar costumbres, de penetrar en el psique antropológico del ser humano para mejorar su vida y desarrollar un entorno más justo, más humano, más diverso, más libre, el conocimiento es la columna vertebral. Y lo es en su sentido más amplio, como tecnología y humanidades.

¿Por qué cree que Alicante no acaba de posicionarse en el grupo de cabeza del PIB nacional?

Creo que contamos con todos los elementos necesarios para relanzarnos. No hace tanto tiempo que se cerraban fábricas para abrir inmobiliarias, atraídos por la generación de dinero rápido y esto supuso un freno a nuestro desarrollo industrial. Lo más dramático es que este planteamiento se promovía desde las cajas de ahorro públicas y desde la propia Administración. Alicante cuenta con tradición industrial exportadora, emprendedores capaces de crear productos diferentes, salir al extranjero y competir. Estamos asistiendo a un renacer de esta vocación, que ha de alimentarse desde todas las instancias.

¿Considera que en otros países se dan mejores condiciones y facilidades para montar una empresa?

Las administraciones públicas necesitan de un cambio radical. Se presentan como garantes de lo público y olvidan su papel facilitador del progreso y desarrollo económico sostenible. Hace falta una reforma en profundidad, un cambio radical de cultura, una recuperación de la vocación de servicio, a la sociedad, a la economía, y a las empresas para, desde lo público-privado, propiciar el bienestar de los ciudadanos.