La empresa Levantina, con sede en Novelda y considerada la principal marmolera de España, vuelve a estar en el candelero. Si hace sólo unos meses, concretamente antes del verano, fue noticia por el cambio en la propiedad, al pasar del banco francés BNP Paribas al fondo londinense Bybrook, ahora lo es por la reducción de capital que acaba de aprobar el consejo de administración el pasado 20 de diciembre. Una decisión esta última que supondrá que Levantina reduzca su capital social en prácticamente 100 millones de euros, mediante la amortización de acciones. Con ello, el capital quedará reducido a 60.000 euros, y todo con el objetivo de poder enjugar pérdidas y tratar de garantizar la viabilidad de la compañía. De hecho, según las cuentas depositadas en el Registro Mercantil, Levantina ha pasado de tener 10,4 millones de euros de beneficios en 2012 e incluso 12,2 en 2013 a tener 76,9 millones de euros de pérdidas en 2016, último ejercicio que consta con las cuentas consolidadas presentadas. Tampoco ha presentado mejor evolución la facturación: de los 247,6 millones de 2012 y los 249,5 millones de 2013 se pasó a 196,7 en el año 2016.

Con estos puntos de partida, desde el grupo, ayer por la tarde ponían el acento en que de lo que se trata es de garantizar su viabilidad, expresión ésta que utilizaron de forma reiterada. «Levantina toma su primera medida contable dentro del proceso de refinanciación de la compañía con el objetivo de garantizar su viabilidad», argumentaron. En esta línea, ahondaron en que se reduce el capital social de 100 millones a 60.000 euros para «reestablecer su situación patrimonial y sentar las bases para lograr un equilibrio financiero que garantice la viabilidad de la compañía». Ahora bien, en paralelo, hicieron hincapié en que se trata de una medida adoptada cumpliendo la normativa mercantil y contable, y que, además, está prevista dentro del proceso de saneamiento del grupo y «con el objetivo de ordenar su estructura patrimonial actual», según apostillaron. Es más, fuentes de la firma incidieron en que «la compañía trabaja junto con su accionista en recuperar la normalidad y así garantizar su operativa y viabilidad», y añadieron que «el accionista mantiene su firme compromiso en la misma y trabaja con el equipo directivo para reconducir su situación».

Varios cambios de propiedad

La compañía ha estado gestionada en los últimos ocho años por los bancos prestamistas, liderados por BNP, tras asumir el control de la empresa en 2010. Entonces, las entidades financieras acudieron a una ampliación de capital que les dio la mayoría de la propiedad, con lo que se conseguía evitar el concurso de acreedores. Era el segundo cambio al que se enfrentaba la multinacional: anteriormente, había estado controlada por los fondos de inversión Impala y Charterhouse, que en 2006 se hicieron con la compañía al comprarla a las familias Esteve y Máñez. Fue en mayo de este mismo año cuando se hizo público que el banco francés BNP Paribas había vendido al fondo londinense Bybrook la multinacional, que empleaba a más de 1.200 trabajadores y que tenía siete fábricas de producción, cinco de ellas en Novelda, junto a 20 almacenes propios de distribución. De hecho, una de sus principales bazas era la internacionalización, incluso con fábricas en Brasil.