Las irregularidades en la gestión del Banco de Valencia que abocaron a la entidad a la desaparición, tras ser intervenida en 2011 por el FROB, no se produjeron en los años inmediatamente anteriores a la crisis, los de la burbuja, sino que se remontaban a finales del siglo pasado, concretamente a 1997, solo tres años después de que Bancaja comprara al Banco Central el 24% del capital que tenía en la entidad valenciana.

Un informe complementario de inspección elaborado por el Banco de España en diciembre de 2012 e incorporado al caso Grand Coral -en el que se investigan los negocios de Bancaja con los empresarios de Benidorm Juan Ferri y José Baldó- detalla algunos de los fallos de gestión detectados por el supervisor en las labores inspectoras que realizó desde 1997. Algunas de las que menciona en tan lejana fecha fueron consideradas tras el hundimiento de la entidad como claves en el proceso que condujo a su extinción. Así, ese año el Banco de España ya advirtió a los responsables de la entidad de «defectos de control interno» y «déficit en la cobertura de adjudicados» por valor de 400.000 euros. Dos años más tarde, los problemas de gestión habían crecido. El supervisor muestra su «preocupación por la relegación del control interno en las prioridades del banco por la insuficiencia de medios dedicados a esta finalidad» y alerta de que no se evalúan «la solvencia ni la capacidad de los acreditados».

Por otra parte, otro de los documentos incorporados a la causa desvela cómo el empresario de Benidorm, José Baldó, uno de los acusados, pide en el lujoso resort Le Meridien de la localidad mexicana de Cancún la reserva por dos noches de la suite presidencial para el entonces presidente de Bancaja y vicepresidente de Bankia, José Luis Olivas. Baldó y su socio Juan Ferri volaron a Cancún junto a Olivas entre el 28 y el 30 de marzo de 2011.