P Fue la primera vicepresidenta de AEFA y ahora también la primera presidenta. Sin embargo, ¿qué está pasando para que lleguen tan pocas mujeres a la primera línea y para que, cuando lo hacen, duren tan poco?

R Al final, es un proceso natural. ¿Cuál era el problema hasta ahora? La sociedad no era igualitaria, las mujeres no podían acudir a todo y tomaban decisiones en consonancia con la sociedad del momento. No obstante, ha habido empresarias pioneras, extraordinarias y muy valientes, y gracias a eso ahora una segunda generación de mujeres hemos tenido ya todas las oportunidades, sobre todo en cuanto a formación, y en una sociedad que está cambiando. Además, para llegar a ciertos puestos, junto a la formación, tienes que tener una experiencia, y eso es a partir de los 45 años. Por eso, yo creo que se va a equilibrar. Lo que tenemos que hacer es no poner trabas, y luchar para que en la sociedad se entienda que los hijos son de los dos y que la casa es de los dos, y también es importante que la mujer no asuma que eso es cosa suya o sienta remordimientos.

P ¿Qué falta para conseguir la igualdad real?

R El cambio depende de la sociedad. Hay muchas cuestiones que todos tenemos la responsabilidad de ir difundiendo, y, por ejemplo, una de ellas es darle normalidad a estas situaciones. Algo que me molesta es que a las chicas se les transmite la idea de que siendo mujer tendrán que hacer más para llegar al mismo sitio. Lo que hay que decirle a la juventud es que la mujer puede hacer exactamente lo mismo que un hombre, pero tiene que proponérselo, y no se debe poner etiquetas autolimitantes. Ser mujer no es ninguna limitación. Es verdad que asumir este tipo de responsabilidades es más tiempo, dedicación, responsabilidad, presiones... Puedes decidir no hacerlo, y muchas mujeres deciden no hacerlo, y eso hay que respetarlo. De todos modos, yo nunca me sentido discriminada, y, además, AEFA ha sido un ejemplo en igualdad, y también Paco Gómez, que lo ha promocionado.

P La Asociación de la Empresa Familiar de Alicante, en estos 24 años, se ha caracterizado por tener presidentes que han dejado una impronta muy definida. ¿Cuál va a ser su huella?

R Además de la primera mujer, soy la primera presidenta de segunda generación de empresa, y es muy curioso, porque, de alguna manera, ese mismo mecanismo se repite en AEFA. Ha llegado el momento del relevo a la siguiente generación, y lo afrontamos de la misma manera. ¿Qué tenemos en AEFA? Tenemos una asociación que el año que viene cumple 25, y ése siempre es un momento de empuje, porque son aniversarios muy bien definidos. Tenemos una asociación fuerte, unida, prestigiada, con unos objetivos claros, con una absoluta unanimidad en todos esos criterios, y tenemos que seguir esa línea. Como en una empresa, cuando se produce un relevo generacional, lo que se mantiene es la esencia, los valores, lo que has conseguido hasta ahora, pero hay una capacidad de adaptación al nuevo entorno. No se trata de decir si vas a ser continuista o rupturista. No es necesaria ninguna de las dos cosas. Recoges el testigo de algo muy bueno y que va evolucionando porque el entorno es cambiante.

P ¿Por dónde pasan los retos más inmediatos?

R Nuestro objetivo principal es la empresa familiar. Sabemos que es un material altamente valioso, porque, gracias a las empresas familiares, se mantiene la estructura económica de un país. Los estudios que hizo el IEF en 2016 con toda la red de cátedras de la empresa familiar revelan que el 91% de las empresas de la Comunidad son familiares. La importancia cuantitativa es crucial para la economía, en valores cualitativos ni te cuento lo que supone eso en la estabilidad, en los momentos de crisis... Todos esos valores hay que preservarlos, y a eso es a lo que nos dedicamos en AEFA: a formar, a acompañar, a ayudar a que las empresas tengan una continuidad en el tiempo. Luego, estamos en un entorno, por lo que hay que tener en cuenta la digitalización, la internacionalización, el gobierno corporativo de las empresas....

P Algo que caracterizó a su antecesor es que nunca se mordía la lengua. ¿Va a haber continuidad en ese sentido o se va a acabar desmarcando de esa línea?

R Se va a mantener, claro. El empresariado debe quitarse complejos. Estamos en los sitios para decir las cosas, porque la intención es mejorar. Y también hay que cambiar esa percepción de decir las cosas, siempre y cuando se digan con educación y con criterio. Si es cierto que los empresarios en general hemos cometido un error: nos hemos asociado poco, hemos hablado poco entre nosotros y no hemos ejercido ese derecho que tenemos como sociedad civil. Lo estábamos haciendo mal, y ahora es el momento de hablar. En general, creo que debe haber un cambio en muchos planteamientos. No basta con decir las cosas y ya está. Hay que hacer consensos para crear movimiento. Los empresarios son parte de la ciudadanía. Incluso deberíamos cambiar los nombres, porque esos conceptos a veces están cargados de valores antiguos, y las cosas han evolucionado. No estamos en el siglo XIX ni en el XX, estamos ya en el XXI. Por tanto, o cambiamos la mentalidad y le quitamos a las palabras ese peso que tienen a veces irreal, o, al final, estaremos siempre dándole vueltas a las mismas situaciones.

P ¿Y cómo tiene que ser ese empresariado del siglo XXI?

R Al final, no es una cuestión de cómo es el empresariado, sino de cómo es la sociedad en su conjunto y las personas que componen la actividad económica. Esos conceptos de empresario y trabajador creo que hay que empezar a abandonarlos. Somos todos colaboradores que estamos en un mismo barco, cada uno con una responsabilidad y con un papel. La responsabilidad requiere, por una parte, un trabajo, y, por otra parte, una lealtad hacia ese trabajo. Tenemos que empezar ya a pensar en que, cuando nos va bien, nos va bien a todos. Y a todos es a todos. Por eso, el empresario del siglo XXI tiene que intentar estar absolutamente en unión con todos los elementos de la empresa. A mucha gente le gusta más hablar de empleados y empleadores, y yo reivindico que, si la palabra trabajador significa el que trabaja, el empresario, y más el empresario de esta zona, se merece también el calificativo de trabajador. Desde esa perspectiva, cambiaría mucho la manera de relacionarse todos los agentes económicos. Hoy en día, todo el empresariado que yo conozco, y AEFA es un referente, quiere ante todo crear riqueza, crear empleo, que las condiciones sean mejores, pero porque debe ser así en su esencia. Por eso, hay que reivindicar al empresario, pero teniendo en cuenta que pone un capital y que el trabajo y el riesgo debe estar remunerado, y eso ayudaría a cambiar las cosas.

P ¿Por dónde pasan las nuevas incorporaciones de su junta?

R Hay siete personas que continúan y siete que han cambiado. El vicepresidente va a ser José Juan Fornés, de Masymas; y el secretario va a ser Gustavo Lubián, de Suavinex. Entran también María José Llopis, de Almendras Llopis; Gianni Cecchin, de Verne; Cecilia Coll, de Laboratorios Quinton; Vicente Martínez, de Frimar; y Javier Corredor, que era, además, el vicepresidente del Fórum de AEFA.

P Las relaciones entre AEFA y la CEV pasaron en su día por momentos muy complicados. ¿Qué va a ocurrir en esta nueva etapa?

R Yo no considero que las relaciones entre AEFA y la CEV hayan pasado por un mal momento, ni por supuesto creo que vayan a pasar por un mal momento. Sí es verdad que las circunstancias se dieron de una manera en la que los agentes habían caído en un punto en el que cada uno de ellos tenía que hacer lo que creía que era mejor para sus asociados, para el empresariado y para la provincia. De todos modos, lo importante es que con la voluntad se ha llegado a un acuerdo, y, por ejemplo, esta misma semana ha habido un acto en el que estaba el presidente de CEV Alicante, Perfecto Palacio; Paco Gómez, por AEFA; Juanjo Sellés, de Uepal; Joaquín Pérez, de Cedelco; y Juan Riera, de la Cámara, todos en total armonía. Hay una cosa que está clara: unidos ganamos todos.

P ¿Va a acabar AEFA ingresando en la CEV?

R AEFA está en la CEV, porque está en Uepal y Uepal está en la CEV. Nosotros nos sentimos en la CEV.

P Ya, pero no de forma directa...

R En este momento, nosotros somos una territorial del IEF. Hay que tener en cuenta que AEFA tiene su universo aparte, porque no defiende a un sector concreto. El sector realmente es la empresa familiar, es una territorial del IEF, y ése es su camino natural. Ahora, yo no veo ningún inconveniente en el futuro. No tiene que ser que sí ni que no.

P AVE también está en la red del Instituto de la Empresa Familiar, e incluso tiene asociados de la provincia y cada vez organiza más actos aquí. ¿Pueden acabar haciéndoles la competencia?

R Sinceramente, creo que no. En absoluto. AEFA tiene 24 años, fue la primera territorial del IEF, y trabajamos muy bien con el IEF y con todas las territoriales. Cada uno tiene su campo y su posicionamiento, y nunca nos hemos sentido amenazados por AVE. Con la solvencia de AEFA y de sus asociados, no tenemos que tener miedo a nada, y tampoco competimos con nadie. Cada organización tiene su razón de ser y no son en absoluto incompatibles. Otra cosa es que luego debe haber una unión para tener voz en los sitios en los que se toman decisiones.

P ¿Se van a destensar las relaciones con el Consell?

R Ximo Puig estuvo hace unas semanas en los premios, e incluso nos dijo que quería reunirse con Paco Gómez y conmigo, y estoy segura de que va a ir todo muy bien. Yo soy muy positiva, porque creo que lo tenemos todo a nuestro favor para hacer muchas cosas.

P En cualquier acto de AEFA siempre sale el impuesto de sucesiones y donaciones, aunque hasta ahora no hayan tenido mucho éxito. ¿Se conseguirá al final?

R Es muy curioso, porque el IEF nació precisamente a raíz de esa reivindicación. Las empresas familiares tienen la costumbre de reinvertir en la empresa, por lo tanto, el valor contable es importante, y, a la hora de una sucesión, el importe de los impuestos es tal, porque no hay una liquidez, que estarían encaminadas a su desaparición. En su día se logró esa bonificación, pero luego la competencia se ha delegado a las comunidades autónomas, y ahí es donde nos hemos encontrado nosotros con el problema. Ahora la promesa existe. Ximo Puig lo dijo antes de las elecciones en un encuentro con Perfecto Palacio, y nosotros se lo recordamos hace unas semanas, en la entrega de premios.

P Grupo Antón ya ha dado entrada a la tercera generación, pero los datos dicen que sólo una de cada diez firmas sobreviven cuando se da ese cambio. ¿Por qué no se logra invertir la tendencia?

R Eso, desgraciadamente, es algo histórico que no sólo se produce en España, sino en todo el mundo. Sí es verdad que las cosas están mejorando, por las acciones que se hacen a través del IEF y de las territoriales. El camino es la formación para garantizar los relevos, que es el momento más complicado. También es importante saber diferenciar las relaciones familiares de la gestión en la empresa. Realmente, la empresa familiar tiene su fortaleza y su debilidad en el mismo punto, que es que está la familia. Esos lazos emocionales que sirven para unir, si no se trabajan, pueden servir para separar. Todo eso hay que trabajarlo, eso es lo que hacemos en AEFA, y las cifras están mejorando.

P Prácticamente se ha llegado a los 150 asociados. ¿Se van a reforzar los filtros para ser más selectivos con las entradas?

R Es verdad que hay organizaciones en las que su peso está en el número de asociados, pero AEFA no es de esas asociaciones, y el IEF marca unos límites, no estrictos. Nosotros valoramos otra serie de cuestiones, y nos centramos en aquellas empresas a las que realmente podamos ayudar, porque tienen una estructura familiar. Si el 91% de las empresas de la Comunidad Valenciana son empresas familiares y en la provincia se puede llegar al 92%, cualquiera puede estar en la asociación, pero no es ésa la intención. La idea es centrarnos en aquellas que tienen una estructura familiar, que están en la segunda o tercera generación, y a las que puedes ayudar. Sí, tenemos una serie de condicionantes, pero tampoco nos preocupan.

P ¿En qué momento se encuentra la provincia de Alicante?

R La provincia, por sus características específicas, presenta cierta debilidad en cuanto a la dimensión de las empresas, pero también tiene una fortaleza en cuanto a la diversidad de sectores. Por otra parte, en la provincia, como no ha habido grandes recursos naturales, se ha creado un tejido empresarial muy dinámico y con mucha capacidad de adaptación. No obstante, si nosotros empezamos a condicionar nuestro entorno, podemos llegar a acelerar la desaceleración. Debemos ser prudentes, confiar en nosotros, porque tenemos muchas capacidades, e intentar anticiparnos a los problemas.

P En dos semanas habrá de nuevo elecciones. ¿Qué puede pasar?

R Nuestra responsabilidad es votar y todos debemos votar, estemos más o menos convencidos, más o menos hartos, y luego hay que exigirles a los políticos que cumplan con su mandato. Necesitamos un gobierno, un gobierno sólido, y seguridad. Tienen que ser capaces de formar gobierno desde una perspectiva no partidista. Somos una generación a la que no le importa tanto el pasado. Hay que pensar en el hoy y en el mañana desde una posición apartidista, y tienen que ponerse de acuerdo para lograrlo.

La gerente que pudo ser actriz

Maite Antón es de esas personas que siempre llevan la sonrisa puesta. Optimista, polifacética, trabajadora incansable y responsable hasta la extenuación, tanto que su madre aún hoy le pregunta con resignación por qué la tuvo que hacer tan juiciosa, de adolescente se planteó seriamente eso de ser actriz. A golpe de versos de Lorca y de Miguel Hernández, no sólo descubrió que le gustaban las tablas, sino que se dio cuenta de que era una forma de vencer su timidez y el terror que le producía hablar en público. Sin embargo, sus buenas calificaciones le llevaron a cambiar el paso. Acabó estudiando Ciencias Económicas y Empresariales. No sólo se licenció con matrícula de honor, sino que fue la primera de su promoción. De ahí, daría el salto a la empresa familiar, Grupo Antón Comunicación, fundada en los años sesenta por sus padres, Antonio y María Teresa, cuando crear una agencia de publicidad era toda una temeridad, y más en Elche. Ahora, la compañía ha pasado de una docena de empleados a superar los 60, y allí es donde ejerce de gerente. Todavía hoy recuerda su primer día. «Mi padre me entró al despacho y, directamente, me dijo que pasaba a ser mío, que él se marchaba, algo raro en una empresa familiar», recuerda. Una empresa familiar de la que dice que aprendió los valores que hoy marcan su día a día, y en la que trabaja codo a codo con sus otros dos hermanos. Casada, y con tres hijos, uno de 24 y otros dos de 18, apenas tiene tiempo libre. Y, cuando tiene un rato, aprovecha para jugar al pádel, una afición de la que ha tenido que tomar distancia, al menos hasta enero, por una lesión de muñeca. «Cada vez que en mi vida he asumido un reto, he crecido muchísimo. El miedo no me paraliza», asegura. Eso, y su confianza ciega en las personas y en que otro mundo es posible son sus armas en esta nueva etapa que hoy estrena.