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Desde Elda a Manhattan

La diseñadora Chie Mihara posa con una de sus colecciones.

Los zapatos que la brasileña de origen japonés Chie Mihara fabrica en Elda están seduciendo a la elitista moda de Nueva York, una de las puertas más importantes del mundo en la entronización de productos de calidad. La firma eldense ha sido una de las cinco españolas seleccionadas para estar presente en la última edición de FashionLab de Manhattan, un evento organizado por la agencia de moda europea que aprovecha la enorme repercusión que siempre tiene exponer en la Gran Manzana.

De padres japoneses, Chie Mihara nació y se crió en la ciudad brasileña de Porto Alegre. Con 18 años -ahora tiene 51-, se marchó a Japón para estudiar moda en la escuela de diseño de Fukuoka y al graduarse entró a formar parte del taller de la vanguardista Junko Koshino como patronista. Su espíritu inquieto la llevó, dos años después, a cambiar de aires y de actividad. Ya entonces su relación con la moda se regía por el yin y el yan. Era una historia de ilusión y desencanto, de pasión y hastío. Por eso, decidió abandonarlo todo, marchar a Nueva York, y aventurarse en la escultura. Pero fue un camino corto. Medio año después la moda volvió a llamar a su puerta en forma de zapato, un accesorio en el que encontró el equilibrio perfecto para dar rienda suelta a su creatividad.

Fue entonces cuando decidió matricularse en el prestigioso Fashion Institute of Technology de Nueva York. De la mano del zapato de lujo de Charles Jourdan dio el salto a Elda en 1994 sin pensárselo dos veces, en busca del calzado de calidad. Tres hijos y siete años después creó su propia y exitosa marca junto a su marido, el eldense Francisco Sanchis, CEO de la empresa. Ahora su calzado de espíritu libre, uso diario, corte atrevido y máximo confort goza de un creciente prestigio internacional.

Cuando se trata de dejar huella la audacia es necesaria. Por eso a Chie Mihara le gusta romper con las pautas que cada temporada marca el sector. Ella no cree en las barreras estéticas ni culturales. Su zapato se aproxima más a la creación artística que al diseño. Por eso revindica el saber hacer de los artesanos zapateros de Elda. Un oficio que mima todos los detalles: desde la horma hasta el tacón. Puro arte visible en las 40 colecciones que ha sacado al mercado hasta la fecha junto a miles de escarpines, botines y sandalias.

«El secreto para conseguir el éxito empresarial diría que ha sido unirme con gente muy capaz, con buen nivel de conocimiento y saber sobre la calidad zapatera. Sobre todo trabajar muy de cerca con gente apasionada por lo que hacen y con un saber muy alto en este tema en especifico», dice sin mirar atrás ni añorar tiempos pasados tras haber echado sólidas raíces en la provincia.

«Elda es donde se encuentra mi empresa, mi fábrica y mi familia. España es un lugar maravilloso para vivir», señala una diseñadora que defiende que un zapato puede ser una plataforma maravillosa para hacer realidad los sueños, ser feliz y sentirse bella. Ningún otro complemento crea un vínculo emocional tan estrecho. El zapato es una forma de expresión, un trozo de felicidad para quien lo compra y parte de su vida para quien lo crea. Así lo considera una escultora de colecciones que hablan de libertad respecto a las tendencias del momento y desafección de las influencias externas. De hecho, sus trabajos forman un universo propio, femenino, alegre y caprichoso que rompen con la visión más clásica del sector. Para Chie «el mejor zapato es el que usas hasta destrozarlo, nunca el que te destroza los pies. No es la primera vez que lo digo, pero incluso el tacón más sexy puede ser cómodo y la sensualidad de un zapato no está reñida con la apretada agenda de la mujer que lo lleva».

Tiene las ideas muy claras y tampoco le faltan proyectos. Quiere abrir algunas tiendas propias e incrementar sus ventas en Sudamérica y Brasil. Sobre todo en el país carioca, ya que allí nació y ha sido un deseo que confiesa haber tenido desde que en 2001 lanzó su propia marca, de la que es directora creativa.

Un buen diseño y un buen concepto. Son los dos pilares sobre los que construye sus modelos porque siempre es lo primero que hace que una mujer decida comprar «otro zapato». «En realidad nos sobran zapatos, bolsos, ropa y muchas cosas más, pero lo que lleva a una mujer a sacar su tarjeta de crédito es un buen diseño y un buen concepto», se reafirma.

En un momento en el que la industria tradicional de Elda y comarca está sufriendo los efectos de la crisis, tener referencias como la que ofrece Chie Mihara sube la moral de los empresarios y de los trabajadores. Su postura al respecto es muy sencilla: «Mientras haya mujeres en este planeta, habrá futuro en el mundo del calzado eldense o de cualquier otra ciudad productora. Todo depende de la capacidad de la marca en ofrecer un producto interesante al mercado tan cambiante con el que trabajamos».

No tiene varitas mágicas para revertir la actual situación, pero como diseñadora cree que la solución pasa necesariamente por crear artículos muy interesantes, con un espíritu fresco, nuevo, alegre y obviamente sin dejar de lado la calidad. Advierte en este sentido que en el mercado actual hay demasiados productos serios, que están enfocados en la comercialización, por lo que hay un amplio espacio por ocupar.

Sobre el origen de los cierres de empresas que se están produciendo en los últimos meses en Elda también toma partido. Coincide con lo que piensa buena parte del sector local. La adversa coyuntura «tiene que ver con circunstancias externas a la industria productora y a los cambios en las estrategias de las grandes marcas extranjeras». Multinacionales que tradicionalmente han fabricado en Elda y Petrer buscando calidad y servicio. «Pero también ha influido la falta de apoyo, determinación o quizás oportunidades para crear más marcas propias y establecer una estructura para la comercialización de las mismas», apunta la creativa. Por eso pide a las administraciones públicas que escuchen y entiendan a la industria zapatera. Ya no solo términos de apoyo a la producción y la generación de empleo sino también, y especialmente, con más respaldo y menos limitaciones en materia de promoción exterior. Una de las grandes asignaturas pendientes del calzado Made in Elda junto a la falta de marketing. El saber hacer roza la excelencia pero el saber vender no llega al aprobado. En cualquier caso, Chie está en contra de trasladar la producción a otros países para reducir costes. «No es una buena idea porque creo que el calzado hecho en Elda es una de las industrias zapateras de más calidad del mundo y vale la pena apostar por ella. El calzado eldense tiene una artesanía incomparable y es algo que deberíamos mantener, ya que pienso que hay mucho espacio en el mercado para este tipo de producto de calidad. Vivir y fabricar en Elda es una forma de preservar este conocimiento, que identifica el diseño Made in Spain», subraya. Precisamente cuando Mihara vivía en Nueva York, trabajaba con marcas que fabricaban mucho para el mercado chino y brasileño. Pero ella buscaba calzado de calidad y, al presentarse la oportunidad de trabajar para la marca de lujo Charles Jourdan, que producía en España, tuvo muy claro que Elda sería su nuevo destino.

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