A veces las mayores oportunidades llegan sin esperarlo. Cuando en 1996 el empresario eldense Carlos Vidal supo que una compañía danesa buscaba un taller en España para cortar el tejido de fibra de vidrio que da forma a las palas de los molinos de energía eólica, pensó que era una tarea que podía hacer en el taller familiar de fabricación textil y de adornos del calzado. Poco podía imaginar que acabaría creando una empresa para desarrollar el negocio y que, más de tres décadas después, Incom sería una multinacional, con plantas de producción en cinco países y una facturación que el año pasado rozó los 65 millones de euros -en concreto, 64,6 millones-, tras crecer un 6,7% durante el último ejercicio, de acuerdo con las cuentas de 2018 que la compañía acaba de depositar en el Registro Mercantil.

Una cifras que, como apunta el propio Vidal, cada vez resultan más difíciles de elevar, ante la competencia que existe en el sector y, sobre todo, ante las presiones para rebajar los costes y conseguir que la energía eólica sea cada vez más competitiva, toda vez que ya no recibe las ayudas de antaño en la mayoría de países. Esta tensión sobre los márgenes y las diferencias de cambio son el principal motivo de que el aumento de ingresos no se trasladara en la misma proporción a los beneficios que, por el contrario, descendieron un 11%, al pasar de los 312.407 euros a 277.318, según los balances consolidados de la compañía.

La actividad de Incom consiste exactamente en la fabricación y el modelado de las distintas piezas y materiales necesarios para construir las palas de los molinos. Unas piezas que la compañía empaqueta en kits y vende posteriormente a grandes fabricantes como Siemens Gamesa, Nordex-Acciona, TPI o LM Wind Power, que luego se encargan de ensamblarlas y recubrirlas con resina en sus propias instalaciones para dar la forma final a la pala, según explica el presidente de la firma. Por eso, la mayoría de sus ventas se producen en el extranjero -la firma concentra en el exterior el 76% de su facturación-, y más en concreto en los países donde estas grandes compañías tienen sus factorías de ensamblaje. De esta forma, los mayores incrementos de ventas se produjeron durante el pasado ejercicio en mercados como Estados Unidos, China o México, según explica Vidal.

En este sentido, además de la factoría de Elda, de la que sale aproximadamente la mitad de la producción de la compañía, Incom posee otras cuatro plantas: dos de ellas propias -en la ciudad inglesa de Andover, y en Szczecin, en Polonia-; y otras dos junto a socios locales en China, que se inauguró hace dos años, y la más reciente de todas ellas en la India, en la región de Gujarat, que se ha puesto en marcha este mismo año y Vidal confía en que empiece a dar resultados a partir de 2020.

Previsiones

De cara al ejercicio que ahora acaba, y a falta de conocer las cifras finales, el presidente de Incom calcula que la facturación de la firma volverá a crecer y se situará en el entorno de los 67 millones de euros, aunque reconoce que las previsiones para el futuro no son tan optimistas, al menos en lo que se refiere a las cifras de ingresos, debido al recorte de los márgenes. «El coste de la energía tiene una rampa de bajada del 30% anual y, como se dejó de subvencionar, la energía eólica debe ser rentable por sí sola, lo que ha estresado los márgenes de toda la cadena de producción», apunta el empresario, que señala que muchos de su competidores están abriendo factorías en países con bajos salarios para compensar. Sin embargo, Incom ha apostado por mantener la producción de Elda en lo posible, por lo que ha realizado inversiones para automatizar al máximo la fábrica que tiene en el polígono industrial de Finca Lacy y reducir sus costes. Al respecto, de acuerdo con la información incluida en sus balances, la compañía da trabajo a más de 600 personas en todo el mundo.

La mayor pala del mundo lleva sello eldense

Incom ha proporcionado las piezas para la construcción de la mayor pala eólica del mundo, que salió de las instalaciones de su cliente LM Wind Power en Cherburgo, Francia, hace sólo unos meses. Se trata de un gigante de 107 metros de longitud destinado a molinos para producir energía eléctrica en parques marinos, según la web de la firma.