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Ni quedarse atrás ni que nos dejen atrás

Ni quedarse atrás ni que nos dejen atrás

Este periódico encara 2020 con el reto de llegar a más público gracias a estas páginas. Las redacciones necesitan estímulos nuevos. También los lectores, para quien los medios de comunicación no son sólo el mejor instrumento para tomar el pulso a la actualidad, sino un referente para la reflexión. Si estos se quedan atrás, también lo hacemos nosotros y nadie quiere ser el que se queda rezagado, las empresas de la Comunitat Valenciana tampoco.

El balance de 2019 nos dice que, gracias al esfuerzo de las empresas y los trabajadores, nuestra economía habrá crecido un 2 % -o incluso algo más-, y lo habrá hecho por encima de la media de las economías avanzadas (1,7 %) y de la media de la zona euro (1,4 %). Este crecimiento, más sólido y sostenible que en etapas anteriores, ha posibilitado la generación de empleo y la bajada del paro en las tres provincias, además a tasas superiores a las de la media del país.

Contrariamente a lo que parecía al principio del ejercicio, salvo en el sector agrícola, el avance de los distintos sectores ha sido mejor de lo esperado, e incluso mejor que a nivel nacional. Una evolución positiva que se repite en el sector exterior que, pese a un contexto internacional adverso, motivado por la ampliación de posiciones neoproteccionistas y del Brexit, también avanza mejor de lo previsto. Si el comercio internacional ha crecido en el conjunto de 2019 al 1,1 %, las exportaciones de la Comunidad lo han hecho, como mínimo, un punto más, 2,3% hasta octubre.

Esto significa que, en un contexto exterior adverso y un contexto interno no tan adverso, la Comunidad habrá ganado cuota de mercado a nivel internacional. Un hecho nuevo, extremadamente positivo, que habrá que consolidar.

De cara a 2020, la composición del crecimiento será algo distinta a la de este año. Desde la CEV estimamos que el avance se situará entre el 1,6% y el 1,8%, es decir, seguiremos creciendo y generando empleo, aunque sea a tasas más moderadas. Esa ralentización en la creación de empleo restará dinamismo al consumo de los hogares, de modo que es posible que la inversión empresarial se convierta el próximo año en el componente más dinámico de la demanda interna. Y, con el permiso de EE UU y China, el sector exterior recuperará dinamismo, que junto al esfuerzo de las empresas exportadoras aumentará la aportación de la demanda externa sobre nuestra economía.

Por ello, porque no queremos quedarnos atrás, en un contexto de ralentización, los agentes económicos privados necesitamos que se reduzcan los grados de incertidumbre, tanto en el contexto internacional como nacional.

A nivel internacional, el escenario de entendimiento entre EE UU y China está ganando puntos, y puede suponer el principio del fin de enfrentamiento comercial entre ambas potencias. El tiempo lo dirá. En cuanto al Brexit, la hoja de ruta de Johnson despeja toda duda, y la salida de Reino Unido de la Unión Europea será con acuerdo. Esto nos otorga certidumbre por un año. La gran incógnita ahora es cómo será el nuevo acuerdo comercial y cuándo entrará en vigor. A la vista de lo sucedido hasta ahora en todo el proceso, once meses de negociación para un acuerdo extraordinariamente complejo nos parece un periodo demasiado corto.

Respecto al contexto nacional, la incertidumbre se cierne sobre todo en torno a la configuración del nuevo Gobierno central; los Presupuestos Generales del Estado y sus derivaciones fiscal y financiera o el impulso o el lastre de las políticas y reformas económicas que se acometan. Atentos a las reformas, sobre todo la laboral, y atentos con la subida de los impuestos; antes hay que aumentar la eficiencia en la Administración y reducir la economía sumergida.

En el ámbito autonómico, las políticas económicas deben encaminarse a apoyar aumentos de productividad tanto en el sector privado como en el público, y a encauzar nuestro sistema productivo hacia un modelo económico más inteligente, sostenible e inclusivo. Nadie puede quedarse atrás en innovación, en internacionalización, en sostenibilidad, en formación y en igualdad.

Ni quedarse atrás ni que nos dejen atrás. No podemos asistir como meros espectadores a las decisiones que se toman en Madrid -¿cómo se justifica un trasvase Tajo-Segura sólo para abastecimiento humano cuando nuestro tejido productivo necesita agua? -, o en Bruselas. No podemos permitir que la pesada mochila de la injusta financiación siga lastrando nuestro bienestar social y nuestra capacidad de competir. Alargar los plazos y posponer la toma de decisión por cuestiones políticas ya no puede ser una opción. Como tampoco lo es que nosotros mismos pongamos barreras a las inversiones externas privadas que nos harán crecer.

A 2020 le pedimos simplemente eso: una política que no nos deje atrás.

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