Las principales entidades financieras han empezado a cerrar parte de su red de oficinas después de que en el primer día laborable desde la entrada en vigor del estado de alarma la afluencia de clientes se desplomara y también para proteger la salud de sus empleados. Así lo han anunciado tanto BBVA, como Banco Santander que, no obstante, garantizan que en todos los municipios abrá al menos una sucursal abierta para atender al público.

En el caso de BBVA, la entidad ha señalado operará su red de oficina con un 20% de la plantilla, lo que significa que, aunque se mantenga un porcentaje de sucursales abierto superior, cada una de ellas contará con menos empleados. "Se está realizando una gestión dinámica. Hay muchas (oficinas) que ayer no tuvieron afluencia y hay que preservar la seguridad de todos", apuntan desde el banco, que insisten en que abrá al menos una delegación abierta en todas las poblaciones donde tienen presencia.

El resto del equipo de la red realizará teletrabajo, para reforzar todos los canales de atención al cliente. Además, señalan que toda la red de cajeros del banco estára también en pleno funcionamiento.

Por su parte, el Santander también ha anunciado que "adecuará temporalmente la red de oficinas a las restricciones impuestas en el estado de alarma, con el fin de garantizar la prestación de los servicios en un contexto de baja afluencia y preservar, al mismo tiempo, la salud de empleados y clientes".

En este sentido, el banco señala que ha decidido que sus empleados en las sucursales también realicen turnos, como ya ocurre en sus servicios centrales, para minimizar el riesgo de contagio. En cuanto a las oficinas que se cerrarán, desde el Santander señalan que serán aquellas que tengan otra cercana y el personal de unas pasará a reforzar las otras o bien a realizar atención a través de los canales remotos, desde sus domicilios.

Los listados de oficinas con atención al público pueden encontrarse en las respectivas webs de las entidades.

La decisión de los bancos se toma después de que ayer la afluencia a las sucursales se desplomara alrededor de un 80%. En las oficinas, además, se tomaron medidas para evitar contagios y en la mayoría era necesario tocar el timbre para acceder y se limitaba la entrada de clientes a un número cerrado -entre dos y cuatro- para garantizar la distancia de seguridad.