La cifra de Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) sigue su escalada. A pesar de que ayer era festivo en la autonomía, la posibilidad de presentar los procesos telemáticamente provocó que se produjera un nuevo incremento, tanto en el número de procedimientos, como en el de trabajadores afectados, aunque, eso sí, en menor medida que el pasado miércoles, cuando las cifras se triplicaron en un solo día, después de que el Gobierno aprobara el paquete de medidas para facilitar su tramitación. De esta forma, los efectos de la paralización de la actividad por el Covid-19 se siguen trasladando al empleo.

Según el nuevo balance facilitado por la Conselleria de Economía, hasta la medianoche del jueves se presentaron en la provincia un total de 1.224 solicitudes de suspensión de empleo por parte de las empresas alicantinas, 202 más que el día anterior. Esto supone que la cifra de trabajadores afectados se sitúa ya en 8.587 personas, frente a las 7.127 que se contabilizaban hasta la medianoche del miércoles.

En el conjunto de la autonomía la evolución ha sido similar. La cifra de ERTE registrados ha pasado de 3.069 a 3.579 y la cifra de personas que se irán al paro temporalmente como consecuencia de los mismos ya es de 38.110 frente a los 32.751 del balance anterior.

En el caso de València, los expedientes registrados son 1.935, con 14.003 afectados; mientras que en Castellón suman 461, con 2.960 personas incluidos en los mismos. Además, hay 59 empresas con implantación en toda la Comunidad Valenciana que también han solicitado acogerse a esta medida, con 12.560 afectados.

Sandra Ramos: «La empresa no tenía otra opción, pero es muy duro para los empleados»

Monitora de autobús de La Agostense

«La empresa no tenía opción. Dependemos del transporte escolar, del Imserso y de los viajes a Europa y todo desapareció. Nos quedamos sin trabajo y era esto o cerrar, pero es muy duro para nosotros». Sandra Ramos es una de los miles de alicantinos y alicantinas que estos días se ha visto abocada al paro, casi sin tener tiempo ni para asimilarlo. Hasta la semana pasada era monitora de autobús en la empresa La Agostense que, como muchas otras del sector, acaba de presentar un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) para la mayoría de su plantilla. Empleada a tiempo parcial, compaginaba este trabajo con la limpieza de alguna casa y ahora, de repente, se ve sin ninguno de los dos. «Aunque cobre el paro, solo te pagan el 70% y yo ya tenía un sueldo bajo», señala Ramos, con un hijo de 14 años a su cargo y que vive con sus padres porque no se puede permitir un alquiler. «Por fortuna, los tengo a ellos y comida no nos va a faltar, pero esto es muy duro», insiste, a pesar de lo cual no pierde el optimismo. «Quiero pensar que va a pasar rápido y que luego vamos a salir, que volveremos al trabajo», señala la también delegada sindical por CC OO.

En su empresa también parecen trabajar con esa idea y, por ejemplo, han optado por mantener en plantilla a un grupo reducido de conductores que aprovecharán para poner al día los vehículos.

Valeria Marini: «Solo trabajamos ocho meses al año y habíamos empezado hace unos días»

Trabajadora de un complejo hotelero

Cuando empezaron a conocerse los primeros casos de infectados por el coronavirus en España, Valeria Marini presintió que la de este año no iba a ser una buena temporada en el complejo hotelero donde trabaja como fija discontinua. Y no se equivocaba. «Sólo abrimos ocho meses, de marzo a noviembre, apenas llevábamos unos días funcionando, cuando hemos tenido que cerrar», se lamenta.

Una parte importante del negocio del recinto depende de los congresos y encuentros del sector sanitario, «que fueron los primeros que se cancelaron», recuerda la cocinera. Al principio todo fue caótico, desde la empresa trataron de compensar las cancelaciones con cambios en el cuadrante de las plantillas y hasta con vacaciones, pero la realidad se impuso y el gerente acabó comunicándoles que no veía más salida que solicitar un ERTE, y mandó a los empleados a casa mientras veía la forma de tramitarlo. Como otras muchas empresas, la firma decidió esperar a ver qué medidas tomaba el Gobierno, por lo que a día de ayer los empleados aún no tenían claro cuándo causarían baja. «Hay mucha incertidumbre y no puedes apoyarte en nadie. En esta situación no puedes hacer una asamblea ni nada de eso», apunta Marini. «Y lo peor es no saber cuándo volveremos a trabajar. Hacíamos muchas comuniones. Supongo que este año se perderán», se lamenta la cocinera.