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Francisco Marcos Ferrer: «La agricultura es el sector que más sufre y moneda de cambio para los gobiernos»

Francisco Marcos Ferrer se define como optimista por naturaleza, pero ni por esas acaba de ver clara la situación

Francisco Marcos Ferrer, en las instalaciones de INFORMACIÓN, en Alicante. rafa arjones

P En febrero se cumplieron 50 años desde que Grupo Marcos empezó con el negocio de compraventa de coches usados en Orihuela y, a partir de ahí, fue adquiriendo concesionarios, y diversificando hacia el sector inmobiliario y agrícola. ¿Se habían enfrentado en este tiempo a una situación como la provocada por el covid-19

R No he vivido nunca una pandemia, gracias a Dios. Sí he vivido la anterior crisis, la de la burbuja inmobiliaria, que fue letal para muchas empresas y, de hecho, tenemos todavía algo de resaca de sus secuelas. Sin embargo, se sabía lo que había que hacer y contra qué luchar. El Estado puso una media solución, el banco malo, quitando casi todos los activos tóxicos del mercado que tenía la banca en esos momentos, que eran muchos.

P Por tanto, ¿nos enfrentamos ahora a una crisis más dura que la de 2008?

R Sí, totalmente, porque la crisis del covid-19 ha hecho que se pare todo. Cuando se rompe algo, se puede arreglar, pero ahora se ha parado el mundo. Está habiendo rebrotes y no sabemos cuándo puede acabar esto. Si no cambia la situación, lo veo complicado, porque está afectando mucho a la restauración y a los pequeños comercios, y, si se agravan las cosas, muchos cerrarán.

P En cualquier caso, ¿cómo ha afectado la pandemia a un grupo como el suyo?

R Como a cualquier tipo de negocio, menos en el sector de la alimentación, porque comer hay que comer. A todos nos ha pillado desprevenidos. Mi grupo no va a ser una excepción, pero estoy seguro de que saldremos con ilusión, ganas e ingenio.

P Siempre se habla de la necesidad de diversificar. Sin embargo, en su caso, concesionarios y actividad inmobiliaria están muy ligados a los vaivenes económicos y al consumo. ¿La división agrícola puede ayudar a capear el temporal?

R La agricultura, al entrar en el sector de la alimentación, ha sido menos vulnerable, se han mantenido precios, incluso en algún caso han subido, y se ha capeado el temporal. Sobre la diversificación, hay división de opiniones, pero, en mi opinión, es mejor diversificar el riesgo que concentrarlo en una sola actividad.

P La crisis del coronavirus ha puesto en evidencia la importancia de la agricultura, pero apenas unos días antes de que se decretara el estado de alarma el sector estaba en la calle reivindicando precios justos. ¿Pueden cambiar las cosas o, con una situación como la actual, dan por perdida esa demanda?

R La agricultura es el sector que más sufre. Lucha contra los elementos climatológicos, como la lluvia, el pedrisco, el viento o las riadas. Además, tenemos poca agua de riego y muy cara, con otro hándicap, que es la competencia desleal de otros países del Magreb, como Marruecos o Túnez, o como Egipto. No discuto que estos países tengan derecho a vender sus productos, pero en las mismas condiciones que el resto. Allí no se realizan controles fitosanitarios de ningún tipo, cuando aquí la propia Unión Europea nos está exigiendo un control riguroso y exhaustivo. Ellos tienen mano de obra barata, con salarios de cinco a diez euros al día, sin Seguridad Social, con agua prácticamente gratis... Es sabido que la agricultura es moneda de cambio para los gobiernos.

P El Ejecutivo central anunciaba esta misma semana su intención de recortar un 30% el trasvase máximo mensual del Tajo a Alicante y Murcia...

R Es una amenaza continua. Después de pagar un dineral por el agua de riego, siempre se está bajo esta presión continua, diciendo que su uso es para otras actividades que no es la agricultura, y cuando los campos de golf, que es a lo que se refieren, están siendo regados con aguas recicladas de depuradoras en un 95% de los casos, por lo menos, en la Vega Baja.

P En los últimos días se han vinculado algunos de los rebrotes que se han registrado en España a los temporeros del campo. ¿Faltan medidas de seguridad?

R Creo que no, pero no es lo mismo vivir en barracones, que están muy bien acondicionados, al menos los que conozco, pero en los que viven 15 ó 20 personas, que los trabajadores oriundos que habitan en nuestra zona en sus casas, donde conviven como máximo cuatro o cinco personas. Es más, esos contagios se supone que son por dejadez o por exceso de confianza. Las medidas se ponen, pero ya queda en manos de las personas que estas normas se cumplan.

P La DANA ya afectó en septiembre a parte de su flota de vehículos, y la caída de ventas durante la emergencia sanitaria superó el 90%. ¿Cuáles son las perspectivas a corto y medio plazo?

R La DANA hizo un gran desastre, pero no ha habido desgracias personales entre nuestros empleados, gracias a Dios; y, en cuanto a las pérdidas materiales, se han podido reponer, puesto que todo estaba correctamente. Recuperamos la normalidad y volvimos a empezar. Luego, tuvimos que cerrar parte de marzo y abril completo, por lo que las matriculaciones bajaron en un 90%. Sin embargo, en mayo y junio, el mercado nos ha dado una grata sorpresa. Las ventas han bajado un 35%, cuando pensábamos que podíamos irnos al 60%. En un corto plazo el mercado creemos que se va a estabilizar sobre estas medias de venta. Recambios y talleres siguen en su mismo ritmo de facturación.

P El plan del Gobierno central para reactivar el sector de la automoción ha recibido bastantes críticas desde diferentes foros. ¿Por qué?

R Todo lo que sea promover o incentivar la compra de vehículos siempre es positivo, independientemente de que todo plan es susceptible de mejora.

P Al margen de este nuevo plan PIVE, lo cierto es que las críticas al Gobierno central han sido una constante durante la crisis sanitaria. ¿Qué ha fallado?

R Ha faltado desde mi punto de vista mucha coordinación. Cada uno ha intentado tener un reino de taifas. Y ha faltado un liderazgo claro. Además, estamos viviendo una situación de crispación constante en la que da la sensación de que todos están peleados con todos.

P ¿Y cómo se explica eso en una situación como la actual?

R Probablemente porque todo el mundo quiere ser el que más manda. Hay mucho personalismo y mucho afán de protagonismo.

P Pasando al sector inmobiliario, la crisis de 2008 fue especialmente dura con la construcción. ¿Podemos acabar enfrentándonos a un escenario peor?

R La crisis de 2008 ya pasó, y vino dada por una burbuja inmobiliaria. Los bancos daban el dinero para esta actividad en demasía y sin criterio. Desde entonces, se ha demonizado la construcción, y nada más se acuerdan de lo malo. Aparte de lo malo, creó mucha riqueza en aquel momento y muchos puestos de trabajo, presumiendo de un gran crecimiento de la economía en España, que luego se pagó por hacer algunas cosas mal. En mi opinión, si no apoyan a este sector, para salir de la crisis nos costará mucho trabajo y esfuerzo. Es un sector en el que intervienen directamente e indirectamente muchos profesionales, desde un arquitecto a un transportista, pasando por toda una gama de oficios que completan todo el entramado de la construcción. No vamos a estar pensando siempre en que lo hicimos mal en 2008 en ese sector. El que se cae y se levanta es como si no se hubiera caído.

P ¿Habrá caída de precios como auguran muchos analistas?

R El dinero es muy miedoso y la prudencia por lo ocurrido anteriormente hace que se tenga que ser cauteloso. ¿Van a caer lo precios? Es un problema de la oferta y la demanda. Si tengo un stock de viviendas exagerado, como en la crisis anterior, hechas y terminadas, tendré más necesidad de vender que si mantenemos un stock razonable, que será más fácil de sostener.

P ¿Y cuál es el nivel de stock en estos momentos?

R En estos momentos, estamos mucho mejor que en la crisis de 2008. Se está haciendo la tercera parte de viviendas que se hacían entonces y, por tanto, hay un stock razonable. No obstante, cada empresa hablará en función de cómo le vaya.

P Teniendo en cuenta cómo ha afectado la pandemia a un país como España, y teniendo en cuenta que, pese a que ya se han abierto las fronteras, sigue habiendo restricciones, ¿en qué medida se puede ver afectado un sector clave para la provincia como el del turismo residencial?

R El turismo residencial es el sostén de la Vega Baja. En esto somos líderes. Aquí hay muchas y buenas empresas que marcan la diferencia y que luchan contra todas las dificultades que nos ponen las administraciones. Cuesta más la tramitación administrativa que hacer la obra pertinente. Los que mandan deberían de tener en cuenta este factor.

P ¿Qué necesita el sector en estos momentos?

R Agilidad. Realmente llegamos tarde siempre porque hace falta unificación en las administraciones públicas. No podemos esperar de dos a cinco años para que nos contesten a proyectos, licencias, autorizaciones...

P Se está hablando mucho en las últimas semanas del Plan Vega Renhace, impulsado por el Consell para paliar los efectos de la gota fría hace diez meses en la comarca. ¿Es factible que en un momento como el actual se invierta lo que no se ha invertido hasta la fecha?

R Lo que no comparto es que tenga que venir una desgracia como la DANA para que presten atención a la Vega Baja. Bajo mi punto de vista, que dejen de prometer, que estoy oyendo promesas 40 años, que algunos las hacen y no depende ni de ellos. Que saquen de los cajones lo que tienen pendiente desde hace tres o cuatro años y se pongan al día. Si esto se hiciera, tendríamos trabajo suficiente para mucho tiempo. Todos esos proyectos e iniciativas son los que deberían hacerse y ejecutarse.

P Para muchos, las necesidades de la Vega Baja se reducen especialmente a las obras en el Segura y al desdoblamiento de la CV-95 entre Orihuela y Torrevieja. ¿Basta con eso?

R Sin lugar a dudas son los dos proyectos más importantes para Orihuela, Torrevieja y la Vega Baja. Y, en los dos proyectos, se sabe perfectamente lo que hay que hacer. Seguimos desde hace 80 años con la misma carretera prácticamente. Hemos pasado de los carros a los camiones y turismos con la misma carretera. Debe ser una de las más transitadas de la provincia y seguimos entrando a las playas de Orihuela por una calle de Torrevieja, por Los Balcones. Y, con el río Segura, también lo tienen claro en cuanto a soluciones. Todo pasa por hacer un bypass, al estilo del Júcar en València. Yo sé que hay cosas que los políticos quieren hacer y no pueden, pero no hay justificación alguna para estar 50 años con los mismos problemas y sin soluciones.

P Ya, pero, ¿bastaría con eso?

R No, hay muchas otras cosas pendientes. Por ejemplo, está la CV-91, que une Orihuela y Guardamar, y que también vertebra la Vega Baja. Las carreteras comarcales de la Vega Baja, por las que antes iban tres carros y un coche, ahora tienen 1.000 coches, y necesitan una ampliación. Se han arreglado muy pocas carreteras.

P¿Cómo se explica esa falta de atención histórica a la Vega Baja?

R Lo importante es que todo el mundo sepa la falta de atención histórica a la Vega Baja. Por eso, lo hemos reivindicado tantas veces pero sin éxito. Solo vienen con promesas y buena voluntad cuando hay elecciones, sean del color político que sean. Aparte de estas promesas y buenas voluntades, que con esto sólo no se hace, hay que venir con dinero, que es lo que dicen los políticos que falta, la materia principal. Alguna vez tendrá que ser prioritaria la Vega Baja, aunque tan solo sea por el tiempo que lo llevamos pidiendo.

P ¿Han faltado empresarios que reivindicaran más?

R No. En todos los foros, los empresarios denunciamos las carencias de la Vega Baja. Nosotros no podemos sacar el córner y meter el gol, si me permite la expresión. Necesitamos que el Gobierno nos haga las infraestructuras necesarias para que nosotros podamos desarrollar nuestra actividad y ser competitivos.

«Hay que luchar y salir de esto. El covid no va a poder con nosotros»

El fundador de Grupo Marcos cree que en la sociedad poscovid ya nada será igual, por ejemplo, por el despegue del teletrabajo, pero confía en la capacidad de adaptación

P¿Qué puede pasar si los rebrotes de coronavirus

R No le puedo decir lo que pasaría puesto que no soy técnico en sanidad, pero sería muy difícil para nosotros, como seres humanos, pasar nuevamente por este trago.

P ¿Cómo será la sociedad poscovid?

R No será igual y le diré por qué. Nadie pensaba que para ir a comprar un coche habría que pedir cita, para ir a la peluquería también, para ir a comer... Hace un tiempo se ponían controles de acceso y salida del trabajo, y ahora estamos con el teletrabajo y online. De todos modos, creo que, si tuviéramos la suerte de tener una vacuna en este año, en seis meses nos habremos olvidado de todo. Tenemos que adaptarnos. Hay que luchar y salir de esto. El covid no va a poder con nosotros. Hay que superarlo.

P Su grupo ha cumplido este año medio siglo. ¿Qué va a ocurrir con los actos de celebración?

R De momento, queda aplazado al año que viene o cuando empecemos a ver la luz. Tenemos 1.050 empleados, y queríamos hacer una fiesta con ellos, pero tendremos que esperar. De hecho, el 30% del personal lleva más de 20 años en la empresa, e incluso mi hijo mayor está tanto tiempo como estuve yo. Cuando tenía 52 años y él 23 años, le dejé la empresa de automoción, y me dediqué más a las divisiones inmobiliarias y de agricultura. Estaba ya la estructura, pero no era tan grande. He tenido la suerte de que tengo un hijo al que le gustan los coches y lo hace mejor que yo, y a eso se suma que el mejor activo que tenemos en la empresa es nuestro personal, por la lealtad que tienen.

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