Una nueva depresión económica se cierne sobre los trabajadores de una provincia donde la ansiedad causa alrededor del 20% de las bajas laborales desde la Gran Recesión. Sindicatos y organizaciones médicas advierten de que la pandemia del covid-19 está creando las condiciones idóneas para que aumente todavía más el número de trabajadores incapaces de acudir a su puesto por razones psicológicas. A finales de mayo había cerca de un millar de alicantinos con incapacidad temporal por depresión, ansiedad y otros trastornos similares, según estimaciones de UGT. «Van subiendo y van a subir todavía más», asegura Javier Pérez, secretario de Salud Laboral de CC OO l'Alacantí-Les Marines.

La brutal contracción económica de 2020 intensifica la incertidumbre en que está instalada nuestra sociedad desde hace casi dos décadas. Las relaciones laborales y personales son cada vez más precarias en un contexto de gran exigencia para adaptarse a los cambios, provocados por frecuentes revoluciones tecnológicas. Un desafío vital con muchos frentes que deja fuera de combate a centenares de trabajadores cada año en Alicante. «El 20% de las bajas laborales por enfermedades comunes están causadas por trastornos mentales», explica Juan Francisco Richarte, responsable de Salud Laboral en UGT. Este porcentaje se traduce en que 1.061 trabajadores de los 5.305 que están actualmente de baja por enfermedades no profesionales en Alicante, según la última estadística del SEPE, tienen depresión o algún trastorno similar.

«Son trastornos de tipo adaptativo, que incluyen los trastornos de ansiedad, crisis de pánico, trastornos de adaptación, estrés postraumático y depresión», enumera María Ángeles Medina, presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria, quien valida las estimaciones de UGT. «Es el dato que solemos manejar», apunta. Para la médico de atención primaria, las bajas por estas causas «se han disparado estos meses» y han afectado «incluso a gente sin antecedentes que se desborda y la pide». «Las causas principales son la preocupación por el trabajo, la pérdida de un familiar o haber estado enfermo. También gente preocupada por la pandemia, por la incertidumbre», aclara la médico, quien destaca también la incidencia de este tipo de incapacidad temporal en el colectivo de sanitarios.

Cambios urgentes

Si bien los sindicatos son claros al pedir que se traten estos trastornos igual que las enfermedades y dolencias que se adquieren en el puesto de trabajo, a las organizaciones médicas les cuesta más hacer una reclamación con implicaciones económicas tan relevantes.

Según Pérez, «que se trate como un problema del trabajador y no como una enfermedad que ha desarrollado en la oficina oculta situaciones en a las empresas no les interesa evidenciar». Para Richarte, la indefinición del mobbing le permite ser utilizado como «una forma de echar a alguien sin gastar dinero». Medina lo confirma: «mucha gente pide la baja y termina yéndose de la empresa porque se da cuenta de que era el clima laboral lo que le hacía enfermar».

Tanto ella como Víctor Pedrera, portavoz de Sindicato Médico en la provincia, se muestran favorables a una revisión en profundidad de los protocolos de prevención de la depresión en el entorno laboral. «Es un trastorno multifactorial y hay que hacer más prevención», afirma Pedrera. Medina, aunque no llega a pedir que se encarguen las mutuas, se muestra más cerca de la visión sindical: «Es frecuente hacer bajas como contingencia común cuando se trata de un tema de trabajo. Estoy de acuerdo en que se estudie más para prevenirlo, porque lo que hacemos nosotros es poner un parche y alejamos al afectado del foco de un conflicto que se perpetúa, porque vuelve».

UN MATIZ CLAVE: ENFERMEDAD COMÚN, NO PROFESIONAL


«Hay muchas depresiones que tienen que ver con el trabajo, pero el 98% de ellas se trata como enfermedad común y no como enfermedad profesional», apunta Javier Pérez. Desde UGT, su homólogo Juan Francisco Richarte coincide en que el origen de muchas incapacidades está en el propio entorno de trabajo y no tanto en la vida personal del trabajador. El estrés, la carga de trabajo, la precariedad y el mobbing o acoso laboral están detrás de gran parte de ese millar de bajas activas en Alicante, según los sindicatos, pero lo cierto es que no hay forma de saberlo positivamente. Este detalle no aparece en las estadísticas. «La depresión por acoso laboral no existe. Todos estos trastornos no se tratan como enfermedades profesionales», sostiene Richarte. Una persona puede estar claramente hundida por su trabajo, pero para el sistema la causa será un conjunto de factores de su vida personal y, por tanto, ni la empresa ni la mutua tienen por qué intervenir. «Llevamos 28 años pidiendo que la ansiedad y la depresión se incluyan en la clasificación de enfermedades profesionales para poder prevenir», sostiene el sindicalista de UGT en una reivindicación respaldada también por CC OO. Los sindicatos creen que la negativa a considerarla patología del trabajo tiene una utilidad empresarial.