La reciente sentencia del Tribunal Supremo que dictamina que los repartidores de la empresa Glovo trabajan como falsos autónomos cuando, en realidad, deben ser considerados asalariados ha sentado las bases para la regulación de un sector, el de las plataformas digitales de reparto, basado en «riders» que se pagan sus propias cotizaciones y que opera también a través de firmas como Deliveroo o UberEats, entre otras. Son empresas que ofrecen sus servicios en las principales ciudades de la provincia bajo la fórmula de contratos de colaboración con trabajadores. Por lo general, obtienen unos tres euros por pedido y en algunos casos sólo pueden realizar entregas durante una serie de horas asignadas por un algoritmo que, sin excepciones, les penaliza si reciben cualquier valoración desfavorable de los usuarios

Tratar de hacer una radiografía del sector en territorio alicantino para conocer cuántos repartidores podrían resultar afectados tras el fallo del Alto Tribunal da cuenta de la opacidad que existe en torno a una actividad que se mueve en ausencia de regulación. Fuentes de Glovo rechazan ofrecer a este diario las cifras de «riders» que trabajan en Alicante, Elche, Torrevieja o San Vicente del Raspeig; empleados por los que podrían verse obligados a abonar a la Seguridad Social las cuotas no satisfechas a raíz del fallo judicial. 

La puntuación negativa de cualquier cliente penaliza a los «riders» con una reducción del horario laboral y caída de ingresos

Desde el 2018, la Inspección de Trabajo de Alicante reconoce a los repartidores de Deliveroo como trabajadores por cuenta ajena en vez de como autónomos tras de una denuncia de CCOO-PV, sindicato que mantiene otro procedimiento similar contra Glovo. Su secretario de Acción Sindical, Daniel Patiño, reconoce que no es posible cuantificar con precisión los «riders» que recorren actualmente las calles y carreteras alicantinas andando, en bicicleta, en moto, en coche o en patinete para realizar entregas a través de plataformas digitales, si bien estima que la cifra en la Comunidad Valenciana podría rondar el medio millar. «No es descabellado pensar que en un momento determinado pueda haber 500 cuentas operativas, pero es un mercado muy precario y volátil. Quizá a lo largo de un año puedan ser 2.000 personas las que prestan servicio, pero saberlo a ciencia cierta es imposible». «No toleramos que ese tipo de negocio tal y como está configurado se nutra de autónomos. Sólo hay que tener claro qué es un autónomo y qué es un trabajador por cuenta ajena. Una bicicleta y una caja no pueden ser considerados medios de producción», apostilla Patiño. 

Edgar Andersson, de 32 años, trabaja para Glovo desde hace dos años y medio. RAFA ARJONES

Cálculo de kilómetros

Un importe fijo de 1,30 euros por pedido, 0,42 céntimos por kilómetro recorrido y cinco céntimos más por cada minuto de espera en un restaurante son las condiciones laborales de Glovo, según cuentan varios repartidores a este medio. Las horas de posible trabajo las distribuye una app y, aparentemente, reserva más jornadas a los veteranos, siempre en función de las valoraciones positivas de los clientes. Una puntuación negativa reduce significativamente las posibilidades de repartos los días siguientes y, con ello, caen los ingresos. Los gastos de cotizar como autónomo, el combustible, el teléfono y el seguro corren de su cuenta. Son condiciones que dejan partidarios y detractores de un modelo que está en el punto de mira del Gobierno central, que trabaja ahora en presentar una regulación sectorial. 

Edgar Andersson, de 32 años, trabaja para Glovo desde hace dos años y medio, sobre todo en el área de la Playa de San Juan, y compagina los repartos con la actividad de una empresa propia dedicada a la venta de productos ecológicos. Es de los considerados veteranos y tiene mayores posibilidades de elegir horarios, generar entregas y mantener ingresos. Prefiere ese modelo al de trabajador por cuenta ajena. «Ya era autónomo antes de empezar. No suelo trabajar todos los días y cuando lo hago son unas seis horas. Gano una media de 500 euros quincenales que complementan mis ingresos», asegura.

Juanma Rodríguez, de 43 años, lleva dos años y medio en el sector y sí se muestra convencido de que le sale más a cuenta seguir como autónomo. RAFA ARJONES

El portavoz de la agrupación RidersxDerechos en Alicante, Denis Allso, que lucha contra la precarización del sector, vive y estudia Ciencias Políticas en Orihuela y se desplaza en tren a Murcia portando su bicicleta para trabajar para UberEats, que sí permite a los repartidores conectarse y hacer repartos cuando quieran. «Lo hago para pagarme la carrera. Es cierto que ser autónomo tiene alguna ventaja, como que puedo organizarme los horarios, pero siempre es tercermundista. Cualquier ventaja es una forma de enmascarar inconvenientes muy serios. No tienes derecho a vacaciones, ni una baja si estás enfermo o una indemnización por despido. Hay días que salen muy bien y ganas 40 euros, pero otros solo ganas 10 euros». 

«Tengo 59 años y no encuentro otro empleo. Saco 500 euros al mes»

Trabajar para varias empresas a la vez es la fórmula que emplean algunos repartidores para poder llegar a fin de mes


Ricardo (nombre ficticio para preservar su intimidad) tiene 59 años y hace dos que trabaja como repartidor a domicilio para Glovo en Alicante. El beneficio neto que obtiene cada mes ronda los 500 euros tras pagar los 280 euros como autónomo ligado a un servicio de mensajería, recadería y reparto, y descontar el combustible que necesita su moto, el mantenimiento del vehículo y la línea de telefonía móvil con la que se coordina con la empresa para realizar los pedidos. «Poco dinero, sí, pero por lo menos puedo seguir cotizando porque, tal y como están las cosas, y con 50 años, ¿qué empresa me contrataría para trabajar?», expresa a este diario. 


Su jornada laboral ronda las 38 horas semanales repartidas de lunes a domingo. Unos días trabaja una hora, los fines de semana seis o siete. «Yo digo que soy autónomo porque me lo pago, pero me gustaría ser asalariado. Como autónomo no tengo derecho a ninguna prestación, no he tenido ni un día de vacaciones en seis meses. Además no hay control sobre cuántos repartidores hay en cada zona, por lo que cuando hay muchos el trabajo se reparte y los ingresos bajan», apostilla. Los que empiezan nuevos, dice, lo tienen mucho peor. «Tienen muy pocas horas y no sacan más de 200 euros al mes, por lo que lo suelen dejar». 


Juanma Rodríguez, de 43 años,  lleva dos años y medio en el sector y sí se muestra convencido de que le sale más a cuenta seguir como autónomo. Trabaja para Glovo, para Uber y también para Amazon. Los repartos los hace en coche y en bici. Sumando las entregas de las tres plataformas, saca netos unos 1.300 euros al mes. «¿Qué otra empresa en estos tiempos me pagaría eso?», se pregunta. Este «rider» asegura que sería asalariado si ofrecieran buenas condiciones en otros trabajos, pero prefiere por ahora organizar cuándo quiere tener su tiempo libre.