Encerrados en casa, sin poder quedar con los amigos, salir de compras o ir al cine. Las opciones que tenían la mayoría de ciudadanos para gastarse el dinero durante el confinamiento eran muy pocas, lo que permitió que muchos hogares pudieran ahorrar más de lo habitual durante esas semanas, a pesar del recorte de ingresos que también sufrieron la mayoría de ellos. Un ahorro forzoso al que se sumó la actitud precavida de familias y empresas que, ante la incertidumbre de la duración de la crisis, optaron por engordar sus huchas para hacer frente a un más que probable empeoramiento de la situación.

El resultado de todo ello es que solo durante los meses en que se produjeron las principales restricciones, entre abril y junio, los alicantinos lograron ahorrar hasta 1.908 millones de euros, lo que llevó el volumen de dinero depositado en las sucursales bancarias de la provincia a un nuevo récord. Según los últimos datos oficiales del Banco de España, a finales de junio el importe de estos depósitos alcanzó los 41.706 millones de euros, una cifra nunca vista anteriormente.

Incluso si se tiene en cuenta el trasvase de fondos que se produjo desde Cataluña en el punto álgido del «procés», cuando el Sabadell creó cuentas «espejo» domiciliadas en su sede social de la avenida de Óscar Esplá para tranquilizar a sus clientes -que supuso el traslado de alrededor de 4.000 millones-, la cifra supera con mucho la que se alcanzó en pleno «boom» del ladrillo, hace ya más de una década. Entonces el máximo que familias y empresas de la provincia llegaron a guardar en el banco «solo» llegó a los 36.543 millones.

«El aumento de los depósitos se produce en paralelo a un aumento de la tasa de ahorro como consecuencia del desplome del consumo, tanto por la incertidumbre que existe sobre el futuro económico como por las restricciones a realizar físicamente determinados tipos de consumo», señala el director adjunto del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), Joaquín Maudos, que apunta que, en el caso de las empresas, también ha pesado la voluntad de «atesorar liquidez para el caso de que los efectos de la crisis se alarguen en el tiempo».

Gasto fuera de casa

Por lo que respecta a los particulares, la catedrática de Economía Aplicada de la Universidad de Alicante Paloma Taltavull recuerda el elevado porcentaje del gasto de los hogares que se va habitualmente en actividades que implican salir al exterior. En concreto, según la última Encuesta de Presupuestos Familiares del Instituto Nacional de Estadística, sólo el transporte, la hostelería, el ocio y la cultura se llevan el 28% de todo el dinero que a lo largo del año gastan los ciudadanos. Este mismo organismo señalaba hace solo unos días que, durante el segundo trimestre del año, es decir, durante el confinamiento y el proceso de desescalada, la tasa de ahorro de los hogares superó el 30% de su renta disponible, lo que tampoco tiene parangón en la serie histórica.

Una vez recuperada una relativa normalidad en lo que respecta a la posibilidad de salir al exterior, es el temor a perder el empleo lo que atenaza a los ciudadanos. «Hay algunas medidas que se han implementado en otros países para incentivar el consumo, como bonos para gastar en turismo local. Pero poco más se puede hacer en un contexto de tanta incertidumbre económica. Es normal que las familias ajusten el consumo con más ahorro precautivo, y más en un contexto de destrucción de empleo», apunta Maudos.

¿Empresas zombis?

Los datos del Banco de España también revelan que durante el segundo trimestre de este año volvió a repuntar el volumen de deuda de los alicantinos, tras varios años de caída. En concreto, al finalizar junio, el saldo vivo de los créditos concedidos en la provincia alcanzó los 41.004 millones de euros, 1.757 millones más que en marzo. Una aumento que, en su mayoría, se corresponde con los avales del ICO que el Gobierno lanzó para facilitar liquidez a las empresas y evitar que colapsaran. Al respecto, el director adjunto del Ivie reconoce que este aumento de la deuda coloca a las compañías en una situación «de mayor vulnerabilidad», aunque considera que «no hay más remedio» que asumir ese endeudamiento en la situación actual. «El problema de fondo es si ese endeudamiento será productivo o, en cambio, mantiene empresas zombi», es decir, negocios que realmente no son viables, apunta el experto. En los próximos meses se comprobará.