P Injusa es una de las empresas jugueteras más veteranas y, merced a su dilatada trayectoria, está considerada como todo un referente en el sector. ¿Ha cambiado mucho desde sus inicios?

R Fue mi abuelo, Antonio Berbegal, el que fundó de la nada la empresa, porque en mi familia no había tradición industrial. Desde entonces es evidente que la compañía ha evolucionado muchísimo, aunque manteniendo una continuidad en lo que respecta a la línea de productos. Empezamos comprando bidones metálicos que se cortaban para fabricar los tubos con los que después se elaboraban bicicletas y triciclos, y hoy en día contamos con las tecnologías más avanzadas para seguir produciendo este tipo de artículos, además de los vehículos eléctricos que se introdujeron en el catálogo a finales de los años 70. Esta decisión, de hecho, fue decisiva para que la empresa cogiese más vuelo y penetrase con mayor éxito en los mercados, gracias a la calidad de los productos y también a la apuesta por las licencias, segmento en el que somos líderes merced a los acuerdos alcanzados con marcas del prestigio de Porsche, Mercedes, Honda, Kawasaki y BMW, sin olvidar las de superhéroes tan conocidos como Spiderman o Capitán América o las de series infantiles como La Patrulla Canina. El resultado es que contamos con una empresa que cuenta con una facturación anual de 20 millones de euros y que dispone de una plantilla formada por 130 trabajadores.

P La empresa nació en Ibi y continúa ubicada en este municipio, donde tiene centralizada en estos momentos toda su producción tras dejar de fabricar en China. ¿Qué fue lo que les impulsó a abandonar el país asiático?

R Optamos por la deslocalización en 2003, en lo que supuso una decisión estratégica siguiendo los ritmos que marcaba en aquel entonces el mercado. Nos fuimos, además, en el momento en que nos dimos cuenta de que nuestros productos se estaban replicando allí. De cualquier forma, lo máximo que llegamos a tener en China fue el 35% de la producción. Después las cosas fueron cambiando debido al incremento de los precios, y optamos, tras realizar una serie de cálculos, por regresar en 2017 a Ibi. En aquel momento el producto en China continuaba siendo un 30% ó un 35% más barato, pero consideramos que nuestros clientes estarían dispuestos a pagar un poco más a cambio de mayor calidad, más flexibilidad y también agilidad a la hora de servir los pedidos.

P China no fue el único país en el que estuvo la empresa, dado que también llegaron a producir en México...

R Efectivamente, estuvimos produciendo en el país centroamericano, pero eso nos obligaba a asumir sus peculiares condiciones de mercado, entre las cuáles figuraba la devolución del género que los comercios no han logrado vender. Nosotros no quisimos entrar en ese juego y optamos por dejar de fabricar. Lo que sí mantenemos allí en estos momentos es un centro logístico, teniendo en cuenta que se trata de un mercado importante para nosotros por la lengua y por los lazos históricos que nos unen con México, y también porque la Unión Europea tiene un tratado de libre comercio con ellos. Además, nos sirve como plataforma para vender en otros países de Sudamérica y Centroamérica, e incluso en Estados Unidos, donde también estamos presentes. Otro factor que nos ha influido para estar allí es la necesidad de abastecer a las tiendas pequeñas que no pueden permitirse fletar contenedores desde España.

JUANI RUZ

P ¿Cómo está afrontando la empresa y el sector en general la crisis generada por la pandemia de coronavirus?

R En nuestro caso, y también en el de numerosas empresas del sector, no hemos aplicado ERTE debido a que somos una industria superestacional, que vende prácticamente el 70% de su producción en la campaña navideña. El estado de alarma y el confinamiento coincidió justo en los meses en que menos actividad teníamos, por lo que optamos por redistribuir las vacaciones para tener más personal y actividad a finales de año, que es cuando nos iba a hacer realmente falta. Se podría decir, por tanto, que este ha sido el único año en la historia del sector en que la estacionalidad ha resultado ser una bendición.

P ¿Y a partir de ahí?

R Hemos ido arrastrando una caída en la facturación, aunque a 30 de septiembre era tan sólo del 5%. El problema es la incertidumbre que se está generando en estos momentos, porque en apenas 15 días ha habido un vuelco espectacular con esta segunda oleada del coronavirus, y no sabemos en qué condiciones vamos a afrontar la campaña que justo se inicia ahora. Los planteamientos giran en estos momentos alrededor de los toques de queda, algo que al menos es menos malo que un confinamiento. A las ventas no creo que les afecte que nos quedemos en casa a partir de las doce de la noche.

P ¿Cuáles son sus sensaciones?

R Dependemos en gran parte de las decisiones que vayan tomando los políticos, porque, para la industria y la economía en general, la estabilidad lo es todo. En cualquier caso, yo prefiero decantarme por el optimismo, puesto que el juguete es un sector que sufre menos las crisis porque es difícil que los niños se queden sin regalos, y menos de cara a la campaña de Reyes Magos. Para nosotros una crisis fuerte fue cuando los países asiáticos irrumpieron en el mercado como un elefante en una cacharrería, pero las demás las sobrellevamos mejor, insisto, porque los padres puede llegar a gastar menos en juguetes, pero en ningún caso los eliminan.

P ¿Hay artículos que pueden sufrir más que otros en esta situación?

R Me da la sensación de que los que se van a ver más afectados son los que tienen unos precios intermedios. Las personas que hasta ahora podían gastarse 500 euros, lo normal es que puedan seguir gastándolos, mientras que la gente que ha visto sus ingresos reducidos optará por adquirir juguetes más baratos. Nuestra empresa, en este sentido, está bien situada, porque contamos con artículos que oscilan entre los 19 y los 40 euros, y otros que se sitúan entre los 200 y los 600. Entre medio no tenemos nada.

P Pero la incertidumbre sigue ahí...

R Sí. Eso es lo que nos hace estar alerta, porque el problema es que no sabemos si podremos continuar enviando mercancías a Francia, por poner un ejemplo, o si nos van a volver a confinar. Como he dicho antes, cerca de un 70% de nuestras ventas se realizan en los últimos tres o cuatro meses del año. Si nos confinaran tan sólo dos semanas dentro de este período, supondría perder cerca de cuatro millones de euros.

P Hablando de confinamientos. ¿Entendió que no se permitiera la venta de juguetes en los comercios en pleno confinamiento, al no quedar incluidos entre los productos esenciales?

R Así, de entrada, parecía una situación un poco surrealista, teniendo en cuenta que los niños estaban encerrados en sus casas y que los juguetes los podrían haber entretenido. Las ventas sí que eran posibles vía online, pero en una gran superficie se podía ir a comprar pescado y, sin embargo, no te podías llevar un CD o un juguete. Pero también es cierto que si se hubiese permitido, podría haberse considerado como una especie de competencia desleal con las tiendas jugueteras, que permanecían cerradas durante aquellas semanas. Era complicado de resolver.

JUANI RUZ

P ¿Las ventas a través de internet son una vía a explorar?

R Nosotros ya hace algunos años que venimos trabajando en este apartado, a la vista de que cada vez son más los consumidores que compran de esta forma. Lo que hemos detectado es que todo lo sucedido con el coronavirus ha acelerado esta tendencia, que evidentemente no ha llegado solo para quedarse, sino para seguir creciendo de forma indefinida.

P ¿Considera que el Gobierno ha estado actuando bien en esta crisis?

R Estamos hablando de una pandemia, y nadie sabía cómo tenía que afrontarse. Quiero pensar que se ha hecho lo mejor que se ha podido, sobre la base de que sólo podía meter la pata el que tomaba decisiones. Desde el punto de vista empresarial, se han tomado medidas acertadas, aunque la barra libre para todos es peligrosa. Los ERTE han resultado beneficiosos para muchas empresas, pero quizá no todas las que se han acogido a esta fórmula lo necesitaban realmente. En mi opinión, los ERTE deberían presentarse sólo cuando fuese realmente necesario, y ahí es donde entra en juego la responsabilidad empresarial.

P Volviendo al tema de la fuerte estacionalidad que afecta al sector, ¿no hay forma de rebajarla?

R Desde la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes venimos trabajando sobre este tema desde hace muchos años, realizando gestiones con los estamentos gubernamentales para ver la forma en que los juguetes no se vendan sólo en la campaña de Navidad, sino a lo largo de todo el año. Se trata de una cuestión que afecta de manera especial a nuestro país, porque hay otros en que las ventas están mucho más repartidas. En Latinoamérica, por ejemplo, el Día del Niño es importante y el consumo de juguetes se incrementa en esa jornada de manera exponencial. Aquí también se ha intentado, pero hasta el momento sin demasiado éxito.

P Más allá del punto de vista meramente económico, está también el educativo...

R El juego y el juguete, y los expertos así lo corroboran, son unos elementos esenciales para la educación y el desarrollo de los niños. Nos estamos encontrando con que las nuevas tecnologías están propiciando que los juguetes se abandonen a edades cada vez más tempranas, cuando éstos transmiten valores educativos, ayudan a desarrollar la imaginación y enseñan a compartir. Desde luego, se trata de una asignatura pendiente en la que seguimos insistiendo.

P ¿La solución para la estacionalidad puede estar en la diversificación?

R Nuestra empresa ya hace tiempo que viene trabajando en esa línea. Años atrás apostamos por fabricar escaleras y carretillas de obra, en una iniciativa que ya pasó a mejor vida. También nos introducimos en el mercado de los artículos de jardín, como casitas, toboganes y columpios, que mantenemos en la actualidad, y de cara al próximo año vamos a lanzar una nueva línea de productos dirigidos a las mascotas, como transportines y también casitas y toboganes. De lo que se trata es de aprovechar la experiencia y la maquinaria que utilizamos en la fabricación de juguetes para elaborar otros productos que podamos vender a lo largo de todo el año.

P Otro de los problemas de los que viene quejándose el sector es de la competencia desleal y las falsificaciones...

R Por poner un ejemplo, yo he acudido a la feria de Hong Kong y me he encontrado con un expositor que no sólo vendía un producto falsificado, sino que encima lo publicitaba con fotos mías y de mi familia, porque nos habían copiado hasta los catálogos. Es evidente que se trata de un gravísimo problema, y lo más dramático son los estrictos controles que pasamos los fabricantes locales en materia de seguridad, y los pocos que pasan los productos que llegan desde terceros países. Las normas son muy estrictas y las empresas tenemos que asumir unos costes muy elevados para poder cumplirlas. Eso sería una ventaja competitiva para nosotros si se llevara a rajatabla con todos, pero nos encontramos con que en las aduanas no hay medios para realizar los controles oportunos. Nos sentimos totalmente indefensos, porque no estamos luchando con las mismas armas

P La investigación y la innovación cada vez están más presentes en el sector juguetero, así como el lanzamiento continuo de novedades. ¿Cómo lo abordan en su empresa?

R Teniendo en cuenta el tipo de producto que elaboramos, en nuestro caso podemos presentar al año hasta tres novedades después de una fuerte inversión de entre un millón y un millón y medio de euros. Requiere de un gran esfuerzo en materia de diseño, desarrollo de moldes y garantizar la seguridad del artículo en cuestión, entre otros factores. Eso pone más en evidencia la necesidad de que se controlen mejor las falsificaciones, por todo lo que hay detrás de cualquier juguete que se pueda poner en el mercado. Hay que hacer lo posible por proteger a las empresas que cumplen con todas las normas y que, con ello, velan también por la seguridad de los niños.

De cerca. Del tranvía a los triciclos

Luis Berbegal, a sus 53 años, cumple 17 como consejero delegado de Injusa. Recogió el listón que dejó su padre, Antonio Luis Berbegal, dando continuidad de esta forma a una saga familiar iniciada por el abuelo, quien fundó la empresa en 1947. «Mi abuelo -recuerda el actual consejero- se marchó a vivir a Barcelona, donde trabajó como conductor de tranvía, mientras mi abuela regentaba una tienda de ultramarinos. Regresaron a Ibi cuando estalló la guerra, y fue entonces cuando decidió montar la compañía de bicicletas y triciclos que hoy es la actual Injusa».  

Pese a todo, destaca que no es una empresa estrictamente familiar. Según sus palabras, «el 50% del capital de la empresa pertenece a mi familia, pero el resto está en manos de otros socios locales. Lo que sí es cierto es que la gestión ha corrido siempre a nuestro cargo, y que la cuarta generación ya está presente, dado que mi sobrino es director de investigación y desarrollo. De cualquier forma, también debo decir que no ocupamos todos los cargos estratégicos de la compañía».

Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, Luis Berbegal estuvo trabajando en un par de empresas del mismo grupo antes de entrar en Injusa. «La conversación creo que fue algo así como que todo lo que tuviese que romper, lo rompiese allí», recuerda en plan anecdótico.

Sus dos grandes pasiones, aparte de la empresarial, son las motos, «sólo hay que ver lo que fabricamos», y también la música, hasta el punto de tener lo que casi se puede considerar una colección de guitarras eléctricas. Tiene una hija que estudia Medicina y un hijo que hace lo propio en Telecomunicaciones. «No sé si mis hijos continuarán la saga, aunque, en cualquier caso, hay gente preparada para garantizar el futuro de la empresa», concluye.

Juani Ruz

«La marcha de empresas debilita a la cuna del juguete»

P ¿De qué forma repercutió la marcha de Famosa de la Foia de Castalla?

R Para Injusa era un competidor directo en productos como los vehículos eléctricos y los artículos de jardín a través de la marca Feber, pero en un mundo sin fronteras y de comercio libre eso es lo de menos. Lo negativo es que la marcha de esta empresa, así como el cierre de otras en el pasado, nos debilita a la cuna del juguete. Lo importante para los clientes es que, cuando miren a una zona, la tengan como referente. Un ejemplo de ello es La Rioja, que todo el mundo identifica enseguida como zona de vinos. Aquí antiguamente no era raro que viniesen compradores y se pasasen dos semanas visitando empresas, algo que se ha ido diluyendo a medida que hemos ido perdiendo referencias. Famosa era capaz de arrastrar mucho, pero los que quedamos tenemos que seguir tirando para adelante, además, teniendo muy en cuenta el concepto de que la unión hace la fuerza.

P También la Comunidad Valenciana, en su conjunto, perdía hace unos años el liderazgo en materia de exportaciones jugueteras en favor de Cataluña. ¿A qué atribuye este hecho?

R No es un dato a tener muy en cuenta, porque depende de dónde decidan fijar las empresas su sede central, en el sentido de que pueden estar fabricando en la provincia de Alicante y constar que exportan desde Madrid o Barcelona. Lo importante es que sigamos trabajando aquí y que no se pierdan más firmas.

P Pese a estas pérdidas, ¿la Foia de Castalla sigue siendo un buen lugar para establecerse y montar empresas?

R Se trata de una comarca privilegiada en todos los sentidos, puesto que aquí se puede hacer y se hace de todo. El tejido industrial es imponente, hasta el punto de que puedes montar lo que quieras. Hay empresas de todo tipo, de moldes, de matricería, del metal, de procesos industriales y, lo que es más importante, contamos con el factor del conocimiento. Los profesionales y trabajadores de esta zona conocen a la perfección su oficio, y ese es un factor muy importante a tener en cuenta por las empresas a la hora de poder fijar sus centros de producción aquí. 

P ¿Este hecho también pesó en Injusa a la hora de recuperar la producción que tenía en China?

R Sin lugar a dudas, aunque vuelvo a insistir en que nunca llegamos a tener más de un 35% de nuestra producción en el país asiático. Para algunas empresas, que como infraestructura apenas tienen unas oficinas y unos ordenadores, es más sencillo deslocalizar, pero no ocurre lo mismo en industrias como la nuestra, con 50.000 metros cuadrados dedicados a maquinaria y, consecuentemente, con una estructura mucho más importante. De cualquier forma, nadie puede dudar de nuestro compromiso con la Foia de Castalla y, más en concreto, con Ibi, donde ahora mismo estamos fabricando todos nuestros artículos. Desde que nacimos en 1947, siempre hemos estado aquí y nuestra intención es mantenernos de cara al futuro, elaborando productos de calidad y en constante evolución.