Perfecto Palacio.

Perfecto Palacio.

Nuestra manera de trabajar, de estudiar y de vivir está cambiando de forma acelerada. Más rápido de lo que somos capaces de darnos cuenta. Sin embargo, no es fácil evaluar de forma concreta el impacto de estos cambios, a veces sobrevalorados y en muchas ocasiones confundidos con la influencia de otros hechos históricos que experimentamos, como la actual pandemia. 

Pese a esta evidencia, todavía no somos conscientes de esta situación, o al menos eso parece. Son muchos los expertos que avisan: ya llegamos tarde. Es necesario mejorar las competencias digitales de directivos y trabajadores, partiendo de una concepción abierta al cambio. Debemos ser conscientes tanto de la potencialidad que nos ofrece la tecnología como de sus riesgos. La innovación no es la solución para muchas empresas en los terribles meses que vivimos, pero sí salvará empresas a medio y largo plazo.

Según el Consejo Económico y Social de España, las competencias digitales de nuestras plantillas son modestas: en más de un 50 % predominan los niveles bajos y sólo el 19% de empresas dispone de especialistas digitales, porcentaje que se reduce en las empresas pequeñas al 13,5 %.

Acoger este cambio o no hacerlo no es una decisión que haya que tomar, la evolución económica y social ya lo ha decidido por nosotros. Pero sí tenemos que pensar como alicantinos (planificar, definir, impulsar) si queremos quedarnos atrás o no. Si queremos atraer talento u obligar a nuestros hijos a buscar trabajo fuera. Hoy la demanda en otros países en las áreas STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas) es ya muy superior a la oferta local, lo que produce que no se cubran los puestos en nuestro territorio.

No hablemos de digitalización. Hablemos de hacer a las empresas más competitivas para que generen más empleo, retribuyan mejor a sus empleados y vivan mucho más tiempo generando economía. Centrémonos en impulsar el cambio y protegernos a los más vulnerables frente a la desigualdad digital.

Les anticipo la clave de este asunto; formación, educación y comunicación. Afrontar la transformación de puestos de trabajo, condiciones y legislación implica que todos, empresarios, trabajadores y consumidores, seamos conscientes del cambio y estemos preparados. El sistema educativo a todos los niveles debe centrarse en la adquisición de competencias y aptitudes, pero sin olvidar la trascendencia del conocimiento y la perspectiva histórica y de valores de nuestras profesiones. La concienciación de empresariado y trabajadores debe ser real y pragmática. La formación continua a lo largo de la vida es ya una exigencia para eltos últimos.

Hay que celebrar por tanto que las Universidades de Alicante y Miguel Hernández y la Diputación de Alicante se hayan unido para crear Cenid, y que tengan tan claro su objetivo. En el actual contexto de interdependencia, la cooperación es ahora más importante que nunca.

Es cierto que la digitalización sin control puede suponer un impacto severo en el mercado laboral, pero también es cierto que supone un revulsivo para muchos problemas sociales. No se trata de una destrucción de empleo, pero sí de una modificación profunda de éste. Desaparecen profesiones, pero aparecen otras nuevas.

Transformar el riesgo en oportunidad supone sobre todo compromiso y valores. Va a requerir un pacto social estable y a largo plazo. Afrontemos esta etapa analizando con inteligencia y siempre persiguiendo el interés general. El diálogo social, con altura de miras, será un eje fundamental para que ese tránsito redunde en beneficiaros del cambio sin dejar a nadie atrás.

No quiero dejar de incidir en que en este juego estamos todos, y es necesario que las administraciones públicas en su conjunto estén a la altura del reto y, al menos, acojan el mismo esfuerzo en su agilización y en la formación de su personal que están obligadas a asumir las empresas. Su papel es crítico a la vez en cuanto que las políticas públicas pueden ayudar a reducir los colectivos afectados negativamente, a la vez que aceleran el proceso de adaptación del tejido empresarial.

Desde CEV Alicante nuestra obligación es impulsar la innovación en el tejido empresarial de nuestra provincia, y creemos que el asociacionismo va a jugar un papel crítico por su capacidad para definir estrategias globales. Trabajamos por tanto en concentrar el apoyo político y las inversiones en prioridades clave, en construir sobre los puntos fuertes de la provincia de Alicante, y en señalar como elemento imprescindible la colaboración público-privada. Además, en cuanto a regulación laboral, es importante destacar nuestra apuesta por la negociación colectiva, en pro de buscar espacios comunes que conjuguen certeza jurídica y la flexibilidad necesaria.

Este reto es una oportunidad para Alicante. Tenemos condiciones óptimas para ello, apoyadas por iniciativas públicas ya materializadas. Impulsemos juntos, todos los agentes sociales, un ecosistema que atraiga empresas y talento. Seamos capaces de unir los perfiles digitales que necesitan las empresas con la oferta formativa de centros de FP, universidades y formación no reglada. La transformación tecnológica puede suponer cerrar empresas o crearlas. Ojalá seamos capaces de formular en este proceso de cambio una identidad común que actúe como argamasa del tejido empresarial de la provincia. De nuestra habilidad y nuestra capacidad de cooperación dependerá ser víctimas o líderes del cambio.