Luis Miguel Gilpérez (Madrid, 1959), consejero de varias sociedades y expresidente de Telefónica España, plantea en el ensayo «España 5.0. Hacia un nuevo modelo de reindustrialización» una suerte de plan regeneracionista para España cuya finalidad es lograr una economía más eficaz, que sea capaz de aprovechar mejor los resortes, recursos y capacidades nacionales para poder afrontar con mayor fortaleza futuras crisis económicas. Estas, según el autor, serán a partir de ahora más frecuentes .

P ¿Cuál será el impacto económico final de la pandemia?

R Somos una sociedad que se relaciona y utiliza mucho la calle y es como si nos hubiesen dejado sin vida. A la gente se la nota cansada. Es agotador. Todavía no estamos viendo el verdadero impacto. Los ERTE (expedientes de regulación temporal de empleo) nos están autoengañando un poco porque muchos empleos no serán recuperables. El verdadero impacto en la economía se producirá el año próximo. Como ocurrió en la anterior recesión, la crisis tarda en llegar al cerebro y a la mentalidad de los ciudadanos.

P Algunos países se defienden mejor mientras que España ha tenido uno de los desplomes más agudos pese al rebote mayor del último trimestre...

R Se comprueba que los países con mayor peso industrial y con mayor componente tecnológico superan mejor las crisis, ya sea su causa un coronavirus u otra. Por eso planteo la necesidad de hacer una España más industrial. Nuestras ratios no son buenas. Mientras en España el 6 % de las sociedades son industriales, en Europa es el doble. Y el 49 % del gasto en innovación y desarrollo viene de la industria. En España la industria aporta el 16 % del PIB cuando en Alemania es el 24 %. De las grandes economías, somos la que arrojará una mayor caída del PIB (-13 %), hemos destruido un millón de empleos y empezamos a tener menores en riesgo de pobreza y de exclusión, lo que compromete a las generaciones del futuro. Hemos perdido 19.000 millones con el efecto de la pandemia sobre el turismo, uno de los bastiones de nuestra economía. Y tenemos una deuda pública de 1,3 billones de euros.

P ¿Es reversible?

R Hay que intentar hacer de la necesidad virtud y que esta crisis sea una oportunidad para salir fortalecidos y no más damnificados.

P ¿Sabremos rentabilizar los ingentes recursos que llegarán de la UE con su Plan de Recuperación?

R Es un auténtico maná que debemos aprovechar para crear empleo que sea sostenible y no hacer las cosas como se hicieron otras veces. Vendrán otras crisis y van a ser más frecuentes por lo mismo que los movimientos y los cambios son cada vez más rápidos y exponenciales tanto para lo bueno como para lo malo.

P Su propuesta «España 5.0» ¿contribuiría a afrontar esas futuras crisis con mayor capacidad de absorber sus impactos?

R Es un plan integral para los próximos cinco o diez años. Parto de la premisa de que ya tenemos las mejores infraestructuras físicas y digitales de Europa. Somos una potencia en el despliegue de autovías, AVE, tecnología 5G, logística..., y contamos con mucho talento y competencia. Necesitamos no concentrar tanto desarrollo en muy pocos polos para hacer una España más continua, aprovechar mucho más las fuentes energéticas de las que disponemos como el sol y promover un modelo energético renovable, ser aún más internacionales impulsando la internacionalización de las pymes, promover un modelo de turismo diferente, potenciar la industria y hacer posible una España digital de extremo a extremo.

P ¿En qué consistirían los centros de competencia que plantea?

R Se trata de crear una decena de estructuras basadas en sectores en los que España ya tiene algo que decir y que representan en torno al 60 % del PIB y del 55 % del empleo. Por ejemplo, somos unos de los países con mayor talento digital. Hay que crear centros de competencia basados en tecnología, sean la nube, la cadena de bloques, la biotecnología... En cualquier cosa. Se trata de hacer un uso intensivo de la tecnología. No se trata de reinventarse sino de potenciar lo que tenemos siendo más tecnológicos para ser más fuertes y más irreductibles. También debemos hacerlo en las renovables o en el coche eléctrico porque es evidente que ya está ahí y tenemos que posicionarnos.

P Pero España, que es uno de los grandes fabricantes de automóviles, carece de tecnología propia y estará supeditada a decisiones inversoras de multinacionales extranjeras. ¿Puede liderar España el proceso?

R No se plantea que desarrollemos un coche eléctrico nosotros ni sustituir a Renault o Volkswagen, pero somos uno de los grandes productores mundiales de automóviles, lo que nos da una ventaja para ser un gran centro en el ecosistema de cuanto rodea al coche eléctrico, como redes de recarga muy capilares, baterías, mantenimiento, etcétera. Igual nos ocurre en energías renovables. En parque solares fotovoltaicos el 60 % de los recursos los podemos desarrollar en España, pero en energías eólica llegamos ya al 90 %. Por lo tanto, tenemos mucho recorrido en solar hasta llegar al 90 % como ya hemos hecho en eólica. España importa hoy el 75 % de la energía que consume, y esto nos cuenta 45.000 millones de euros anuales.

P La transición energética hacia un modelo descarbonizado encuentra resistencias en territorios con pasado minero y termoeléctrico. ¿Sus demandas deben ser consideradas?

R Esto nos va a pasar con todo. También con los servicios. No podemos seguir siendo un país con una dependencia tan alta de los servicios y el turismo. Hemos basado la economía española en servicios tradicionales, mientras que países como Alemania, con más industria y un modelo más continuo en el país, se defienden y superan mejor las crisis, lo mismo que países más pequeños y sin recursos que, como Israel, disponen de mucha tecnología. Nosotros no podemos quedarnos anclados. Y en el caso de la descarbonización este planeta ya no puede seguir digiriendo tanta emisión de CO2 porque terminaría por cambiar el ecosistema y haría inhabitable el planeta. Hay que buscar soluciones. Yo creo que el problema aún es reversible, y las empresas tenemos la obligación de migrar y evolucionar. Esto puede generar problemas en algunas regiones pero hay que priorizar el bien común.

P Además, usted plantea una suerte de descentralización del desarrollo. ¿En qué sentido?

R Planteo una España continua. No podemos repetir Madrid en toda España sino disminuir Madrid. Que Madrid no sean un polo con tanta concentración. Se trata de promover un centenar de polos de riqueza en una España continua, de modo que no todo se concentre, como ahora, solo en unas pocas grandes ciudades. Se trata de promover polos de desarrollo en urbes de 50.000 a 100.000 habitantes, dotándolas a su vez de los servicios y equipamientos necesarios, que permitan lograr economías de escala y soluciones robustas, que faciliten el asentamiento de iniciativas industriales para crear riqueza y que puedan intentar la atracción y captura de multinacionales.