Desde el momento en que Caixabank y Bankia anunciaron su fusión, todas las miradas apuntaban a BBVA y Sabadell como los protagonistas de la próxima operación, pero no fue hasta ayer cuando lo rumores se confirmaron. Tras varios meses jugando al ratón y al gato, las entidades presididas por Carlos Torres y Josep Oliu comunicaron oficialmente a la Comisión Nacional del Mercado de Valores que mantienen negociaciones para estudiar una posible fusión entre ambas -en realidad, la compra de la segunda por parte de la primera- , y que ya han iniciado el «proceso de revisión recíproco (due diligence)» habitual en estos casos. Eso sí, dejando claro que las conversaciones no presuponen que la operación vaya a cerrarse.

De llegar a buen puerto, la integración supondría la creación de un nuevo gigante bancario, con unos 960.000 millones de activos -de los que 590.000 millones estarían en España- lo que la situaría por delante de la fusión de Caixabank-Bankia, que rondará los 650.000 millones, aunque todavía por detrás de Santander, que suma 1,5 billones en todo el mundo. El banco resultante sumaría una plantilla de 46.000 trabajadores en España y más de 4.200 oficinas.

En el caso de la provincia, BBVA y Sabadell suman cerca de 280 sucursales -aproximadamente un tercio de la red total- y alrededor de 2.600 empleados, aunque la cifra se reducirá en unas 350 personas tras el ajuste de personal que negocia en estos momentos la entidad presidida por Josep Oliu. En este sentido, lo previsible es que la cifra se reduzca aún más tras la integración, sobre todo teniendo en cuenta que 750 de los trabajadores del Sabadell en la provincia desempeñan su labor en servicios corporativos, que lo lógico es que se centralicen. Además, otra consecuencia esperada es que la ciudad de Alicante perderá la condición de plaza financiera que recuperó en octubre de 2017 -cuando el banco presidido por Josep Oliu trasladó su sede a las antiguas instalaciones de la CAM, para huir del conflicto independentista en Cataluña-, ya que lo previsible es que el domicilio social de la nueva entidad se mantenga en Bilbao, donde ahora lo tiene BBVA, o se establezca en Madrid.

La confirmación de las negociaciones se produjo después de que la entidad vasca anunciara por la mañana la venta de su filial en Estados Unidos por 9.700 millones de euros, lo que le proporcionaba los recursos necesarios para afrontar la compra del Sabadell, hasta la fecha el principal escollo que veían los analistas para que la fusión pudiera producirse. En concreto, las estimaciones del equipo de Carlos Torres señalan que, tras desprenderse de su negocio en Norteamérica, dispondrá de un exceso de capital de 300 puntos básicos, lo que significa unos 8.500 millones de euros disponible para gastar.

Los inversores reaccionaron rápidamente y dieron por hecha la operación, lo que disparó las cotizaciones de ambas entidades. El Sabadell se revalorizó un 24,59%, mientras que BBVA se anotó un 15,25%.

Sinergias de 900 millones

Durante una presentación con analistas, los responsables de BBVA ya habían dejado claro que utilizarían los recursos de la venta de su filial en operaciones que elevaran el valor de la acción y todo apunta a que la integración del Sabadell es una oportunidad más que notable de mejorar los beneficios. Así, diversos informes difundidos en las últimas semanas ya apuntaban que esta integración superaría en ahorros a una posible unión de Bankia y Sabadell, con la que se especulaba hace unos meses, y ayer otro reporte del Santander señalaba que, una vez finalizada la reestructuración, BBVA elevará en unos 1.200 millones su beneficio anual, de los que 900 millones procederán de las sinergias que se consigan al fusionar los negocios.

De momento, y mientras se llega o no a un acuerdo, los responsables del Sabadell tienen hoy una nueva reunión con los sindicatos para negociar el ajuste de 1.800 personas que quieren ejecutar en su plantilla.