Una catástrofe, una ruina, un pozo sin fondo. De esta guisa definió ayer el inspector del Banco de España José María Ruiz el resultado de los proyectos que la CAM llevó a cabo a través de TIP, la participada creada por la caja para inversiones inmobiliarias entre las que se encuentran los negocios con la promotora Hansa Urbana. Unas operaciones que desde la semana pasada se están juzgando en la Audiencia Nacional en un proceso que sienta en el banquillo a tres exresponsables de la entidad de ahorros: a la exdirectora general María Dolores Amorós y los exdirectores Daniel Gil y Vicente Sánchez , y al fundador de la promotora, Rafael Galea. A los cuatro se les acusa de administración desleal o, alternativamente, de apropiación indebida, delitos por los que se solicitan penas de prisión.

Ruiz, un inspector que ya ha testificado en otros de los procesos por la gestión de la CAM dado que desde 2008 y hasta su intervención por el Banco de España estuvo auditando la entidad, aseveró rotundo que la CAM perdió entre el 80 y el 90% de lo invertido en los 65 proyectos que puso en marcha a través de TIP, y que entre 2008 y 2010 se comunicó a la caja hasta en cuatro ocasiones «lo catastrófico de las operaciones».

En el caso concreto de Hansa, el funcionario relató que en 2010 «la CAM tenía muchas dificultades y quería demostrar que no estaba tan mal como parecía de cara al proceso de fusión con otras cajas», que luego se frustró. Por eso, para aumentar su valor patrimonial, «vendió la nuda propiedad de la promotora, con la que estaba asociada, por tres millones que nunca se pagaron», según el testigo. Ruiz agregó que los suelos situados en el estado mexicano de Baja California, sobre los que Hansa iba a levantar su proyecto hotelero de 33.000 habitaciones, «se compraron con financiación de la CAM, que puso todo el dinero (175 millones de dólares)» y que desde 2012 se sabía que no se disponía de la licencia ambiental preceptiva para edificar. «Y sin ese permiso, el suelo tenía la consideración de rústico, no se podía mover una piedra», concretó.

Una salvedad que condicionaba el futuro del proyecto «y que conocían quienes estaban en los consejos de administración de ambas sociedades», precisó en alusión a los acusados que, según sostienen tanto la Fiscalía Anticorrupción como el Fondo de Garantía de Depósitos, que ejerce la acusación particular, no alertaron a estos órganos de semejante contratiempo. Por ello, la adquisición de ese suelo «fue una operación beneficiosa para Hansa porque la CAM le compró una sociedad sin valor por 36 millones en la que la caja había puesto 146 millones, que perdió», especificó.

Una operación que, en sus palabras, «no se tenía que haber hecho», desde la lógica del beneficio para la caja, y en la que el inspector puso el foco «porque algo que costó 98 millones en 2006 no podía pasar a valer cinco veces más en plena crisis». Y todo gracias a una tasación «que carecía de valor porque se basó en una información no veraz facilitada por los socios que ocultó la falta del permiso medioambiental», apostilló. Con este operativo, según Ruiz, «la caja pudo aflorar unos beneficios irreales de 40 millones» sin que los administradores provisionales del FROB pudiera hacer nada «porque eran rehenes de lo que ya se había firmado».

A las preguntas de las defensas de por qué no alertó de estas anomalías en concreto, Ruiz explicó que no entraba en sus competencias, que eran las de que realizar un informe con el resultado de la inspección, como así hizo.

Corales y fluidos entran en el juicio

El inspector detalla en una comparecencia tensa los requisitos para obtener la licencia

De las dunas móviles, el desove de las tortugas, el arrecife de coral y hasta de la mecánica de los fluidos se habló ayer en la quinta sesión del juicio por las relaciones entre la CAM y Hansa que se está celebrando en la Audiencia Nacional. Una jornada en la que se vivieron momentos tensos durante el interrogatorio de las defensas al inspector del Banco de España José María Ruiz. Una comparecencia en la que el funcionario detalló las dificultades medioambientales a las que se enfrentaba el proyecto hotelero de Hansa que hoy, después de un segundo intento en la etapa ya del Sabadell, sigue sin ver la luz. Ruiz explico que la tasación por la que un suelo comprado por 98 millones se valoró en 443 no tiene sentido vistas que las condiciones para obtener la licencia para edificar pasaban, entre otros requisitos, porque el puerto proyectado no alterara las corrientes ni afectara a un arrecife de coral o al desove de las tortugas. Ni se destruyeran las dunas móviles.

Las frases de José María Ruiz, inspector del Banco de España

"La tasación de los terrenos de Hansa carecía de valor porque se basó en una información no veraz facilitada por los dueños del suelo"

"Sin la licencia de medio ambiente no se podía edificar nada y el tasador no comprobó que no la tenía"

"La CAM perdió entre el 80 y el 90% de lo invertido en proyectos inmobiliarios"

"La caja quería demostrar que no estaba tan mal como parecía"

"El FROB no podía hacer nada porque era rehén de lo que se había firmado"

"Quienes debían conocer los pormenores de la tasación estaban en los consejos de administración de la caja y de la promotora"

"Se investigó la operación porque lo que costó 98 millones en 2006 no puede valer cinco veces más en plena crisis"