¿Y si sí? Es la pregunta que se suele hacer «un célebre humorista español». No he mencionado a José Mota porque está de moda este tipo de paráfrasis. De hecho, estos días la exministra Ana Pastor ha usado la expresión: «La persona a la que usted se ha referido» para evitar nombrar de forma expresa a D. Juan Carlos I. Solo superada la frase por la del expresidente D. Mariano Rajoy cuando evitó hablar de Bárcenas usando la mítica frase «esa persona de la que usted me habla». En fin.

Pero dejemos el humor para centrarnos en la economía. Hace unos días compartí mesa (que no mantel) con varios empresarios y reflexionamos acerca de si habían funcionado las recetas económicas estrella durante la crisis social y económica que ha provocado la pandemia que aún hoy padecemos.

Esas recetas contenían dos tratamientos distintos con un componente en común: la inyección de liquidez en el sistema.

Me estoy refiriendo, dejándome de circunloquios, a los ERTE y a los préstamos ICO.

Los ERTE tenían como objetivo evitar una masiva destrucción de empleo. Este sistema no es nuevo, pues nuestro sistema legal lo contempla desde hace décadas, en concreto el propio Estatuto de los Trabajadores, en los artículos 45 y concordantes, al regular la suspensión del contrato de trabajo.

Pero sí se realizó en plena pandemia una prolija y específica regulación que, con independencia de la grandísima dificultad que generó su aplicación práctica y el colapso administrativo que se produjo, ha conseguido el efecto pretendido: una destrucción de empleo mucho menor que la previsible.

El segundo instrumento fue el de los préstamos ICO avalados por el Estado. Este instrumento dotó de liquidez a las famélicas cajas de las empresas, lo que les ha permitido sostenerse durante este periodo. Es cierto que el impacto ha sido desigual, pues ha habido sectores que se han visto reforzados por la crisis ( alimentación, sanitario, etc.) y otros que se han visto especialmente golpeados por la misma ( hostelería, agencias de viaje, parte del comercio al por menor, etc.). Pero, en general, la liquidez ha evitado muchos cierres de empresa y muchos concursos de acreedores. 

No pocos vaticinamos que en septiembre de 2020 se produciría un masivo uso del concurso de acreedores como fórmula, en muchos casos, para cerrar definitivamente empresas. Posteriormente, hubo pronósticos masivos de que este hecho se produciría en noviembre. Y, aunque es cierto que se ha producido un cierto incremento en los concursos de acreedores respecto a 2019, no es menos cierto que está siendo poco relevante.

El siguiente pronóstico nos lleva a enero de 2021, donde, nuevamente, se prevén cierres de empresas, tras la campaña navideña. Pero esto no ocurrirá de forma importante. Veremos.

Las recientes modificaciones de la normativa para dar la posibilidad de ampliar el momento de inicio de devolución de capital y ampliación de plazos de los prestamos ICO han dado un nuevo respiro al sistema.

Por tanto, ambos instrumentos han conseguido el objetivo pretendido: evitar un impacto mucho mayor en la economía y en el empleo.

En la conversación entre empresarios a la que antes me refería también debatimos sobre si esto era una simple «patada hacia adelante» o si realmente sería asumible a medio y largo plazo el endeudamiento público y privado (de las empresas) que han supuesto ERTE e ICO. 

Dar respuesta a esto supone de nuevo un reto y casi labor de un augur. Pero de nuevo voy a dar respuesta y ésta es positiva. Si las previsiones macroeconómicas se cumplen y no tenemos nuevos y rupturistas hechos que afecten de manera importante a la economía, en los próximos años, y con crecimientos importantes de la economía en 2021 y 2022 y más moderados en los siguientes años, se logrará superar la situación, y espero que con nota.

En esta misma línea, los Presupuestos Generales del Estado que ha liderado la ministra María Jesús Montero y que están acabando su trámite parlamentario (en el Senado ya) contemplan un aumento récord del gasto con un desembolso público total de 383.542 millones de euros, un 33% por encima de 2020.

A esto hemos de añadir el acuerdo alcanzado por los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) que han logrado este jueves desbloquear el Plan de Recuperación para hacer frente a la pandemia de coronavirus. Así lo indicó en Twitter recientemente el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, al indicar que «ahora podemos empezar con la implementación y reconstruir nuestras economías».

Serán más de 700.000 millones de euros, de los cuales más de 140.000 millones corresponden a España. Su desembolso se iniciará a finales del primer semestre de 2021, según han indicado las autoridades de la Unión.

Finalmente, el incremento del ahorro privado que se ha producido en los últimos meses generará mayor gasto durante el próximo 2021. Por tanto, más liquidez al sistema.

Todo esto no nos debe hacer olvidar la peor cara de esta crisis. La desigualdad entre ricos y pobres, la brecha entre unos y otros se ha agrandado y aquí también la crisis ha afectado de manera desigual. Esto ha puesto de moda de nuevo a Thomas Piketty, economista francés, reconocido internacionalmente por sus trabajos teóricos y aplicados sobre la desigualdad económica, que, con su obra cumbre «El capital en el siglo XXI» (2013), puso de relevancia que el crecimiento económico no alcanzaba el ritmo del crecimiento del capital y, por tanto, el incremento de la riqueza en manos de unos pocos erá un hecho a lo largo de la historia. 

Siendo cierto que esta teoría tiene una parte discutida por otros economistas, todos hemos comprobado cómo la pandemia ha afectado más a las capas más débiles de nuestra sociedad y que los países más pobres no podrán comprar las deseadas vacunas frente al covid por incapacidad económica. En los países ricos (incluyo a España) será universal y gratuita. 

Lo más desfavorecidos merecen, de nuevo, nuestra atención.