Rafael Rivas ocupa la dirección general de Miniland, empresa ubicada en Onil que este año ha conseguido el premio al mejor juguete merced a una colección de muñecos con Síndrome de Down. Reivindica el valor educativo de los juguetes y su utilidad para transmitir valores, de ahí que respalde plenamente la campaña que está llevando a cabo el sector para ser reconocido como esencial.

Miniland, con 50 años de trayectoria a sus espaldas, es la empresa líder en el sector del juguete educativo, condición ésta que se ha visto reforzada con el galardón concedido por la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ). Rafael Rivas muestra su satisfacción por este reconocimiento, que ha servido para darles visibilidad en un contexto complicado a nivel general por la crisis desatada por el covid.

¿Cómo nació la idea de lanzar al mercado una colección de muñecos con Síndrome de Down?

Miniland ya disponía de una línea de muñecos de diversas etnias, y lo que hemos hecho es sumar cuatro más, dos caucásicos y dos africanos, niña y niño, reforzando de esta forma el compromiso de la empresa con la educación y los valores de integración, respeto y tolerancia. De esta forma, además, damos visibilidad a a los colectivos que más lo necesitan. También estamos muy satisfechos con el premio, teniendo en cuenta que nuestra colección fue seleccionada de entre 81 juguetes pertenecientes a 24 marcas con reconocido prestigio a nivel internacional.

¿La apuesta por estos valores coincide con la mayor sensibilidad que existe en estos momentos en la sociedad?

Venimos trabajando en la diversidad y la inclusión no porque sea una moda, sino que lo hacemos desde hace más de diez años. La empresa está especializada en el juguete educativo y, de hecho, uno de nuestros principales clientes son los colegios y los educadores, con los que nos mantenemos en permanente contacto para responder a las necesidades de los niños.

Hay que controlar las falsificaciones y que todos cumplan las normas, porque estamos hablando de la seguridad de los niños

¿Qué otros conceptos abordan a través de sus juguetes?

Nuestra filosofía pasa por abordar las inteligencias múltiples, es decir, trabajar valores e inteligencias más emocionales, que son tan importantes como las matemáticas y el lenguaje, que también son un objetivo de nuestros productos.

Además, han diversificado la producción, adentrándose en otros sectores...

Otra parte importante de nuestro negocio es la puericultura, a través de la misma elaboramos productos como termómetros, humidificadores, balanzas o básculas, entre otros artículos. Igualmente, contamos con un apartado industrial por medio del cual fabricamos molinillos y envases para especias.

Miniland es líder en el sector del juguete educativo JUANI RUZ

¿El objetivo ha sido escapar de la fuerte estacionalidad que afecta al sector juguetero?

Efectivamente, gracias al tipo de artículos que elaboramos, nuestras ventas se reparten de forma casi idéntica a lo largo de casi todo el año, de manera que no dependemos tanto de la campaña navideña, que para el conjunto del sector supone el 80% de las ventas. Y esto ocurre no sólo por los apartados de puericultura y los envases, sino también por el tipo de juguetes, que, al estar tan vinculados a la educación, cuentan con una demanda bastante estable.

¿La innovación es un factor imprescindible en la empresa?

Contamos con un departamento muy potente en investigación y desarrollo, que se encarga de crear los productos después de rigurosos estudios de viabilidad. En este sentido, las nuevas tecnologías cada vez están desempeñando un papel más destacado, con aplicaciones tanto para los juguetes como para los artículos de puericultura. Un ejemplo de ello son los termómetros, que se pueden monitorizar para enviar los resultados de las mediciones al médico, y también de un oscultómetro que permite a las futuras madres escuchar los latidos de su bebé y compartirlos con amigos y familiares. De lo que se trata es de diferenciarnos con productos de alta calidad, reconocidos por los consumidores. Nuestro reto ahora está en promocionar la marca, y en este contexto, el premio que nos ha concedido la AEFJ nos ha venido muy bien.

El premio al juguete del año refuerza nuestra apuesta por valores como la integración, el respeto y la tolerancia

La sostenibilidad es otro de los conceptos que cada vez valora más la sociedad. ¿Está llegando también al sector juguetero, cuyas empresas dependen en gran parte del plástico?

El sector está trabajando mucho en este campo, gracias al apoyo de organismos como el Instituto Tecnológico del Producto Infantil y de Ocio, Aiju, que está investigando en esta dirección. Fruto de ello, la Foia de Castalla, donde nos encontramos, se ha convertido en un punto de referencia en los denominados plásticos ecológicos. Nuestra empresa viene trabajando en este campo desde hace tres o cuatro años, e incluso hemos desarrollado una línea de juguetes ecológicos elaborados con materiales reciclados o procedentes de ingredientes naturales. Por otro lado, contamos con paneles solares, recirculamos el agua y disponemos de máquinas de inyección eléctricas. También reciclamos nuestros residuos y monitorizamos nuestros procesos productivos desde el origen.

¿Qué impacto ha tenido la crisis del coronavirus en la empresa?

Como todos, sufrimos un parón en los meses de marzo y abril, en pleno confinamiento, pero en mayo la actividad ya empezó a recuperarse. Teniendo en cuenta que elaboramos un juguete educativo, también nos encontramos con la incertidumbre que supuso la incógnita de si iban a abrir o no los colegios. Pero respaldados también con nuestra parte industrial dedicada a la alimentación, que ha sido un sector reconocido como esencial, al final de año conseguiremos incluso mejorar las ventas del ejercicio anterior alrededor de un 2%, con lo que superaremos los 17 millones de euros de facturación. Las exportaciones, que representan un 60% de nuestras ventas, han sido las que más han tirado del negocio, porque a nivel nacional la cosa todavía está bastante parada.

La empresa apuesta por fomentar las emociones JUANI RUZ

El sector viene reivindicando desde hace mucho tiempo los valores educativos de los juguetes e intentando concienciar a la sociedad en este sentido, lo que ayudaría a conseguir la tan ansiada desestacionalización. ¿Por qué cuesta tanto que cale este mensaje, sobre todo entre los padres?

Yo creo que tiene que ver con la inmediatez que se le exige a todas las cosas. La gente quiere comprar algo y palpar sus resultados enseguida. En el caso de los juguetes, los beneficios educativos que aportan a los niños no se ven hasta transcurrido un tiempo. Sin embargo, si algo ha tenido de positivo la crisis generada por la pandemia de coronavirus, ha sido el efecto en materia de concienciación. Las familias han tenido en casa a los niños encerrados y han visto que no estaban entretenidos, por lo que de alguna forma sí que se ha reparado en la necesidad de que tuviesen juguetes a su disposición.

El juguete, precisamente, está inmerso ahora mismo en una campaña para ser reconocido como esencial...

Lo creemos verdaderamente. En esta crisis sanitaria ha habido tres sectores estratégicos que han sido reconocidos como tales, como son la alimentación, la higiene y la salud, que han seguido con su actividad sin que les afectaran las medidas de confinamiento. El cuarto sector debe ser la educación, y dentro del mismo los juguetes, que tienen que ser reconocidos como esenciales por su aportación a la educación de los niños, como se ha puesto de manifiesto en esta pandemia.

El sector está trabajando mucho en la sostenibilidad con plásticos elaborados con materiales reciclados

¿La Administración se está mostrando sensible ante esta reivindicación?

Estamos encontrando receptividad, y una muestra de ello es la comunidad de Andalucía, donde mientras había restricciones para el comercio en general, las tiendas de juguetes han permanecido abiertas, cosa que no pasó en el confinamiento. Eso representa una oportunidad y también un precedente de cara a que pudiesen haber más restricciones en esta campaña navideña, cuando el sector a nivel general se juega sus resultados.

Otro de los problemas que afectan a las empresas jugueteras son las falsificaciones y la competencia desleal, que están causando graves perjuicios a las compañías. ¿Se están registrando avances para combatir esta lacra?

Sin duda, es un problema muy serio. El nivel de esfuerzo del sector es enorme, puesto que tenemos que cumplir con las exigentes normativas existentes, sobre todo en lo que respecta a la calidad y la seguridad. Las empresas, como ha quedado demostrado, seguimos todas las indicaciones sin discutirlas, pero lo que pedimos a cambio es que se cumplan por parte de todos, también de los productos que penetran por nuestras fronteras sin ningún tipo de control. Y no se trata sólo de un problema de carácter económico y de imagen, sino que es un asunto muy serio, porque de lo que estamos hablando es de la seguridad de los niños.

¿Miniland ha sufrido directamente este problema?

Cuando un artículo tiene cierto éxito y aceptación en el mercado, es bastante habitual que alguien intente imitar e incluso suplantar la marca, pero la verdad es que no ponemos mucha energía en tratar de evitarlo, porque es un problema muy difícil de combatir. Lo que sí nos indigna es lo que he venido comentando, y que no nos pasa sólo con los juguetes, sino también con los artículos de puericultura. Nosotros, por ejemplo, cumplimos con todo lo que nos exige sanidad con los termómetros, y luego nos encontramos con que en el mercado hay de todo. Pero insisto en que no podemos luchar contra ruedas de molino. Lo que sí hacemos es cumplir a rajatabla con la normativa, porque tenemos un prestigio y no nos podemos permitir ningún fallo.

El confinamiento ha concienciado a las familias, que han tenido a los niños en casa encerrados sin estar entretenidos

«Onil es el Silicon Valley de las muñecas por sus 21 empresas y su cultura de fabricación»

El director general de Miniland destaca la capacidad emprendedora y relativiza la importancia de la marcha de Famosa

La empresa Miniland se encuentra ubicada en Onil, un municipio con una amplia tradición industrial en la fabricación de muñecas, que de hecho es el principal centro productor de este juguete en el conjunto de España.

¿Qué importancia tiene para una empresa muñequera estar ubicada en un municipio como Onil?

Mucha. Onil es, sin duda, el Silicon Valley de las muñecas por sus 21 empresas dedicadas a este tipo de producto y su tremenda cultura de fabricación. El municipio tiene una enorme capacidad de emprendimiento, desarrollo de materiales e innovación. Es la cultura del saber, porque aquí lo encuentras todo.

¿Se ha recuperado la localidad del impacto que supuso la marcha de Famosa, compañía que en ese momento era su buque insignia?

No cabe duda de que en ese momento fue un golpe duro para la zona, pero las empresas que han quedado siguen tirando y están en una buena posición. Además, el Ayuntamiento, en colaboración con los propios fabricantes, está trabajando para intentar potenciar las marcas y los productos que se fabrican aquí. Hay que darle al tejido industrial tanto de esta comarca como del conjunto de la provincia de Alicante la importancia que se merece.

¿Considera que no se le está apoyando lo suficiente?

Hay que hacer todo lo que se pueda para respaldar a la industria, porque se ha visto ahora, con la irrupción del coronavirus, que no es bueno depender tanto de sectores como el turismo.

Su presencia como director general de Miniland es reciente...

Accedí al puesto hace año y medio en sustitución de Pepe Verdú, después de que la empresa me buscara dentro de su apuesta por contar con una gestión profesional. Yo soy bioquímico y con anterioridad había trabajado para multinacionales como Colgate y la farmacéutica Merck. Esta es mi primera experiencia en el juguete, aunque yo de lo que me ocupo es de la gestión. El resto queda en manos del equipo de la empresa, que es bueno y muy potente.