El pasado día 3 de enero de 2021 mostré mi particular visión sobre la importancia del ahorro. En este artículo abordaré cómo podemos invertir mis ahorros ajustándose a mis necesidades. Lo más habitual es que un tercero valore nuestro perfil, pero más importante aún es que nosotros mismos conozcamos nuestra tolerancia al riesgo. Si nuestra mentalidad es la de no arriesgar los ahorros que tanto esfuerzo me ha costado acumular, debemos irnos a productos de bajo riesgo, con poca volatilidad. Aunque será más difícil rentabilizar la inversión, dormiremos mejor.

Si por el contrario, mi tolerancia al riesgo es mayor, podemos destinar nuestros ahorros a productos que transiten por ciertas turbulencias del mercado pero que sean más rentables en el tiempo. Cuando alguien invierte en un negocio, lo hace porque espera obtener una rentabilidad y asume el riesgo que los une. Por lo tanto, debemos tener muy presente que no hay rentabilidad sin riesgo, por mínimo que sea. Si decido invertir en un restaurante y, al cabo de dos años, cierro con la consiguiente pérdida de mis ahorros, me dolerá, pero –mentalmente- lo aceptaré porque fui yo quien asumió el riesgo. Si destino el mismo importe en una inversión financiera y está no sale bien, se suele focalizar la culpa al asesoramiento recibido, generando un disgusto que costará digerir. A pesar de que forcemos para recuperar la inversión, el resultado será el mismo en ambos casos: la pérdida de mis ahorros.

Con estos ejemplos, pretendo que cada uno sea capaz de evaluarse para conocer hasta donde está dispuesto a llegar para obtener una potencial ganancia. Evidentemente, es más sencillo llegar a ese punto de la mano de un profesional, que va a poder entender y plasmar qué tipo de riesgo debemos asumir en base a nuestro perfil personal y económico. Tendemos a pensar que no podemos acceder a este asesoramiento porque nuestros ahorros son de poco importe o empezamos a llenar la hucha desde cero, pero os confirmo que no es así. Hoy en día, son muchas las instituciones financieras (bancos, gestoras de fondos, agentes, etcétera) que ofrecen un servicio personalizado y profesional adaptado a cada tipo de inversor, ya sea por importe, nivel de conocimientos de los mercados financieros y tipología del riesgo que uno desea asumir. Si tuviera que diseñar su cartera ideal les diría que el camino debe pasar por tener un asesor que pueda adaptar las inversiones a su perfil.

No debería haber dos carteras iguales porque cada uno es diferente. Por lo tanto, lo primero que debe hacer es ponerse en manos de un profesional. En segundo lugar, debe saber que, dentro de la amplia gama de agentes financieros que hay en el mercado, debemos diferenciar entre asesor independiente o no independiente. La principal característica reside en si la oferta de productos que ofrece son propios o de terceros. Vamos a verlo con un ejemplo: si quiero comprar una casa en una zona y características determinadas y acudo a una inmobiliaria, el asesor me ofrecerá las casas que comercialice, pero no las de otras agencias. En este ejemplo, las viviendas que me enseñe puede que se ajusten o no a lo que busco, pero evidentemente hay una oferta más amplia en el mercado. Si consigo dar con la vivienda ideal calidad-precio obtendré un mayor rédito.

Nuestro asesor debe informarnos de esta circunstancia y, si no lo hace, debemos preguntar. En tercer lugar, la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) cataloga los productos como complejos o no complejos. No debe confundirse con mayor o menor riesgo, sino con la dificultad de comprensión. Por ejemplo, si compro acciones de una empresa que cotiza en bolsa, es sencillo entender que soy accionista de la compañía y que si baja el valor de la acción tendré una potencial pérdida (se materializa si las vendo). Esa fácil comprensión se entiende como un producto no complejo, pero también debo conocer que al comprar acciones asumo el riesgo de perder todo mi capital. Durante el artículo hablamos de cómo enfocar el destino de nuestros ahorros, pero, ¿puedo pedir un préstamo para realizar una inversión?

Habría que valorar el tipo exacto de inversión (inmobiliaria, fondos, restauración…), pero deberías hacerte la siguiente pregunta: ¿Serías capaz de asumir, mental y financieramente, la pérdida parcial o total de la inversión con unos ahorros que no tenías? El caso más común es la inversión inmobiliaria. La intención inicial es pagar el préstamo con los rendimientos que genere el alquiler, pero, ¿qué pasaría si tu vivienda es ocupada ilegalmente y no recibes los rendimientos esperados? ¿Podrás asumir el pago de las cuotas?

Recordamos de nuevo lo mencionado al principio del artículo: no hay rentabilidad sin riesgo. Salvo excepciones, no parece muy recomendable endeudarse para rentabilizar unos ahorros que no tengo. En mi particular visión de cómo se debe invertir figura una palabra: diversificación. Actualmente, tenemos una amplia gama de productos al alcance de todos. Es muy importante que la cartera se adapte a su perfil de riesgo y esté diversificada en varios sectores.

Todos querríamos apostar por el caballo ganador, pero las cosas no son tan sencillas. Por lo tanto, si ponemos los huevos en varias cestas, tendremos una rentabilidad menos volátil y sostenible en el tiempo. En los siguiente artículos analizaremos cómo conocer la rentabilidad de inversiones concretas como pueden ser las inmobiliarias, fondos inversión, etcétera.