Los arranques de viña de uva de mesa embolsada se disparan en el Medio Vinalopó porque el cultivo está dejando de ser rentable para unos agricultores que llevan años trabajando a pérdidas. Los costes de producción son más elevados que el beneficio que obtienen por la venta de la fruta en el campo. No resulta por tanto extraño que en 2020 se eliminaran 250 hectáreas de superficie de uva de mesa en la comarca reduciendo a leña 500.000 parras. Pero la situación parece agravarse este año y la cifra lleva camino de triplicarse. En las tres primeras semanas de enero ya se han arrancado 50 hectáreas -100.000 parras- de la variedad Aledo en diferentes fincas de La Romana y Novelda. La mayoría ubicadas en los parajes de Cucuch, Horna Baja, Serreta y Ledua-Monteagud. En esta última zona las tareas comenzaron el miércoles y en su mayor parte se trata de viña joven, también Aledo, plantada hace ocho años.

En la mayoría de las plantaciones eliminadas la tierra quedará yerma. Casi todos los propietarios optan por abandonar el sector y sólo unos pocos tienen intención de plantar otras variedades. En definitiva, una pérdida de tierras de labor que avanza de forma imparable desde hace décadas y acarrea consecuencias negativas para el empleo, la economía y la protección del medio ambiente.

«Cada año que pasa los agricultores tienen que pagar más por el agua, los productos fitosanitarios, la mano de obra, el gasoil, los impuestos y los seguros. Pero el precio de venta de la uva de mesa en el campo sigue siendo el mismo que hace treinta años», explica el responsable comarcal de Asaja, Pedro Rubira, advirtiendo que «la crisis del sector se ahonda y pone en riesgo el futuro de un cultivo emblemático, tradicional y artesanal del que dependen directamente 13.000 familias del denominado Valle de las Uvas, zona geográficas que comprende a los municipios de Novelda, Monforte del Cid, Aspe, La Romana, Agost y Hondón de las Nieves y de los Frailes.

Hace ahora un año, una cuadrilla de operarios cortó en una mañana con motosierras 10.000 parras con 100.000 kilos de uva sin recolectar en una finca de Novelda. El dueño admitió estar hastiado de la falta de rentabilidad del cultivo, que es consecuencia directa de los elevados costes de producción y de los bajos precios del producto en origen. En aquel momento, ya se anunció que el arranque constituía la punta del iceberg de una situación insostenible y mostraba, además, la desaparición real que se está produciendo en el cultivo de uva de mesa por culpa de una crisis de rentabilidad sin precedentes.

Como consecuencia de ello y bajo el lema «Precios Seguros y Justos para la Uva de Mesa Embolsada del Vinalopó. Sin Agricultura nuestros pueblos se hunden», el conjunto del sector inició una campaña de protestas en el mes de febrero que no tuvo continuidad por la irrupción de la pandemia del SS un mes más tarde.

Ha pasado un año desde entonces y la situación sigue empeorando. Cándido Lucas es uno de los agricultores que ha decidido arrancar varias de sus viñas. «Producir un kilo de uva de mesa embolsada nos cuesta una media de entre 45 y 55 céntimos pero en la última campaña nos han pagado una media de 50 céntimos el kilo. O sea no hemos obtenido ningún beneficio tras un año de trabajo, esfuerzo y preocupaciones», lamenta. Por eso en el sector es un clamor unánime conseguir incrementar el precio de venta de la uva en el campo a 80 céntimos el kilo. Solo así se frenarán los arranques masivos de viñas.

La mitad de la superficie de viña podría desaparecer en cinco años

Asaja Alicante ha vuelto a avisar a la Administración de que en un plazo de cinco años podría desaparecer más del 50% de la superficie dedicada a la uva de mesa embolsada en la provincia. Al escaso o nulo margen de beneficios se suma la falta de relevo generacional. De ahí que la organización agraria que lidera Eladio Aniorte insista en reclamar medidas urgentes entre las que figura la rebaja de forma permanente de los módulos de IRPF, aprobar una Ley de Precios Mínimos, obtener ayudas para promocionar el cultivo de la uva de mesa embolsada y la práctica del embolsado, frenar los acuerdos de libre comercio y desbloquear el trasvase del Júcar-Vinalopó.